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Creatividad

Mulafest: Refugio eléctrico en un mar de cemento

El recinto ferial del IFEMA tiene unas proporciones megalómanas y un aspecto posapocalíptico. Las explanadas de cemento desnudo se alargan hasta el infinito, como si se tratara del estadio del New Pi. Los 12 pabellones de frío cristal se alzan imponentes ante el vacío. Las banderas languidecen en silencio, pues ni siquiera el viento parece acercarse a este rincón de Madrid. Pero al alcanzar el horizonte y llegar al último de los mamotretos arquitectónicos todo cambia. La monocromía gris se rompe de forma abrupta en una explosión de color.
En todas partes, en paredes, en vinilos, en el suelo o incluso sobre la piel. Ilustraciones de todo tipo dan la bienvenida al visitante y construyen un refugio eléctrico en medio de una explanada de cemento y cristal. Se trata del Mulafest (Yorokobu es medio colaborador), el festival de tendencias urbanas que a partir del jueves celebrará su segunda edición.
Varios jóvenes saltan disparados de un saliente del pabellón y en el cenit de su trayectoria explotan en volteretas y cabriolas, como si fueran fuegos artificiales de bienvenida. Están practicando parkour, un deporte que consiste en utilizar los elementos urbanos y el propio cuerpo para desplazarse con gracia circense y rapidez de ninja.
A escasos metros otros deportistas a los que el espectador urbano está más acostumbrado a ver: patinadores. Los jóvenes se deslizan sobre un suelo a medio colorear, parece un paso de cebra psicodélico que se extiende hasta donde da la vista. “Es una especie de alfombra y medirá unos 300 metros de largo por ocho de ancho”, dice con orgullo de padre Rubén Martín, del colectivo Boa Mistura.  Llevan una semana trabajando en ello, y les quedan un par de días por delante para lo que será una de las intervenciones permanentes que el MulaFest traerá al recinto ferial.

El colectivo de artistas urbanos Boa Mistura no es profeta en su tierra. Ha realizado más trabajos fuera de las fronteras españolas  que dentro, así que su intervención en el IFEMA es una buena noticia. “Madrid es un sitio muy complicado, no sé por qué, a nivel de burocracia, hacer cosas aquí es muy complejo”, reflexiona Martín, “resulta más fácil hacerlo en Sudáfrica, en Panamá, o en Brasil o en Argelia”.
El grafitero no está nombrando países al azar, son los lugares donde el colectivo ha realizado obras de gran formato, la última es la que acaban de efectuar en la capital argelina.
La Casbah de Argel es una ciudadela islámica del siglo XIII. Antiguas mezquitas y palacios otomanos dan forma al intrincado laberinto de calles que la conforman. En este espacio (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992) han sacado sus espráis los grafiteros de Boa Mistura.
“Es complicado intervenir ahí con permisos, por eso lo hemos hecho sin ellos”, confiesa Martín con la media sonrisa de un niño travieso, “pero con todo el respeto”, apostilla. Sin embargo el respeto no es suficiente aval para las autoridades así que el colectivo acabó metiéndose en problemas.  «A mitad del proceso, estábamos pintando y vinieron dos personas a ver qué estábamos haciendo”, recuerda Martín, “fue una situación un poco difícil, un poco tensa, porque una de ellas era el alcalde de la Casbah. Al día siguiente nos citó en el Ayuntamiento. Le contamos lo que estábamos haciendo, le enseñamos tres intervenciones terminadas y le encantó, se enamoró. Así que nos dio su beneplácito y seguimos adelante. A veces es mejor pedir perdón que pedir permiso”, sentencia. Pero Rubén Martín no quiere desvelar mucho más de este proyecto. El documental sobre su ejecución se estrenará el próximo día 19 y hay que mantener el misterio.

Del suelo a la pared. Volvemos a la presentación del Mulafest, a las fachadas de los pabellones 12 y 14, que vibran con el trabajo de Ricardo Cavolo, un viejo conocido de Yorokobu El artista madrileño ha creado un mural con sello propio que convive en armonía con el trabajo de Iván Solbes, que ha creado unos dibujos que explican a los despistados en qué pabellón se encuentran “un cocodrilo con 12 dientes, 12 koalas, un mono con 12 plátanos y un hipopótamo con 12 pajaritos”. Aitor Saraiba, Santiago Morilla, LittleisDrawing, Santiago Talavera y Gabriel Moreno son otros de los nombres que perdurarán en las paredes y ventanas del IFEMA una vez que el Mulafest cierre sus puertas.
Los 180 artistas del tatuaje, los jóvenes que ahora saltan y patinan por el recinto, el microteatro, el campeonato de urban dance, los conciertos… Todo ello tendrá un carácter efímero, será una tormenta de creatividad veraniega. Pero queda tiempo, el Mulafest no ha abierto aún sus puertas. Así que dejamos que los chicos de Boa Mistura sigan pintando su alfombra de colores, echamos un último vistazo a las cabriolas de los fanáticos del parkour. Nos alejamos a través de la estepa de cemento, pero prometemos volver en unos días, para cuando a finales de junio, Mulafest vuelva a ser una realidad.
Si quieres asistir al festival sorteamos dos entradas para el viernes y dos entradas para el sábado. Lo único que tienes que hacer es responder en los comentarios con el nombre de la canción que más te guste de los grupos que tocarán en el evento.
YA TENEMOS LOS GANADORES:
María aka Político Neoliberal de Pony Bravo (Viernes)
David (Sábado)

(Foto: Nevera Urbana de lagaleríamagdalena que estará expuesta en el festival)
 

Por Enrique Alpañés

Periodista. Redactor en Yorokobu y otros proyectos de Brands and Roses. Me formé en El País, seguí aprendiendo en Cadena SER, Onda Cero y Vanity Fair. Independientemente del medio y el formato, me gusta escuchar y contar historias. También me interesan la política, la lucha LGTBI, Stephen King, los dinosaurios, los videojuegos y los monos, no necesariamente por ese orden. Puedes insultarme o decirme cosas bonitas en Twitter.

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