Palabras que sobran, expresiones cuya ausencia enriquecería el texto, vicios, vaguería, soluciones fáciles y previsibles, extensión excesiva… Sea cual sea la que miremos antes (la propia o la ajena), lo cierto es que los blogs están llenos de paja. Hay que limpiarla sin piedad para hacerle la vida más fácil al lector. Que, cuando decida visitarnos, encuentre textos directos, imprevisibles y hermosos.
Si no se está vendiendo nada, se debe evitar la utilización de frases propias de la publicidad y el marketing. Tampoco viene mal evitar esas frases huecas cuando en efecto se trata de vender algo. Expresiones como «vendrás por X, te quedarás por X» demuestran falta de originalidad. Además, el lector siente desconfianza hacia enunciados con apariencia de «vendemotos».
Los blogueros que son, además, periodistas, quizá aprendieron en la carrera que hay que intentar que los cierres de los artículos sean poderosos. Pero ¿cuántas veces encontramos en los posts cierres que no aportan nada, colocados solo porque «hay que cerrar de alguna forma»? Conclusiones como «solo se vive una vez» o «el show debe continuar», por no hablar de las imperdonables «¿te lo vas a perder?» o «¡que no te lo cuenten!» dejan al lector totalmente frío.
Las fuentes deben citarse en todos los casos. También si se trata de un pequeño blog personal o si la fuente es extranjera y «nadie se va a enterar». No solo por contentar al autor, sino también por la imagen de transparencia que da el autor al no atribuirse los méritos de otros.
Las palabras textuales de un entrevistado deben ir entrecomilladas. Las citas mal recogidas crean confusión. Por ejemplo, en una respuesta indirecta sin entrecomillar, el lector tendrá la duda de si el entrevistado dijo eso con esas precisas palabras o no.
Fulanito asegura que la lasaña es su plato preferido del universo.
Fulanito asegura que la lasaña es su «plato preferido del universo».
Solo en el segundo ejemplo queda claro que el entrevistado utilizó esas mismas palabras.
La «limpieza» del blog debería incluir una reflexión sobre ciertas costumbres que, si bien son válidas, tienen más sentido en unas bitácoras que en otras. Por ejemplo, el uso de la primera persona se entiende cuando se trata del blog de una persona popular o de un blog personal. Pero, en un blog sobre otro tipo de temáticas, el lector agradecerá una cierta objetividad. La narración de experiencias propias no siempre resulta de interés.
Muchos blogs prestan escasa atención a las imágenes. Por un lado está el tema de los permisos: por modesto que sea el blog, se deben utilizar siempre imágenes propias o libres de derechos (por ejemplo, imágenes con licencia Creative Commons, siempre que se cite a su autor). No es legal publicar una foto cualquiera de internet si no se tiene permiso para ello. Por otro lado está la estética: los lectores agradecerán encontrarse con imágenes que se alejen de las típicas fotos de banco de imágenes o de Power Point y que, por el contrario, sean originales y guarden una coherencia con el estilo del blog.
Los lectores agradecen que los posts tengan una nutrida capa multimedia. Si se está explicando una receta o los pasos para hacer una manualidad, es mejor no escatimar en fotografías o vídeos (siempre optimizados para que el artículo no tarde demasiado en cargar). Es recomendable añadir enlaces pertinentes a las fuentes, las personas citadas u otros artículos con más información. ¡Aprovechemos las ventajas del soporte digital sobre el papel, ya que las tiene!
Escribir buenos títulos es otro consejo imprescindible en el ámbito del periodismo que también es aplicable a las bitácoras. Aunque sobre muchos blogs planea el fantasma del SEO y de los resultados, debe intentarse escribir para personas: que los títulos sean representativos del contenido y, aunque sean llamativos, siempre guarden relación con este. Si bien es válido utilizar al titular algunos recursos que inciten a entrar en el artículo («lo que pasó a continuación te dejará helado», «diez formas de…»), es mejor no abusar de ellos y apostar por la originalidad.
Los blogueros que son exigentes transmiten ese afán de perfeccionismo en sus textos. Enseguida se ve que han buscado un poco más allá donde podían haberse quedado solo con la primera información. Que han repasado el texto a conciencia para limpiar cualquier gazapo. Que no se conformaron con el primer título que se les ocurrió y, en su lugar, pensaron un rato para quedarse con el mejor que podían escribir.
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