«La adopción es personal, tú decides, pero una vez hecho, adquieres este compromiso. Lo que te estás llevando es un organismo vivo al que tienes que cuidar». Así explica el programa adopción de plantas del Jardín Botánico de la UNAM (México) la doctora Linda Valcasas, una de las responsables del proyecto.
Lo que han montado desde hace un año en el Instituto de Biología de la Universidad es algo así como un orfanato de plantas mexicanas en riesgo, en palabras de la doctora: «el primer centro de adopción de plantas en peligro de extinción». Allí las cultivan y las empiezan a criar. Cuando están preparadas, se les busca un padre o madre adoptivo dispuestos a dar regularmente fe de estar responsabilizándose bien de la criatura.
«Adopta una Planta no se trata de llevarse un planta que te guste sin más», explica Valcasas el procedimiento. «Cuando el padre adoptivo viene, rellena una hoja de registro y nos estamos comunicando con él ya siempre. Esta persona se está comprometiendo a cuidar la planta, informar al Jardín Botánico sobre su estado cada cierto tiempo; mantenerla bajo su custodia y no introducirla al medio silvestre; y dado el caso de que no pudiera atenderla más, heredarla a sus hijos, nietos o familiares cercanos como uno de sus bienes más valiosos, porque además algunas de las que tenemos viven hasta 200 años. Y también si se muere por algún motivo tienen que avisar, para que podamos registrar que ha fallecido este ser vivo».
El Instituto busca con esta idea «fomentar la conciencia pública sobre la importancia de la diversidad vegetal y la necesidad de su conservación y uso sostenible». Por el momento, según los datos que ofrece la doctora, ya son 5.000 los padres que se han llegado al Jardín buscando una planta en riesgo que llevarse y 7.000 los afortunados vegetales que hallaron su hogar.
Hasta sesenta especies se pueden encontrar en este orfanato de abono: «Cactáceas, crasuláceas, orquídeas, una especie de agave comiteco y también plantas insectívoras», enumera Valcasas. «Son plantas protegidas que están desapareciendo porque sus poblaciones se han reducido mucho, o porque crecen muy lento. Con la adopción pensamos que cualquiera se puede hacer un poco responsable de la contaminación que causamos todos, y lo que conseguimos es que si un día estas plantas desparecen del medio silvestre, sabemos donde están los padres adoptivos que tienen ejemplares. A través de semillas o hijuelos, conseguirían que no desaparezcan del todo, podrían utilizarse para mantener vivas y recuperar esas especies».
La adopción, en función del grado de riesgo que afecte a la planta, tiene un coste de entre 50 y 200 pesos (3 a 12 euros). Una vez llevada a casa, el centro se compromete a ofrecer vía mail, Facebook, Twitter o acudiendo a la enfermería vegetal del Jardín a brindar la información necesaria para que los nuevos padres sepan en todo momento como tratar a la adoptada. Así mismo, el contacto por correo implica una réplica por parte del adoptante, que a través de fotos o testimonios debe contar al Instituto en qué estado se encuentra.
«Una planta es un patrimonio», defiende la doctora, «queremos generar esta conciencia para lograr mayor compromiso social con las especies vegetales, que como nosotros, son seres vivos que necesitan ser cuidados».
* El Horario del Centro de Adopción del Jardín Botánico del IB-UNAM es:
Lunes a Viernes de 10:00 a 16:00 hrs.
Sábados de 10:00 a 15:00 hrs.
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