Entre 2019 y 2021, el porcentaje de las ventas minoristas globales a través de comercio electrónico creció del 15% al 22%, y está previsto que alcance el 25% en 2025. Comprar por internet no solo es cómodo, además encaja a la perfección con el estilo de vida que imponen las economías actuales en las que nadie tiene tiempo para nada. Poder comprar sin movernos de casa nos gusta y mucho. Y la segunda categoría de productos que más consumimos a nivel global es la textil.
El problema es que, a pesar de las —indudables— comodidades que acompañan al comercio electrónico, la industria textil ya es una de las que mayor impacto negativo tiene sobre el medioambiente. Y con unas emisiones de gases de efecto invernadero que no dejan de crecer, es importante garantizar que los perjuicios no superan a los beneficios.
Al consumo y las emisiones que ya son consecuencia de las industrias textiles hay que sumarle ahora, además, las emisiones y el gasto de recursos que implican los envíos a domicilio. Este hecho podría parecer poco significativo si no tenemos en cuenta que más del 40% de la ropa y el calzado que se compran online terminan devolviéndose, en un 75% de los casos, por problemas de tallaje.
Por ello, muchas de las empresas que operan dentro de la industria textil son conscientes de la necesidad de repensar la manera en la que se consumen, comercian y tratan los tejidos y, al mismo tiempo, de adaptar sus modelos de negocio al mundo que viene. Esta redefinición en la que se encuentran las empresas del sector textil requiere replantear toda la cadena de valor en términos de sostenibilidad.
MODELAR EN 3D PARA UNA INDUSTRIA TEXTIL SOSTENIBLE
En este contexto, desde el Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) consideran que es un eslabón de la cadena de valor de las empresas textiles en el que, a través de la innovación tecnológica, hay margen para un aumento de la eficiencia. «Las devoluciones de ropa y calzado online suponen no solo un coste económico y medioambiental para las empresas, sino una auténtica barrera para el desarrollo del comercio electrónico. El principal motivo de las devoluciones son el mal ajuste y no acertar con la talla, por lo que es necesario dotar a las empresas de herramientas que permitan resolver este problema».
La propuesta de IBV es utilizar el modelado 3D para lograr una industria textil más sostenible. Para ello, el desarrollo del proyecto My3D_Data Market busca crear una metodología que permite reconstruir de forma exacta y detallada un cuerpo específico completo (o por partes) en 3D.
Sobre esas capacidades, My3D_Data Market podría incidir sobre dos áreas del ecommerce textil: por un lado, en lograr una mayor adecuación de la producción a las necesidades del mercado a través de la minería de datos; y por otro, con el desarrollo de servicios que permitan «optimizar el proceso de las empresas», en palabras de Juan Carlos González, director de Innovación en Indumentaria y Calzado de IBV.
Además, el uso de algoritmos para el modelado en 3D de partes del cuerpo podría redundar en una mejor experiencia de los compradores. Los datos de modelado 3D cruzados con las tallas o tamaños de la ropa harían imposible no dar con la talla más adecuada en cualquier caso.
En un futuro, este tipo de tecnología podría hacer su aparición incluso en ese mundo que nos dicen que viene, el de los avatares y el metaverso. No cuesta imaginar hasta qué punto la posibilidad de reflejar nuestros cuerpos en 3D de manera precisa podría influir en una potencial experiencia de compra en una tienda virtual. Y en un momento dado, si la experiencia de compra virtual es suficientemente efectiva, quizá hasta nos permitiría deshacernos de las tiendas físicas con el ahorro de recursos, espacio y emisiones que eso supone.
LOGÍSTICA INVERSA SOSTENIBLE
En un futuro en el que el comercio electrónico siga creciendo, la importancia del desarrollo de unos modelos de logísticas sostenibles se hace imprescindible. El modelado en 3D, traducir el cuerpo de una persona a un modelo virtual, podría tener un impacto sobre la eficiencia de los modelos de negocio del sector textil. Potencialmente, podría ser el responsable de reducir el número de devoluciones y con ellas, el impacto de su transporte. Pero no es la única opción.
La propia logística inversa, esa que se ocupa de que los productos vuelvan a las manos de los vendedores, ofrece innumerables oportunidades para aumentar la sostenibilidad de nuestros hábitos de consumo. Los programas corporativos de reciclaje de productos, los programas de reparación y, en muchos casos, los programas de reutilización total y parcial de productos son ejemplos perfectos de cómo unas prácticas de logística inversa coherentes pueden redundar en un aumento de la sostenibilidad.