Aprovechamos como siempre —y cuando digo como siempre me refiero a los últimos dos meses— para hacer un repaso de la actualidad a la par que os tratamos de vender la moto para que compréis nuestra magnífica revista. ¿Que cómo sabemos que es magnífica? Nos lo dicen nuestras madres y, si las conocierais, no os atreveríais a llevarles la contraria.
Este mes no nos han hackeado. Aun sin hackeo, estamos más enfadados que un mono porque «la Fiscalía quiere extender a los retuits las condenas por enaltecimiento del terrorismo». No nos queremos ni imaginar qué podría pasarnos por ese retuit que hicimos a Melendi hace ya algún tiempo.
Cuando hemos visto que el fiscal es el mismo que utilizaba una cuenta anónima en Twitter para comparar a la Guardia Civil con los nazis y burlarse de jueces y compañeros, se nos ha pasado el enfado. Todo lo que hace solo se puede entender si forma parte de un proyecto humorístico creativo, una suerte de happening digital en el que el humor, el amor y la demencia se dan la mano. Bravo por Carlos Bautista.
Pero nosotros no estamos aquí para los chistes en Twitter sino para contaros la mandanga que ofrece el número de papel de Yorokobu de este mes de noviembre en el que se celebrará con riadas de alcohol que nuestro anterior (bueno, el anterior del anterior) Jefe del Estado lleva 40 años bajo piedra.
¿Recordáis cuando los cines eran lugares a los que podías llevar el bocata de tortilla de atún, tirar bolas de papel a tus amigos y cantar las canciones de Grease (acatchú, dermontuplayin) a grito pelado? Pues eso aún se puede hacer en muchos cines de India. Cada vez con menos frecuencia, cierto, pero aún se puede. El país asiático, además, sigue manteniendo cines tan expresivos como los que os mostramos en el reportaje.
Es viernes. Estamos trabajando. Pero no nos gusta. Y eso que no tenemos resaca, que también podría ser. Pero mirad esto. Ryan Carson lleva años restándole ocho horas a su semana laboral. Los viernes han pasado a formar parte de sus fines de semana. Es algo que comparte con los 87 empleados de Treehouse, la plataforma de formación digital que fundó hace unos años en Portland (Oregon, EEUU). Algunos sí que se lo montan bien.
Christopher Herwig ha recorrido 30.000 kilómetros en bici, coche, taxi y autobús durante 13 años para descubrir ese mobiliario urbano y convertirlo en un libro que muestra una arquitectura desconocida en la mayor parte del planeta. Son las paradas de autobús de 14 antiguas repúblicas soviéticas y tienen esta pinta.
A Gary Cohen se le rompieron los esquemas cuando la Agencia Medioambiental de EEUU señaló a los hospitales como las principales fuentes de emisiones tóxicas del país. La culpa era, principalmente, de las incineradoras que se empleaban para destruir sus residuos y, en especial, los derivados del plástico. Los propios edificios donde se trataba a los pacientes tampoco podían presumir de eficiencia energética. Ha fundado Health Care Without Harm (HCWH) para combatir los efectos del problema.
El imaginario de los que fueron niños en los 80 está repleto de voces y sonidos de las series Hannah-Barbera. Es lo que le ocurre cada día a Ale Giorgini. Cuando comienza a dibujar no puede obviar que durante años y años sus imágenes de referencias fueron los escenarios donde transcurrían las peripecias de Los Supersónicos o las carreras de Los autos locos.
El relato de Futuros (im)posibles de este mes mezcla conspiraciones, guerras mundiales, atentados y un héroe capaz de trabajar en la sombra. Menos mal que estas cosas no pasan nunca. ¿O sí?
Como ya ocurrió el mes pasado, hemos vuelto a las apps. De otra manera, pero hemos vuelto. Os hablamos una vez más de Glovo, una aplicación en la que particulares hacen de recaderos para personas que necesitan un porte o cualquier otro tipo de ayuda. Planteamos las ventajas y las dudas que nos suscita la aparición de la app.
La portada de noviembre no es un plato de tallarines sino la lucha de Baimu contra las fuerzas del más allá. Aquí tienes la historia completa.