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Qué peligro tenéis los de CGI

Cuando tratamos de imaginar el peligro, se dibujan en nuestras mentes imágenes icónicas asociadas a ello: alguien colgado de un precipicio, el payaso chungo de It de Stephen King o un chimpancé con un libro de Paulo Coelho en las manos. Es normal. Son elementos que se han ido grabando en la conciencia colectiva por repetición y por apelar a los temores más profundos del ser humano. Sin embargo, hay algo peor. Los tipos que se dedican a generar efectos visuales por ordenador.
Con todo, no siempre los efectos son funestos y perjudiciales para el entorno del creador de efecto. En el caso de este trabajo de Rushes, una agencia creativa del Soho londinense, todo se hace para impulsar una mirada poética a submundos invisibles.
Nunca bajamos la mirada, y cuando lo hacemos es, normalmente, a causa de la tristeza, porque no queremos que las gotas de lluvia nos acaricien nuestras caras. Nos perdemos mucho porque, ahí abajo, mientras las escalas de todo lo que acontece nos parecen tan vastas, el mundo se mueve a su propio ritmo. El equipo de Gráficos Generados por Ordenador de Rushes se ha detenido a mirar lo que ocurre a nuestros pies y ha añadido lo que ellos creen que pasa y no vemos.

El problema llega cuando pones la herramienta en las manos adecuadas, las de un currela de Dreamworks, pero fuera de su entorno habitual, del lugar en el que desarrolla su creatividad con los sabios límites que impone un jefe. El resultado es un niño que desde pequeño sabe que lo que ve en las películas son milongas. Pobrecico mío.
Action Movie Kids es una serie de breves vídeos en los que Daniel Hashimoto otorga a su hijo poderes alucinantes.



Hay más vídeos en su cuenta de YouTube.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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