Cuando descubrió Los Sims siendo una niña, Nicoleta Mureş vio abierto un mundo que se convertiría después, tras estudiar Bellas Artes en su Rumanía natal, en su universo creativo. Esta artista digital dejó la pintura, el lienzo y el óleo con los que empezó sus estudios y los sustituyó por un ordenador y otras herramientas digitales para plasmar su particular forma de ver el mundo.
De aquel videojuego al que jugaba en su infancia, le gustaba la sensación de poder que le otorgaba, casi como un dios, al poder manejar a su antojo las vidas de aquellos personajes. «Podías controlarlos como si fueran muñecas; podían hacer cualquier cosa que te diera la gana, incluso a veces podías hacerles daño». Aquel mundo virtual donde ella era el demiurgo era tan parecido al real que hoy le parece una metáfora que iguala al videojuego con lo que podría vivirse hoy, sometidos en gran medida a la presión de crear y crear y crear contenidos.
«Parece que estamos en una simulación. Nos encontramos más en la vida virtual que en la real, y esos personajes de Los Sims ganaron un poco más de significado al mirar a mi alrededor y al mundo en el que me encontraba. Me parecía que quien creó este juego era un dios, y nuestro Dios también es muy parecido. Y eso me fascinó muchísimo».
De ahí que en muchas de sus creaciones sus personajes, que siguen la línea estética de los del videojuego, se conviertan para ella en objetos de observación. Mureş coloca esos cuerpos virtuales en situaciones relacionadas con el estrés, la ansiedad y el miedo, creando mundos distópicos donde los protagonistas, sin embargo, se enfrentan a situaciones que tienen algo de real: la deshumanización en el trabajo, el aislamiento, cómo las redes convierten nuestros cuerpos en meros objetos hasta desprenderlos de eso mismo, de su propia corporalidad; la tiranía del consumismo…
En el fondo, nos anima a reflexionar cómo internet distorsiona nuestra realidad, cómo nos adormece hasta robarnos la personalidad. Nos convertimos, según su visión, en esos mismos muñecos digitales que eran los personajes de su videojuego favorito, sin capacidad de reacción; en autómatas que se dejan hacer y no tienen vida propia. Y llama la atención que esa crítica al abuso de la tecnología y de internet venga de una artista que utiliza, precisamente, esa misma tecnología para desarrollar su creatividad.
Del lienzo a la pantalla
El paso de la pintura al universo digital lo dio tras venir a Madrid con una beca Erasmus durante su época de estudiante. Aquí descubrió un mundo creativo que no le brindaba la pintura, una técnica que se convirtió para ella en algo repetitivo y que le hacía sentir que no encajaba ni con sus profesores ni con sus compañeros porque, cuenta, le daba la impresión de que estaban en una burbuja fuera de la realidad.
En Madrid descubrió los museos donde el arte digital estaba presente como un estilo más, y aprendió a manejar herramientas como Photoshop e Illustrator. También le ayudó a dar el paso para dejar atrás la pintura el descubrimiento en Instagram de artistas como Jon Rafman. Pero lo que acabó de convencerla para dedicarse al arte digital fue el libro Digital Art, de Christiane Paul, que le dio una de sus profesoras en Rumanía.
«Aquello marcó mi camino. Ese libro fue una Biblia para mí, me abrió mucho los ojos porque antes no conocía este mundo. Al leer todas estas cosas y ver a estos artistas, me parecía que cada día empezaba a conocer y ver más arte digital. Fue un cambio de mirada, de perspectiva».
Estética Sims y collage
Sin embargo, la estética de sus personajes huye intencionadamente del hiperrealismo que a veces ofrece el 3D. Ella prefiere darles ese aire retro e imperfecto que le acerca, una vez más, a los videojuegos de su infancia. «Me gustaba esa parte nostálgica de esa época de los principios de los 2000 y los comienzos del mundo virtual e internet. Esa era mi parte favorita», comenta.
Los softwares que usa tienen esa estética y le permiten customizar ese tipo de personajes. «Me interesó mucho que pareciera un muñeco, o sea, que no tuviera muchos detalles, que fuera muy básico. Así es más conceptual que algo más trabajado o muy estilizado».
Junto a esa estética Sims, en las obras de Nicoleta Mureş también juega un papel importante el collage, porque le permite mezclar y combinar el mundo real (muchas de las fotos que utiliza, sobre todo al principio, forman parte de su archivo personal, imágenes que toma de lo que le rodea, de su día a día…) y el mundo virtual representado por esos personajes en 3D. Esa era su forma de describir el mundo. Un espacio donde no existe una frontera o una línea que separe ambos planos. «Me parecía que el collage definía bien mi mundo».
En la cotidianidad, sin embargo, es donde Mureş encuentra su inspiración. «Me gusta cuando me vienen ideas muy random: estás paseando por el parque y ves algo, o una situación cotidiana, o una conversación con un amigo… Me parece que la vida en sí es muy interesante y me ofrece infinitas maneras de inspirarme. Cada día encuentro algo nuevo fascinante y me gusta encontrarlo en cosas muy cotidianas».
IA sí, pero no y depende
El mismo espíritu curioso que le llevó a experimentar con Los Sims le ha conducido ahora a experimentar con la IA. Para la artista rumana, es solo una capa más dentro de su obra, como si fuera un collage más. «Es otra capa que se añadió a nuestro mundo, porque así veo yo nuestro mundo, como varias capas que se añaden y se añaden…». Pero, al menos por el momento, no es una herramienta que le acabe de convencer.
«No está muy avanzada. Sé que muchos artistas temen que seamos reemplazados por ella, pero, de momento, la veo bastante limitada también en concepto. Al experimentar con ella, sí que veo que los resultados son mediocres. Me cuesta mucho trabajo llegar a un punto que me haga sentir satisfecha con el resultado. Se repite mucho, la veo muy limitada».
En ese sentido, no cree que haya que tenerle miedo. Mureş entiende que lo que ocurre ahora con la IA es solo una etapa dentro del arte, al igual que ocurrió con la fotografía en su momento: «muchos la tenían miedo también y ahora todo el mundo la usa». Sin embargo, tampoco está plenamente a favor de su uso como única herramienta creativa.
«Creo que no puedo usar solo IA y decir, bueno, esta es mi obra. Eso es muy de perezosos. Hay que trabajar más el concepto, claro, y aún es bastante limitada, pero también me genera curiosidad de ver cómo puede evolucionar con el tiempo. Por ejemplo, me parece genial la idea que ha tenido Nvidia, porque quieren hacer que cada persona pueda introducir prompts y crear sus propios videojuegos. Y a mí eso me parece muy fuerte, crear un mundo entero interactivo desde prompts será increíble».
«Pero luego también tengo me paro a pensar qué pasa con toda estas sinergias, cómo las utilizamos… Me preocupa —reflexiona Mureş—. Necesitamos más información para saber todo esto: vale, se trabaja, pero cómo se trabaja realmente, qué recursos usa… Esa información falta muchísimo ahora, y deberíamos investigar mucho más en este sentido. Quiero avanzar, sí, pero con mucha reflexión detrás».
Las increíbles primeras veces
Trabajar junto a otros artistas es un aspecto de su trabajo creativo que valora muy positivamente. Una de las más recientes fue con Anha Anha en la creación del documental I am a potato, donde Mureş se dedicó a la parte visual de lo que se quedó únicamente en un teaser.
«Fue solo un tráiler, pero, aun así, fue un trabajo muy grande. Para hacer esos dos minutos tuvimos que trabajar muchos meses. Ella hacía cambios en el guion, yo hacía los renderings. Para animar la boca de los personajes —porque queríamos que se viera muy de verdad, que parecieran personajes reales—, usamos IA, y eso también necesitaba mucho cambio y varios intentos para llegar al resultado deseado». La experiencia, afirma, fue muy positiva.
Pero quizá la colaboración más importante para ella haya sido con una artista francesa para la creación de un vídeo musical. «Me gustó mucho porque fue un proyecto único y una oportunidad muy grande para mí. Creo que fue la primera vez que he colaborado con otra artista que venía de un mundo diferente».
Esa fue su primera vez en el mundo musical, y ella es muy amante de las primeras veces. «Me gusta ponerme retos, como usar la IA para animar la boca, algo que nunca había hecho. Creo que, para los artistas y para el arte en general, hay que aceptar retos un poco más grandes cada vez. No hay que tener miedo y decir que es algo que no has intentado nunca. Tú ya lo tienes, eres una persona creativa, puedes coger todas esas cosas y obtener unos resultados increíbles si tienes confianza en ti y sientes pasión por lo que haces».