Comenzó siendo chocante. Desde hace unos años, algunos jóvenes occidentales se sientan en las aceras de algún lugar del sudeste asiático, con un cartel de cartón al lado que, en letras cutres de rotulador, dice: «Help».
Piden ayuda. Jóvenes bien vestidos, con cámaras como trabucos y móviles de última generación, mendigan dinero hasta en barrios donde los locales recogen cartones para vivir y tienen la espalda doblada, no de la mochila, sino de acarrear chatarra.
Pero eso no va con estos turistas ni con la ambición de su Instagram. Ellos, a lo suyo, ahí que plantan su cartel: «Viajo por el mundo sin dinero. Por favor, financia mi viaje». Ocurre en Bali, Bangkok, Kuala Lumpur…
Se fue haciendo ofensivo. Algunos locales y otros viajeros llevan tiempo fotografiándolos y denunciándolos en las redes sociales: ¿No es el colmo de la cara dura que un rico vaya a un lugar más pobre a mendigar dinero para darse el capricho de andurrear el planeta?
No son dos ni veintidós. Parecen multiplicarse por efecto contagio. Tantos occidentales se han sentado en el suelo a pedir, a mal tocar la flauta, a vender fotos de su viaje para que les echen unas monedas, que hasta les han tenido que dar una palabra para nombrarlos.
El inglés siempre es rápido para estas cosas. Este idioma de lógica de juego de construcción pilló la voz backpacker (mochilero), le quitó el módulo de la espalda (back) y le añadió el de mendigar (beg): begpacker. Así llamaron a estos turistas que quieren viajar por la cara, por la jeta, por el morro, por la patilla.
Incluso tienen su definición en Urban Dictionary: «Turistas que viajan al estilo mochilero sin fondos suficientes, pero piden donaciones o limosnas a los locales. A menudo lo hacen en países donde el salario medio es mucho más bajo que el sueldo mínimo de sus países de origen».
Ha terminado siendo irritante. Algunos países del sudeste asiático, hartos de tanto niñato, han dicho que se les va a quitar la tontería. El periódico británico The Guardian cuenta que en el aeropuerto de Tailandia ahora preguntan si tienen suficiente dinero para viajar por el país sin andar mendigando. En Bali, la policía los detiene y los lleva a las embajadas de sus países. Y que allí se apañen.
Lo refleja, con indignación, la frase que Urban Dictionary pone de ejemplo del uso del neologismo: «Vi a unos begpackers pidiendo dinero para financiar su viaje. Les di dos céntimos, les dije que dejaran de timar a la gente y llamé a la policía».
Puede que alguno de estos pedigüeños de macuto caiga en una embajada española. Desconocemos qué pasaría con él; lo que sí sabemos es que ya hay una voz para recibirlo: mochilimosnero. Ese es el término que recomienda la Fundéu: porque lleva mochila y pide limosna. Lo de la jeta lo habrán dejado fuera por eso de no hacer muy larga la palabra.