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‘Passages’: ¿existe redención para las personas tóxicas?

Vivimos en tiempos confusos. También, y quizá especialmente, en lo relativo al amor. Es por ello que muchos encontrarán similitudes entre lo que cuenta Passages, la nueva película dirigida por Ira Sachs y protagonizada por Franz Rogowski, Ben Whishaw y Adèle Exarchopoulos, y su propia vida o la de las personas que les rodean.

La acción de Passages tiene lugar en París y comienza en los últimos días del rodaje de una película que se titula igual que la que estamos viendo. Del set pasamos a la fiesta de fin de rodaje, donde el temperamental y maniático director alemán, Tomas (Rogowski), tiene muchas ganas de celebrar y bailar. Ante la negativa de su marido, Martin (Whishaw), de seguirle el ritmo, acaba haciéndolo con Agathe (Exarchopoulos), que escucha la conversación del matrimonio junto a ellos en la barra del bar. Martin se va a casa y Tomas y Agathe pasan la noche juntos.

 

Ya por la mañana, Tomas vuelve a casa algo trastornado y le cuenta a Martin lo que ocurrió la noche anterior. Martin se sorprende de la historia pero, aunque no queda claro, no parece que sea la primera vez que pasa algo así. El tiempo pasa y la relación de Tomas y Martin se va enfriando… 

Nunca llegamos a saber, en realidad, si Martin y Tomas tienen un matrimonio abierto, aunque todo nos hace suponer que existe cierta apertura, pero la manera en la que Tomas se sirve de ese supuesto acuerdo resulta dolorosa y cruel. 

La película constituye una pieza que encaja perfectamente con la carrera de Sachs. El cineasta norteamericano siempre se ha caracterizado por abordar temas emocionales y de relaciones personales desde una perspectiva muy humana, sincera y realista, lo que lo ha convertido en uno de los máximos exponentes del cine independiente internacional. 

En algunas de sus anteriores películas como Keep the Lights On (2012) y Love Is Strange (2014) ya había abordado además temas relacionados con la comunidad LGBT, la identidad, el amor en todas sus formas o la aceptación desde todos los puntos de vista. Quizá esta vez, la historia tiene algo más personal. 

Podemos decir que la película también supone una especie de reverso terrible de la vida del propio director, ya que él sí que ha conseguido formar con éxito una familia muy poco convencional junto al artista Boris Torres y comparte la paternidad de dos gemelos con la cineasta Kirsten Johnson. Es como si todo lo que ha salido bien en la vida de Sachs hubiera salido mal en la de Tomas.

Sin duda, una de los aspectos más destacables de la película es la interpretación de Franz Rogowski. En realidad, este personaje, a pesar de que sus acciones en muchos casos no son lógicas y sí bastante cuestionables, es la fuerza que mueve todo el entramado del film. 

Tomas resulta un personaje extremadamente carismático. A ratos seductor, a ratos despreciable, egoísta, ególatra, pero su presencia llena la pantalla en todas las escenas en las que aparece. 

Rogowski, al que ya habíamos podido ver en otras películas como En tránsito (2018), Vida oculta (2019) o Great Freedom (Gran libertad) (2021), parece haber nacido para este papel. Consigue otorgarle al personaje un carácter muy particular, gracias a su voz, a su físico y a una forma de moverse casi animal que nos hace recordar su formación como bailarín. El actor incorpora su cuerpo a su actuación lo que le confiere un aura muy especial.

Tomas es quejumbroso, exagerado, necesitado, caprichoso, un ególatra, una persona increíblemente tóxica pero con el que, sin embargo, muchos se verán incómodamente identificados si es que se han visto envueltos alguna vez en un triángulo amoroso de la complejidad mostrada en pantalla.

En su tarea, Rogowski está perfectamente respaldado por el resto de actores de la cinta, destacando Ben Whishaw y Adèle Exarchopoulos, cuyos personajes no son simplemente piezas para que avance la historia sino que consiguen también representar a personas reales, sólidas, aunque, quizá por la brevedad de la cinta, no llegamos a conocerlos del todo bien. 

A pesar de que podríamos decir que Passages es una película que trata de un triángulo amoroso y de las consecuencias que tiene en las vidas de las personas que lo forman, no podemos decir que la cinta vaya del poliamor, ni del despertar sexual de un hombre ya a punto de encarar la madurez. Passages va, básicamente, de un mal marido y amante y de los peligros de que alguien, bajo el auspicio de la libertad sexual de la que afortunadamente disfrutamos hoy en día, se dedique a romper el corazón de los que le rodean solo por su propio interés. La película, en cines a partir del 1 de septiembre, es un fiel reflejo de lo que les acaba ocurriendo a ese tipo de personas.

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