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Creatividad

A blogueros borregos, dibujos feos

Es sabido que Picasso, cuando solo era un niño, pintaba obras de un gran realismo con una técnica cuidada al detalle. Es necesario conocer esos inicios para comprender la obra posterior del artista, que pronto necesitó que la pintura aportara algo más allá de la reproducción fiel de la realidad.

De igual modo, quien observe uno de los murales caóticos de Nicolás Villamizar debería saber que este pintor tiene en su archivo (también) muchachas de mejillas sonrosadas y obras con colores y líneas cuidadas. Pero en algún momento decidió que su leitmotiv sería «ART IS ERROR», y empezó a ensalzar las posibilidades expresivas de los bocetos como obra final, de las paredes de los baños públicos y de la sátira como herramienta. «Creo que es el transcurso natural de alguien que dibuja. Empiezas copiando lo que ves, intentas imitar la realidad de la mejor manera posible, hasta que te empiezas a alejar, porque copiar la realidad tal cual es (colores, formas, tamaños, proporciones) ya no te llena».

Él empezó a dibujar de niño siguiendo el ejemplo de su padre. «Me fascinaba cómo en tan poco tiempo podía reproducir en un papel cualquier cosa que le pedía». A él también se le daba bien, así que dibujaba a todas horas lo que veía a su alrededor. «Poco a poco, he ido derivando a peor. Cada vez me atraen los dibujos más simples, más toscos y quizás torpes. Los personajes que más me llaman la atención son turbios e ingenuos, incluso feos. De esta manera puedo poner énfasis en aspectos que he decidido que estén presentes constantemente en mi obra: el humor, la sátira, la soledad, lo absurdo y lo simple. Me encanta burlarme de mí mismo y de mis preocupaciones y eso solo se puede hacer dibujando MAL».

Le interesan temas como el auge de las redes sociales o la «enfermedad» de la industria de la moda. De esta última dice que siempre le ha atraído. «Siempre he sido un fiel admirador y consumidor». Helmut Newton hizo que se apasionara por la fotografía de moda, llegando incluso a plantearse dedicarse a ello.

No tiene nada en contra de los diseñadores, fotógrafos y modistas, pero sí de aquello en lo que se ha convertido esta industria y del impacto que tiene en los jóvenes. «Iconos como Kate Moss, diosa absoluta para muchas jóvenes que solo quieren convertirse en famosas, itgirls o socialités (los términos en sí son completamente ridículos)… Me sorprende sobremanera que convirtamos en semidioses a gente sin preparación, sin talento, sin mérito alguno, solo porque se han hecho una foto con un famoso o porque han subido a su blog 3.456 fotos de sus estilismos. Esto me alarma y me fascina a la vez. Pero me encanta lo estúpido y lo ridículo, así que no lo llamaría una crítica, es casi un homenaje a su lado más absurdo».

Los blogueros y los instagramers le sirven de vehículo para que sus obras sean «más graciosas, más atractivas y más potentes». «¡En realidad los AMO!», asegura. En su obra se leen frases como «¡Ayuda! ¿Cómo puedo sacar una foto de mi culo con un palo de selfie?», «Sueño con un mundo sin blogueros» u «Hoguera bloguera», y se ven dibujos cargados de simbolismo como los de raspas de sardinas que representan modelos o un simbólico arpón formado por el contorno de unos pechos y con el juego de palabras «art-porn».

«No denuncio nada. Lo que no me gusta es que seamos borregos. Me preocupa porque también lo veo en el ámbito profesional». Él lleva diez años trabajando en publicidad, diseño gráfico e ilustración, y lo vive a diario: «Los clientes te piden exactamente lo que han visto en la competencia. Si les propones algo nuevo, se asustan. Y esto sucede en muchos sectores en España. Por ejemplo, en el cine: siempre ves las mismas caras y no son necesariamente las de los mejores actores».

Villamizar es tajante: no cree que se pueda llegar a un uso responsable y auténtico de las redes sociales. Considera que ya están demasiado viciadas. «Sin embargo, como ya lo hemos visto con Myspace, Fotolog y otras redes que han muerto, aparecerán otras que al principio serán interesantes e innovadoras, se harán populares, se viralizarán, entrará la publicidad y perderán su atractivo. Lo bueno de las redes sociales es que evolucionan constantemente, y siempre pueden ser herramientas útiles para tu desarrollo personal o profesional, depende de cómo las utilices».

Una de sus obras preferidas es Idiotic new world, que se expone hasta el 11 de enero en una exposición colectiva en la Galería Kreisler de Madrid. Se trata de un mural descompuesto en doce lienzos que necesita un buen rato para ser entendido en su totalidad. «Me gusta que cuando ves mis obras vayas descubriendo poco a poco pequeños mensajes, que las tengas que mirar varias veces para poder encontrarles el sentido». Este magnético (o «engaging», como lo definió un cineasta británico amigo suyo) mural es un estupendo ejemplo de las temáticas recurrentes en la obra de Villamizar: los comportamientos absurdos, la saturación, el ruido, la enfermedad y la soledad.

Otro ejemplo de esa sátira de sí mismo y de la sociedad en general son sus Little short spray stories, dibujos de líneas simples cargados de simbolismo hechos en botes de spray.

Cuando Nicolás Villamizar realiza murales para establecimientos de lujo que quieren dar un toque de agresividad a sus locales, a veces esconde mensajes y dibujos que se le ocurren en el momento. «Los dueños lo suelen descubrir meses después y les encanta».

En su casa, como era de esperar de un artista que sigue las pautas del caos y la anarquía, se acumulan lienzos, papeles y cajas. «Pero he de admitir que no soy yo quien decide cuáles van a la pared. De eso se encarga mi mujer».

Nicolás Villamizar es un artista de Up & Coming Gallery.

Por Isabel Garzo

Isabel Garzo es periodista, escritora y asesora de comunicación. Es autora de las novelas, 'La habitación de Dafne' (Demipage, 2022), 'Los seres infrecuentes' (Editorial Pie de Página, 2016) y 'Las reglas del olvido' (Editorial LoQueNoExiste, 2013) y del libro de relatos 'Cuenta hasta diez' (Incógnita Editores, 2010).
@IsabelGarzo

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