No es un juguete cualquiera. En determinados momentos, incluso, ni si quiera lo fue, si atendemos a las teorías que aseguran que, hace miles de años, las peonzas se utilizaban como parte de un rudimentario sistema para prender fuego. En algunas civilizaciones, su movimiento circular protagonizaba rituales de todo tipo: en honor a la fertilidad, fúnebres, para evitar la sequía…
No pasó inadvertida por filósofos como Platón, que la veía como símbolo del movimiento. Ni para Virgilio, que la citó en su Eneida. Tampoco años más tarde Brueghel el Viejo pudo prescindir de incluir la imagen de unos niños lanzando sus trompos contra el suelo en uno de sus cuadros más célebres.
El paso del tiempo fue cambiando su forma y en algunas casos su función, aunque es la faceta lúdica la que la mayoritariamente la mantiene como un objeto que pasa de generación en generación. Resulta difícil encontrar un lugar sobre la faz de la Tierra en el que no se las siga haciendo bailar en cualquiera de sus múltiples versiones.
Pero como todo buen invento, la peonza ha sabido reinventarse. Solo hay que echar un vistazo a cualquier parque o patio de recreo, o preguntar en un bazar de Todo a 1 euro cuál es en estos momentos su juguete más vendido para comprobar que las peonzas siguen ganando adeptos.
Gustavo Jiménez lo es desde hace años. Dentro de su colección de juguetes antiguos, dice, «el muestrario de peonzas comenzaron a tomar entidad propia. Comencé así a interesarme por su historia, sus versiones, los diversos nombres que se le da en distintos lugares…»
A partir de ahí y teniendo en cuenta que el artesano trabaja con la madera, «el paso de fabricar las mías propias fue algo natural». Junto a su socio, con el que también dispone de otra línea de actividad dedicada a la producción de mobiliario y otro tipo de productos a partir de la reutilización de materiales, puso en marcha Woodspin.
Huye de utilizar términos como «revisión» cuando habla de lo suyo con las peonzas. «Tratamos de aportar nuestra propia versión. Hablamos de un objeto que ha sido juguete, pero también ha tenido significados y usos culturales, mágicos y religiosos. Nosotros nos quedamos en el juguete, desde la posición de quien se divierte explorando las leyes de la Física».
Saben que la forma de algunos de sus diseños han dado alas a los usuarios para emplearlos para otros fines, aunque ellos siguen recalcando que ninguna de sus piezas tiene un doble propósito: «El modelo Honey es una peonza inspirada en los palos que se utilizan para extraer miel del frasco y nos consta que algunos clientes le han dado ese uso. Pero funcionar como peonza funciona de maravilla».
Para que eso ocurra, Jiménez asegura que hay que tener en cuenta sobre todo dos aspectos: el peso y la forma en la que se reparte este y posiciona el centro de gravedad. «En nuestro caso trabajamos con las diferentes densidades de las maderas utilizando unas u otras en función del perfil de la pieza. Tratamos de diseñar explorando formas y dimensiones fuera de lo habitual al mismo tiempo que intentamos que destaque la belleza de cada madera».
3 respuestas a «Peonzas artesanales para explorar las leyes de la física»
Muy bonitas, originales y en su color.Alguna les copiaré. Intuyo que las planas, (de poca altura) se pueden hacer con las puntas sobrantes de otros torneados. Enhorabuena.
Incluso han dado inspiración para uno de los supervillanos más ridículos de la historia:
https://en.wikipedia.org/wiki/Top_(comics)
Hola! Es brutal como se están vendiendo ahora las peonzas magnéticas. Vas por cualquier parque o salida de colegio y están en todos lados. Si queréis más información acerca de esta peonza, lo podéis hacer en esta web que he encontrado: http://www.peonzamagnetica.com