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Nono K: Traducir cómics, dibujar letras

La traducción de tebeos no es como la de libros. La estrecha relación entre texto e imagen hace que no baste con reproducir lo escrito en letra de imprenta: hay que dibujarlo. El ilustrador Nono K ha rotulado decenas de títulos para autores de la talla de Robert Crumb, Daniel Clowes, Gilbert Shelton, Kaz, Peter Bagge, Joe Sacco, Herr Seele o Johnny Ryan. Un trabajo en el que la destreza con los pinceles debe lidiar con los diferentes alfabetos y las particularidades del idioma. Para que se hagan una idea, mientras que aquí los perros dicen «¡guau!», en el mundo anglosajón dicen «bark!».
«El de rotulista es un oficio del siglo pasado. Todos los que se dedicaban a esto deben estar muertos. Ahora las editoriales prefieren pillar una tipografía Comic Sans y que rotule los tebeos el sobrino del jefe», explica Nono K, dibujante de tebeos que empezó con esta disciplina rotulando los libros de aquellos autores a los que admiraba, hasta que, un buen día, acabó convirtiéndose en una profesión. Una actividad que él compara con otra que también era muy habitual en el siglo pasado.
[pullquote class=»right»]Para conocer las características de cada autor hay que diseccionar sus trabajos. Aprender de ellos a través de sus obras[/pullquote]
«Este trabajo se parece mucho al de un falsificador y yo respeto mucho a los falsificadores. Especialmente a los de documentos oficiales y a los de papel moneda. El asunto es que, incluso falsificando, cada uno deja su impronta. Mi pulso y mi trazo nunca será el mismo que el tuyo. Por eso hay que olvidarse del estilo personal de cada uno y adaptarse al del artista. Lo único importante es que el acabado final se asemeje todo lo posible al suyo».

Nono K. ha tenido la oportunidad de rotular obras como Ghost World, Angry Youth Comix, Odio o las aventuras de Súper Cerdo. Un trabajo que se realiza con más intuición que datos porque, por cuestiones de tiempo, economía o distancia geográfica, no es posible consultar a los autores.
«Para conocer las características de cada uno, hay que leer mucho, diseccionar sus trabajos. Aprender de ellos a través de sus obras porque nunca pude consultarles o hablar con ellos. Me gustaría haberlo hecho, no por frikismo, sino por captar mejor lo que quieren. Aunque, pensándolo bien, creo que me daría un poco de corte. Solo traté con Gilbert Shelton, supongo que porque vive en París y viene bastante a España. Cuando vio mi trabajo me felicitó y eso es algo que no tiene precio».

Para rotular vale cualquier cosa. «Rotuladores de todo tipo, pinceles, tinta china… Todo menos plumilla, que me sale un trazo de pena». Sin embargo, lo que nunca puede faltar es la labor previa de un traductor. Un profesional que domina lenguas extranjeras, sean estas las que sean, pero que no tiene por qué saber la dificultad que entraña dibujar determinados textos o encajar en un bocadillo ciertas frases.
[pullquote class=»right»]Hay idiomas como el inglés que son más sintéticos. Lo que ellos cuentan en dos palabras, en español es una frase súper larga[/pullquote]
«La mayoría de los traductores con los que he trabajado van un poco de subidillos. El único normal es Hernán Migoya. Además, hay que tener en cuenta los criterios de las propias editoriales. Unas quieren ser muy respetuosas con el original hasta el punto que no se sabe por qué optan por la traducción. Otras lo traducen todo, incluidas las referencias de otros países a la cultura española, lo que da lugar a situaciones como la de que un personaje diga “me gustaría ser como Lina Morgan”. En esos casos, yo prefiero una nota explicativa a pie de página».

El problema se acrecienta cuando el idioma original no tiene ni tildes, ni exclamaciones de apertura, ni virgulillas, ni diéresis y el otro sí, como sucede con el castellano en relación con casi cualquier otro.
[pullquote class=»left»]En ocasiones hay que hacer algunos «arreglillos» y a veces no se da cuenta ni el propio autor. Si eso sucede: misión cumplida[/pullquote]
“Además de esos elementos gráficos que comentas, hay idiomas como el inglés que son más sintéticos que el español. Lo que ellos cuentan en dos palabras, en español es una frase súper larga. ¡Menudo sufrimiento para los que tienen que rellenar bocadillos! La idea es buscar siempre soluciones que se asemejen lo más posible a lo que podría haber dibujado el autor. Ahora bien, en ocasiones, donde había un “M” en inglés que tapaba el dibujo, resulta que sale una “I” en castellano. Obviamente en casos como esos hay que hacer un arreglillo».
El reto en esos casos es que dicho apaño quede integrado en la página de tal manera que pase desapercibido al lector.
«Bueno, en ocasiones no se da cuenta ni el propio autor», explica Nono K. «Cuando eso sucede: misión cumplida», concluye satisfecho.

De entre todos los autores para los que ha trabajado, Nono K. destaca a Herr Seele, ilustrador holandés autor del clásico Cowboy Henk. No precisamente como aquel con el que más ha disfrutado sino más bien como uno de los que más quebraderos de cabeza le han provocado.
[pullquote class=»left»]Herr Seele y su Cowboy Henk ha sido, sin duda, uno de los trabajos más difíciles[/pullquote]
«Sin duda ha sido uno de los trabajos más difíciles. Su rotulación no es ni tan barroca ni tan imaginativa como la de otros, como por ejemplo Shelton o Crumb, pero se nota que es un hombre que tiene una cultura tipográfica muy europea, de la primera mitad del siglo XX. Además, tiene algunas páginas con tanto texto que, ¡buff!… Prefiero no recordarlas y quedarme con el trabajo terminado e impreso».

Tras trabajar para diferentes editoriales como La Cúpula, Nono K. colabora actualmente para Autsaider Cómics. En sus propias palabras, «una micro editorial independiente de Mallorca, muy finolis. Algo así como si Siruela editase tebeos. Gente que le gusta lo que hace y además se les nota».
Para ellos ha rotulado, entre otros títulos, el ya mencionado Cowboy Henk de Kamagurka y Herr Seele, y dos tomos de Submundo de Kaz, ilustrador underground, que igual dibuja una historieta sobre yonquis que anima a Bob Esponja.
«Son más de quinientas páginas. Creo que algo se me ha pegado de él. Mis «Y», por ejemplo, ya no son las de antes, se parecen a las de Kaz. Suena esquizofrénico pero es lo que hay».

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