No disponemos de estadísticas, pero probablemente qué quieres ser de mayor se encuentre entre las preguntas más frecuentes que se hacen. Las respuestas siempre han sido variopintas, pero puede que en un futuro cada vez más cercano lo de bombero, médica y peluquero ya no solo no se estile, sino que ni siquiera exista.
New Jobs es un documental realizado por la productora Deer Watson para Funcas, un think tank dedicado a la investigación económica y social y a su divulgación. ¿Cuáles serán los trabajos de mañana? ¿Qué cualificación se requerirá a los profesionales del futuro? ¿Cómo afrontaremos esos cambios?
Los avances científicos y tecnológicos marcan el ritmo del futuro del trabajo, tanto es así que hay expertos que afirman que nos encontramos ante la cuarta revolución industrial, en la que esos avances tecnológicos influirán decisivamente en el mercado laboral y en todos los ámbitos de la vida. De hecho, ya lo están haciendo.
¿EL FIN DEL MUNDO O EL NACIMIENTO DE ALGO MÁS PROMETEDOR?
La clave está en la adaptación. Para la doctora en Inteligencia Artificial por el MIT Nuria Oliver, será difícil que podamos sobrevivir como especie y afrontar los retos a los que nos enfrentamos, desde la emergencia climática pasando por el envejecimiento de la población, las enfermedades crónicas e incluso la desigualdad en la distribución de la riqueza, sin esas tecnologías que ya se están desarrollando en la cuarta revolución industrial. De hecho, un estudio de la Comisión Europea estima una necesidad en el corto plazo de hasta 900.000 puestos de trabajo relacionados con las TIC.
Esos cambios ya se empiezan a observar en campos como la medicina, que está dejando de ser un departamento estanco para abrir y compartir su práctica con otras áreas como la ingeniería, la impresión 3D y el procesamiento de imágenes médicas, con todas las oportunidades de trabajo que pueden surgir alrededor de todas ellas y combinándose unas con otras.
Estos avances pueden verse como una amenaza, el miedo a que la tecnología y la IA destruyan puestos de trabajo. Observar ciertas cifras no tranquiliza en ese sentido. Según la consultora McKinsey, el 50% de los trabajos actuales son susceptibles de automatización. Y la OCDE estima que el 71% de los trabajadores españoles puede ser reemplazado por una máquina.
Pero hay una segunda vía más optimista: se abren nuevas oportunidades laborales. Según la empresa de trabajo temporal Adecco, el 14% de las ofertas de trabajo del último año han sido para empleos que no existían hace 15 años. Y el Institute for the Future asegura que el 85% de los trabajos que habrá en 2030 no se han inventado aún.
¿CÓMO AFECTA ESTO AL MERCADO LABORAL?
Es probable que profesiones como traducción y contabilidad puedan acabar desapareciendo del mercado, tal y como se desarrollan ahora, porque ciertos procesos puedan ser realizados por máquinas y algoritmos. O puede que, simplemente, se transformen. En cualquier caso, lo que sí es seguro es que se crearán nuevas profesiones. Con la llegada, por ejemplo, del coche autónomo, surgirán industrias que se encarguen de su diseño, desarrollo e incluso arreglo de este tipo de vehículos.
También puede ocurrir lo mismo alrededor del mercado de los drones o de los sistemas inteligentes de asistencia. Incluso la propia definición de lo que es un médico o un abogado, por poner dos ejemplos, va a redefinirse por el simple hecho de que van a estar trabajando mano a mano con sistemas humanos no inteligentes.
«Si analizamos el tipo de mercado laboral hacia el que vamos, tenemos que ver, yo diría, dos tendencias», razona la divulgadora científica Silvia Leal en un momento del documental. «Por un lado, la tendencia a que cada vez vamos a tener más personas trabajando como autónomas para proyectos. Y por otro lado, un mercado profesional donde no todo el mundo es tecnológico, pero donde todo el mundo, o casi todo el mundo, tiene que saber cómo utilizar la tecnología para hacer su trabajo de manera más eficiente».
Para Leal, aunque se prevé que la transformación digital destruya 75 millones de puestos de trabajo, también se estima que generará 133 millones de nuevos empleos en campos distintos. El saldo, afirma, es positivo. Y, además, destaca un último punto a favor del hombre frente a la tecnología: «¿Qué te diferencia de los robots que te va a ayudar a ser más eficiente y rentable en tu puesto de trabajo? Evidentemente, la humanidad».
EL VALOR DE LAS HUMANIDADES
La ciencia, la tecnología no son nada si no tienen alma. Un algoritmo no puede sustituir la creatividad humana ni sus sentimientos. «Las humanidades van a jugar un papel cada vez más importante en esa nueva era porque cuanto más avanza la tecnología, más humanos tenemos que ser», afirma con rotundidad Elena Ibáñez, fundadora y CEO de Singularity Experts.
Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas, pone un ejemplo muy claro: en Japón han inventado el concepto de sociedad 5.0. La economía, la tecnología… todo se está repensando con el fin de que sirva para cumplir con sus aspiraciones sociales. «Todo lo que tiene que ver con el ocio, la cultura, la interpretación, dar sentido… Los momentos de disrupción tecnológica son también momentos donde hay también más demanda de dar sentido a la evolución social».
Y, además, hay que tener en cuenta algo fundamental: siempre serán necesarias las competencias del espíritu crítico y de la creatividad, y esas competencias son humanas.
EMPECEMOS POR CAMBIAR LA FORMA DE ENSEÑAR
Si el cambio que está trayendo esta cuarta revolución industrial y sus avances tecnológicos se está dejando notar ya en casi todos los ámbitos sociales, ¿qué pasa con la educación?
En España, el modelo está instalado en una educación reglada, muy estática, en la que todo se ha divido entre ciencias y letras, entre perfiles tecnológicos y perfiles humanistas. Y está claro que debe cambiar porque ya no representa a la realidad de la sociedad, en la que el aprendizaje va hacia modelos mucho más atomizados, hacia una formación continua, el life long learning, el aprendizaje constante.
Este nuevo sistema educativo debe aspirar a que los estudiantes aprendan a aprender, a trabajar en equipo. Debe ser un sistema que no penalice el error, como hasta ahora, sino que lo desestigmatice.
Como también debe desestigmatizar la formación profesional y desechar, de una vez por todas, la obsesión por las titulaciones. Ser un graduado universitario ya no garantiza el éxito laboral. Según el Ministerio de Educación, un 43% de las ofertas de trabajo se dirigen a titulados en FP. «Debemos perderle el miedo a la FP», afirma Elena Ibáñez. «La Unión europea está ya viendo que dentro de cinco años se va a requerir un 65% de titulados en FP frente a titulados universitarios, y ahora mismo es exactamente al revés. De hecho, hoy, en España, todas las personas que estudian FP tienen mejores salidas profesionales que los universitarios».
También los currículos, los contenidos, las materias deben cambiar y adaptarse a las nuevas necesidades que están llegando y que van a llegar. «La transformación digital está cambiando qué enseñamos. ¿Un estudiante de Derecho debe conocer las inteligencias artificiales? ¿Un estudiante de ingeniería informática tiene que tener conocimientos de ética? Por tanto, los contenidos de los planes de estudio de las distintas titulaciones tienen que adaptarse a este mundo digital», concluye Faraón Llorens, director de la cátedra de Transformación Digital de la Universidad de Alicante.