«Sabemos que Facebook es uno de los principales motivos por los que la gente compra teléfonos, sobre todo en los países en desarrollo». Estas palabras, llenas de significado, fueron pronunciadas por Sheryl Sandberg, jefa de operaciones de la red social por excelencia. «La gente entrará en una tienda de teléfonos y dirá ‘quiero Facebook’. Es cierto que confunden Facebook e internet en algunos lugares».
«En realidad es mucho peor que eso», le dijo a un periodista Tim Berners-Lee, el señor que inventó todo esto de los hiperenlaces y las tres uves dobles. «Cientos de millones de personas piensan ahora que Facebook es internet». El suyo es un argumento de autoridad muy poderoso, desde luego, pero las cifras, ¿respaldan también su afirmación?
En el sudeste asiático (al menos en Filipinas, Tailandia, Sri Lanka, Indonesia, India, Pakistán, Bangladesh y Myanmar), un estudio reveló una inquietante paradoja. «Hay más usuarios de Facebook que usuarios de internet». Unos 32 millones de usuarios en aquella región emplean los servicios de la red social (salvando la ligera desviación de quienes tienen varios perfiles), pero responden negativamente cuando les preguntan por la Red de redes.
«Sencillamente no ven internet», sentenciaba el responsable del estudio. «Sus amigos o familiares les hablan de Facebook, que les permite mantenerse en contacto y mandarse mensajes entre ellos. Eso es todo». Lo mismo sucede, al parecer, en África: entre un 3 y un 4% de los propietarios de un teléfono móvil dicen utilizar la red de Zuckerberg al tiempo que internet les suena a chino.
Nada de esto, claro, es casual. Las cifras no se han vuelto locas. Todo responde a una estrategia perfectamente calculada por los responsables de Facebook. La red social por excelencia ha tocado techo en los países desarrollados; la llave de su futuro está en los emergentes, en esa enorme fracción del planeta que todavía está desconectada.
Allí, su estrategia se enfrenta a una debilidad que está logrando convertir en su mayor fortaleza: la mayoría de los teléfonos no son inteligentes. Los smartphones brillan por su ausencia. Quien pone en el bolsillo de esa gente un primer móvil con acceso a internet, decide lo que es internet.
Zuckerberg se ha puesto el traje de filántropo para conquistar los países en desarrollo. Internet.org tiene nombre de ONG, pero es una rama más de un negocio multimillonario que ahora también controla WhatsApp, el servicio que podía hacerle sombra en lo que respecta a comunicación de bajo coste.
La maniobra detrás de Facebook Zero es aún más agresiva: acceso gratis para móviles estúpidos, pero solo a los servicios de la red social. Internet viaja a los mercados emergentes a bordo de drones con el logo de la efe.
Miles de futuros internautas están dando sus primeros pasos de la mano de Facebook. Ignoran que hay miles de servicios esperando más allá, en el ancho mundo de unos y ceros al que acceden sin saberlo al traspasar la inmensa arcada de la red social. En el país digital que Zuckerberg gobierna, con una población similar a la de China, tienen todo lo que necesitan: él se encarga de comprarlo, al precio que sea, y de llevarlo a sus dominios.
El problema es que los países virtuales tienen leyes propias, que a menudo chocan con las disposiciones de los estados y estructuras supranacionales del mundo real. ¿Mejor una internet controlada por Facebook que ninguna? ¿Mejor que entren por la puerta de una empresa privada que dejarlos fuera?
Dos de los autores del manifiesto Cluetrain, que sentó las bases de la web participativa y el ‘social media’, acaban de reformular algunas de las tesis que hace 16 años sembraron el terreno del que brotaría, entre otras cosas, la propia Facebook. Ahora tienen miedo: esa internet que era nuestra, de los usuarios, se nos está escapando entre los dedos.
«Internet fue creada para liberarnos del control de las empresas, los gobiernos y los sistemas», recuerda Doc Searls. Sin embargo, muchos usuarios la confunden con una web en particular. «No podemos arriesgarnos a perder, a permitir que las grandes empresas y los gobiernos nos acaben convenciendo de que la Red es menos de lo que realmente es», añade David Weinberger.
La respuesta de estos pioneros se lee entre líneas: una internet controlada por Facebook no es mejor que ninguna. «Facebook no es nuestro, pertenece a sus accionistas».
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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Michael Coghlan, LIRNEAsia, paz.ca y Scott Zhang