Aunque parece tener nombre de DJ de los 90, Paco Pomet es pintor, de pincel fino, de los de óleo y paleta de colores, a pesar de que en muchas de sus obras predominen los blancos y negros.
Pomet es de Granada, pero ahora su obra es más reconocida y codiciada en todo el mundo. Banksy se ha fijado en el y es uno de los dos artistas españoles exponiendo en Dismaland.
Desde pequeño Paco Pomet dibujaba todo lo que podía. Cuando descubrió lo que era capaz de hacer sobre un lienzo su vida cambió para siempre, y desde entonces no ha parado de pintar tratando de mejorar cada día.
Después de estudiar Bellas Artes en su ciudad natal, se fue de Erasmus a Inglaterra e hizo estancias en la Academia de España en Roma y París, para más tarde estudiar en el School of Visual Arts de Nueva York. Desde hace 10 años se dedica al arte a tiempo completo.
Su estilo tiene un aire retro, pero sobre todo surrealista. Las imágenes que crea parecen sacadas de libros antiguos, pero con una nota aparentemente fuera de lugar que llena de fuerza la obra. «Las definiciones son un terreno delicado y las dejaría para un crítico o historiador del arte», corrige el granadino.
Pomet es un artista de método, no cree en la inspiración sin más sino en el trabajo duro. Por eso le gusta meterse en su taller desde bien temprano y trabajar en una sola obra de principio a fin, con música de fondo la mayoría de los casos.
«Necesito mantenerme focalizado intensamente en el cuadro en el que estoy trabajando, por tanto las sesiones de trabajo no pueden perder continuidad. Esto es también necesario para tener la superficie del cuadro siempre fresca en la medida de lo posible y que no haya «cortes» entre sesión y sesión. A veces parte de la pintura puede pedir un secado total para luego aplicar un color discordante o un área con un tratamiento distinto que no se mezcle con lo anteriormente pintado. Entonces la obra puede tener dos o tres fases diferenciadas en el tiempo. Siempre dibujo primero en el lienzo, organizo la composición y luego pinto encima», explica.
Se considera un espectador ávido algo que considera fundamental para llegar a hacer bien el trabajo. Su fascinación por los inicios de la fotografía y el cine se aprecian en su pinturas.
«Aquella época fue un tiempo sorprendido y perplejo ante los cambios, un tiempo menos desencantado, antes de que el consumismo y la publicidad lo ahogaran todo. Sueño con esa época».
La mezcla de un viaje en el tiempo con escenas imposibles son características en su pintura, algunas de ellas expuestas en el parque de atracciones de Banksy. «Este mundo es a veces tan gris, tan utilitarista y materialista que son necesarias ciertas dosis de surrealismo para no ceder demasiado terreno a lo cabal», remata el artista.
Pomet comenta que la sorpresa fue muy grata ante la llamada a principios de año para formar parte de Dismaland. Como era de esperar, no conoció al artista que todo el mundo conoce pero que nadie sabe quién es. La confidencialidad fue total hasta el día de la inauguración. Desde entonces las visitas a su web han aumentado considerablemente y las tres galerías con las que trabaja atienden a más gente interesada en su obra. Mientras tanto él sigue en su taller dibujándole una sonrisa cínica al pasado.