En un escenario totalmente blanco se encuentran dispuestas en perfecto orden cromático unas cuantas botellas de cristal. Despacio, con cierta parsimonia, entra en escena la figura de una joven vestida totalmente de negro y se sienta en una silla. No hay palabras que medien ni expliquen qué está ocurriendo o qué va a ocurrir, sólo adorna el espacio una pareja de mujeres cantando una pieza de ópera. La joven se levanta de la silla, ingiere el líquido de una botella y acto seguido vomita su contenido sobre un lienzo en blanco.
La autora de la performance es Millie Brown, una joven artista británica que actualmente vive y trabaja en Los Angeles (EEUU). Brown comenzó su carrera artística siendo muy joven, con apenas 17 años, y es una de los miembros fundadores del colectivo londinense !WOWOW!
Como ella misma explica en su web, con sus performances provocadoras y transgresoras «explora las sinergias y separación entre la mente, el cuerpo y el espíritu». «He descubierto que somos increíblemente fuertes y que podemos lograr tanto si somos capaces de alinear esos elementos… Hay tantas maneras de ver el mundo y a uno mismo. Creo que es importante desafiar las creencias populares y desaprender un montón de cosas que nos han enseñado sobre el mundo y nosotros mismos para vivir sin limitaciones, para crear y ser aquello en lo que creemos, no lo que nos ha sido enseñado», explica Brown a Yorokobu.
Esta artista del performance emplea su propio cuerpo como herramienta para crear. «Cada uno de mis espectáculos requiere un único proceso. Mi preparación, por sí misma, se convierte en un elemento de la performance y a menudo la actuación en directo no es la pieza final. Mi cuerpo siempre es el instrumento, así que estoy constantemente preparándome para usarlo como herramienta, fortaleciéndolo y limpiándolo para que pueda asumir lo que concibo».
Sus últimas experimentaciones artísticas han llevado a Millie Brown a crear lienzos con su propio vómito. La artista ya llamó la atención del público durante la actuación de la excéntrica Lady Gaga en el SXSW Festival en Austin (Texas, EEUU). En medio del concierto, y mientras la cantante gritaba «Fuck you, pop music! This is artpop! Free yourself!» (¡Que te jodan, música pop! ¡Esto es arte pop! ¡Libérate!), una impertérrita Millie Brown vomitaba sobre la artista.
Aquella fue una más de sus actuaciones artísticas que despertó gran controversia. Si lo que pretendía era provocar y remover el espíritu del espectador, el objetivo se cumplió con creces.
Martina Spetlova SS11 // Millie Brown Official
Esta técnica de usar el vómito como expresión artística ha supuesto en alguna ocasión que sea acusada de glamurizar la bulimia. Ante esto, Brown se defiende: «La bulimia es una enfermedad que esconde quien la padece y que purga en soledad. Mi performance es un signo de fuerza, de poder. En mi trabajo desafío el concepto clásico de belleza y los roles normativos de la mujer. El ayuno por razones políticas no promueve la anorexia ni mi espectáculo glamuriza la bulimia».
Para esta artista, sus lienzos hechos con vómito pueden tener infinitas interpretaciones, pero no quiere influir con ello al espectador: que sea él quien saque sus propias conclusiones a través de lo que ve y lo que siente. «La performance dice más que las palabras», afirma.
Aunque hay una cierta preparación en cada una de sus actuaciones a la hora de crear un lienzo —esa minuciosa colocación, como si fuera una paleta de colores, de las botellas de leche de soja teñida con colorantes alimenticios que ingiere—, Millie Brown prefiere dejarle el control de la creación a su cuerpo y no tanto a lo que ha ideado en su cabeza.
Hay quien quiere ver en los lienzos de Brown similitudes con Jackson Pollock, pero la artista británica no está muy de acuerdo. «Fue, en muchos sentidos, un artista performance, pero prefiero no compararme con otros. Mi admiración por él ha aumentado con los años, pero mis representacciones con vómitos no están inspirados directamente en él».
Las composiciones de Millie Brown son coloridas. «El arcoíris entero es mi color favorito», afirma. «También me encanta el rojo pero sólo para vestir, no para pintar».
Brown toma referencias artísticas de muchos lugares, medios y artistas, desde bailarinas como Ruth St. Denis a Nostradamus, Joseph Beuys, Leigh Bowery, James Turrel y Judy Chicago. Todo, absolutamente todo, puede servirle de inspiración: «El cosmos y todo lo que abarca. Siempre nos está enseñando su intrincado de diseño, belleza, poder y poesía».
Su rompedora manera de crear puede desconcertar a más de uno. Pero no se trata aquí de iniciar un debate sobre lo que es arte y lo que no. Para ella, «el arte es un lenguaje más poderoso y trascendental que las palabras. Es una de las más poderosas herramientas que existe. Ha cambiado el pasado e iluminará nuestro futuro».