Se trata de una reunión secreta en la planta baja de una cafetería del DF, allí no hay nadie al llegar. Noto que ella ha elegido ese sitio por eso. Yo sé su nombre real pero a ustedes no puedo decírselo, lo siento. Para el público se llama Pepita, es una anónima joven mexicana que ya tiene más de 15.000 seguidores en twitter y miles de visitas mensuales en su blog, en el que elabora una guía de moteles y hoteles para parejas. La razón de su éxito, hablar de las ventajas, precios y comodidades de estos receptáculos del sexo desde la experiencia propia. También de otros muchos tabúes. Una ostentación de falta de pelos en la lengua que ruboriza la guía de la ciudad.
Pepita es un pseudónimo y también un icono para sus seguidores. Las fotos de unas piernas o de alguna modelo de la red. Pepita, además es un personaje de Juan Varela “que era extremadamente mojigato”, dice la joven que da vida al perfil rebelde que ha parido en internet con el mismo nombre. Pepita también es su alter ego. El alias encriptado bajo el cual la chica que tengo sentada enfrente confiesa sus prácticas más inconfesables a sus miles de fans. Ahora para mí también tiene cara.
El picante que le echa esta practicante del bloggerismo gonzo al modo de elaborar la guía le ha sabido rico tanto a incondicionales de sano interés “que preguntan por el mejor hotel para ir con su pareja, o los precios, o algún consejo sobre prácticas sexuales”, detalla la entrevistada, como a esos otros que la delicada pluma de los textos de Pepita les hace demasiadas cosquillas. “Contesto a mis seguidores, pero a [fotos de] caras, no a [fotos de] penes”, deja claro a internautas exhibicionistas.
De la lista de cosas que he acordado con la dueña de Pepita que no serán reveladas consigo salvar que la chica real es licenciada, que trabaja de sol a sol, que está metida en mil proyectos serios, que es del sur de la ciudad, que tiene un Clío Azul y que todas las eróticas historias que cuenta bajo el pseudónimo son reales. Tan reales como secretas para la gente que no conoce su nombre en clave. “Suficiente con esa información”. Desde que creó a este personaje, hace ahora unos seis años, solo sus amigos más íntimos saben que es ella la que se esconde detrás de la mujer fatal, a la que siente como “un cachito propio”. Esa tipa “sin pelos en la lengua, amante del sexo, desenganchada de las personas, algo mala y divertida”. La agente inmobiliaria de los amantes que buscan el motel perfecto para sus sueños prohibidos.
Pepita narra en el blog historias bien elaboradas –y a todo lujo de detalle- sobre anécdotas demasiado íntimas. Cosas como que al cruzarse con fulanito de tal el día tal la cosa se torció y terminó de estirarse en un motel nuevo de la ciudad. Así, como quien no quiere la cosa. Ha estado en alojamientos «con hombres, con mujeres y con otras parejas», y se lo tiene que pensar largo si se le pregunta por una fantasía sexual no cumplida. Esa es la parte verídica, lo que dice la anónima autora de carne y hueso que le sucede de cuando en cuando, “aunque a veces traslade las situaciones un poco en el tiempo”, confiesa. “Pepita sufre de moteleofilia, es whisky-lover, sirena en su otra vida, amante de los placeres terrenales y escritora desde la cama”, adjetiva a ese personaje con el que comparte casi todo en esos menesteres. La mujer enmascarada dice que esta es la primera entrevista que concede, aunque no el primer interesado en querer descubrir su identidad.
Ambas aman el sexo. Ella y el personaje. Quizás Pepita tenga sobre él una visión aún más informal. Pero tanto el yo virtual como esta chica real que bebe a sorbitos su café y se tapa las piernas con un abrigo están de acuerdo en “no sentir igual si no están en un hotel. Porque es otro sitio, otros olores, otra paredes, otra energía…”. Y a base de antojos hedonistas, ella o ellas aprendieron tanto de estos lugares que ahora los clasifican en función de sus precios y pormenores. “Lo primordial es que sea limpio, y después su creatividad. ¿Solo la cama? Para eso te quedas en casa. Todos están preparados para parejas, en eso son lo mismo, por eso yo valoro en función a los detalles como que tengan complementos: condones, lubricantes, pilas…; que las regaderas (duchas) tengan silla, o sean de varios chorros; que tengan columpios; la iluminación es muy importante… todo eso relacionado con la calidad precio, por supuesto”, platica con rigor de informadora turística. En esas ya ha documentado exhaustivamente más de una treintena de establecimientos amorosos de la ciudad.
Lo que algunos de sus seguidores no entienden es que esta rompedora e incansable bloggera del sexo que dice “coger”, “chuparla” o “bolas chinas” sin el más mínimo rubor, es también una romántica y una amante de la literatura y las palabras bien enlazadas. “Me gusta mucho escribir siendo Pepita. Soy adicta. Ella me da ganas hacerlo”.
¿Entonces tu mayor privación es escribir o el sexo?, le pregunto.
“El sexo, pero es que escribir es parte del sexo”, plancha a los que la tomaron por vulgar.
Pepita, para esta dueña del icono con playera rosa escotada que habla por ella, también es una denuncia. “La sociedad mexicana tiene tantos temas tabúes… El sexo es el primero. En las escuelas, en las más avanzadas, lo máximo que llegan a decirte es que existen los condones, y a muchos padres tampoco les gusta hablar del asunto con sus hijos. Además la iglesia tiene mucho poder en esta sociedad, y eso pesa mucho”, va deshojando. “’Las niñas bien no van a moteles’, piensa la moral mexicana. Y luego es mentira, va todo el mundo. De hecho no paran de proliferar. Y son chavitos muchos de los que van. ¿Por qué no se puede hablar sobre sexo? A mí me gusta el sexo, pero también me gusta ayudar. Dije: hay que hacer un blog para aconsejar a la gente sobre estos lugares y sobre prácticas sexuales. Se lo propuse a algunos amigos pero se olvidaron del tema y seguí adelante yo sola. Ahora, cuando me pongo el traje de Pepita, soy yo sin filtros para poder hablar de todo eso que mi entorno no entendería que hiciera si lo hago con mi nombre real”.
Como análisis social sobre esto, se ha dado cuenta de que para la población en su país es demasiado grave que sus entornos sepan que se interesan por el sexo. Reconoce que le sorprende mucho ver cómo las visitas a sus artículos se elevan como la espuma y sin embargo casi nadie comenta ni comparte los textos en sus redes personales. “Les da vergüenza que los demás sepan que han estado leyendo algo sobre bolas chinas, por ejemplo”.
Las entradas de su iconoclasta blog-guía, que empezó llamándose Pepita 2 puntos y pasó a ser Mi vida en moteles por facilitar la vida a los buscadores, ya han sido difundidas por otros medios e incluso su sitio ha aparecido como referencia sobre moteles en la ciudad en algunas páginas.
La conversación no escatima ningún detalle. Ya en confianza, la incógnita emperatriz del placer me deja su celular para que observe por un momento la actividad de su twitter. Ese en el que se lee entre líneas que a muchos les gustaría estar en este momento en mi pellejo.
-¿Sabes qué pienso?
-¿Qué?
-Que el mudo sería más feliz si cogiera más, opina.
Alguien llega a la planta baja de esta cafetería y el volumen de la conversación se desploma. El disimulo llega con otro pequeño sorbito al café. Quizás es que la chica que responde a esta entrevista no quiere escandalizar a esa sociedad que no está preparada. Quizás es solo el afán de ocultar la identidad de caballera oscura del sexo con vocación de asesora hostelera. La persona recién llegada observa un instante. No sabe que en esa cafetería está sentada Pepita, el tórrido mito mexicano de la red.
LOS NIDOS DE AMOR FAVORITOS DE PEPITA EN MÉXICO DF.
– La Torre
– Plutarco
– Roma Amor