Una mujer menuda encaramada a una silla alta mira con seriedad al objetivo. Se llama Helen y su mirada tiene la extraña serenidad de quien lo ha perdido todo pero sabe que aún hay camino y vida por recorrer, que aún hay una nueva oportunidad para salir adelante. Junto a ella, como mirando a ese futuro esperanzador, posa Sky, una enorme jirafa africana que fue recogida siendo bebé en un refugio cuando la colonización humana acabó con su hábitat.
Lucio y Chascas, un mono araña que está en peligro de extinción en Bolivia, parecen mirar también a ese mañana que quiere abrirse paso entre la niebla. De alguna curiosa manera, el fotógrafo que los ha retratado ha conseguido convertirlos en un mismo ser con la enorme dignidad de los luchadores.
Helen y Sky, Lucio y Chascas tienen una cosa en común: todos son supervivientes, todos han visto cómo sus vidas se han venido abajo por culpa de los desastres naturales que el cambio climático ha provocado en sus lugares de origen por la degradación de la tierra que había sido su hogar.
Y todos, animales y humanos, desde la serenidad de sus miradas, nos lanzan un mensaje que busca sacudir nuestras conciencias: ¿Qué estamos haciendo con nuestro planeta? Pero también de esperanza: por mucho que la vida golpee, siempre podemos levantarnos y reconstruirnos, siempre podemos seguir luchando.
Estas dos fotografías pueden verse, junto a otras, en la exposición The day may break. Chapter I y II, del fotógrafo británico Nick Brandt, que forma parte del festival PhotoEspaña 2023. Estos días y hasta el 25 de julio, están expuestas en la galería de arte Tamara Kreisler Gallery de Madrid.
Brandt es uno de los fotógrafos más influyentes del panorama actual cuya mirada apunta a la naturaleza y al efecto devastador del cambio climático sobre ella. Sequía, inundaciones, incendios… desastres naturales que han empujado a animales y a humanos a abandonar sus hogares en busca de otra vida. «A esta exposición la hace tan especial el hecho de que las fotografías están hechas en un solo encuadre», explica la galerista Tamara Kreisler. «No es un Photoshop en el que ponemos un animal y una persona. No son fotos espontáneas, sino muy estudiadas, pensadas y meditadas».
Tomadas entre 2020 y 2022, los escenarios son cinco santuarios y áreas de conservación en Kenia, Zimbawe y Bolivia que sirven de refugio a estos animales rescatados de zonas de caza furtiva y hábitats destruidos. Ninguno de ellos podrá volver a vivir en su entorno natural. Con una fuerte intención de denuncia social, Brandt los ha fotografiado junto a personas que lo han perdido todo y que buscan rehacer sus vidas en esta serie de dos capítulos que, por primera vez y de manera individual, se exponen en España en la galería madrileña.
En todas las fotos, además del blanco y negro, el elemento común es la niebla, un símbolo de un mundo natural que, según explica Brandt, «alguna vez fue reconocible y ahora se desvanece rápidamente». Para el fotógrafo inglés, humanos y animales tienen la misma dignidad y merecen el mismo respeto. Por eso el 5% de las ventas de las fotos de estas dos series se destinarán a las personas fotografiadas para que puedan rehacer sus vidas, y a los refugios donde estos animales viven actualmente.
El mensaje, a pesar de la seriedad de los rostros, quiere ser positivo: no es tarde para cambiar nuestra mentalidad y apostar por la defensa y la protección de nuestro planeta. Si somos lo suficientemente fuertes para reconstruirnos ante los desastres, lo somos para transformar nuestro mundo en positivo.
TAMARA KREISLER: EL ARTE COMO COMPAÑERO DE VIDA
La de Nick Brandt es la segunda exposición de la galería física que Tamara Kreisler abrió este año en Madrid. Economista de profesión, el interés de Kreisler por el arte le viene por tradición: ella pertenece a la tercera generación de esta familia de galeristas, y el arte, comenta, ha sido y es un gran compañero de vida.
No cree que para apreciar el arte haya que tener un ojo especial, sino simplemente bien entrenado. Ella lo ha tenido fácil en ese sentido ya que toda su vida ha estado rodeada de artistas y de obras de arte. Pero cree que, además de ciertas destrezas técnicas, en una obra lo que hay que buscar es que haya un lenguaje propio y original que sepa conectar con el del espectador. Entender de arte no es necesario, hay que sentirlo. «Si, además, es una inversión, pues fenomenal, pero cómpratelo porque te hace sentir, porque quieres que te acompañe», aconseja.
La filantropía es otro campo donde Tamara Kreisler acumula una experiencia de 25 años. Además de la Fundación Teodora, la galerista es confundadora de la fundación (H)Arte junto con Silvia Centeno. Esta plataforma se encarga de organizar exposiciones artísticas en hospitales porque creen firmemente en el poder terapéutico y sanador del arte.
En su galería física (antes había creado otra online llamada kreislerart.com), Kreisler expondrá fotografía, pintura, escultura y arte digital donde dará a conocer a artistas que tengan un lenguaje propio, tanto nacionales como internacionales. «Quiero que la galería sea un espacio muy abierto, con un foco cultural abierto a presentaciones de libros, presentaciones de productos… que pasen cosas», afirma, todo con el objetivo de acercar el arte a todos los públicos y hacerlo más cercano.