«Yo no bebo agua porque los peces fornican en ella»
C. Fields (1880-1946), actor y cómico estadounidense
Durante los meses más calurosos, especialmente en las grandes ciudades, la vida puede volverse extremadamente difícil. La ONU ha advertido que las temperaturas en las urbes están aumentando el doble de rápido, en comparación con otras áreas del planeta. Este crecimiento desmedido, junto con la sustitución de vegetación por asfalto y edificios, ha creado un entorno sofocante en el que salir de casa a ciertas horas del día se torna misión imposible.
En nuestro país, nueve ciudades han aumentado su temperatura media anual en más de un grado en la última década. Este fenómeno, conocido como el efecto de isla de calor, ocurre porque los materiales como el hormigón y el asfalto absorben y retienen calor durante el día, liberándolo lentamente por la noche. La alta densidad de edificios y la falta de espacios verdes agravan esta situación, impidiendo que las ciudades respiren adecuadamente.
Frente a esta realidad, la construcción de piscinas no ha dejado de crecer y se ha transformado en un problema que conviene revisar cuanto antes: el 38% de los 1,3 millones de piscinas que existen en España se encuentran en una zona en alerta o emergencia por falta de agua. Conociendo estos datos tan escalofriantes es inevitable cuestionarse: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Las piscinas tienen una historia fascinante que se remonta a civilizaciones antiguas. Etimológicamente, la palabra piscina deriva del latín piscis y hace referencia a los estanques donde se criaban los peces, lo cual ya nos da una idea de cómo pudieron surgir estas piezas ahora domesticadas. Uno de los primeros ejemplos de piscina proviene de la ciudad de Mohenjo-Daro, en el actual Pakistán.
Este lugar, perteneciente a la cultura del valle del Indo y que data de hace más de cuatro mil años, contaba con una estructura de ladrillo impermeabilizada con betún y diseñada para mantener el agua limpia y almacenada. La utilidad de este primer vaso se desconoce con certeza, pero se cree que fue utilizado con fines religiosos.
En la antigua Roma, las piscinas comenzaron a tener un uso más lúdico y social. Cayo Mecenas, un consejero del emperador César Augusto, construyó la primera piscina climatizada e introdujo la natación como parte de la educación y el bienestar físico. De hecho, las termas romanas no solo sirvieron para la higiene, sino también como lugares de encuentro social, donde se intercambiaban opiniones, se cerraban acuerdos y, por qué no, se fraguaban conspiraciones. Es justo lo que piensas: las termas romanas estuvieron más concurridas que la taberna de tu barrio.
En la actualidad, las piscinas han evolucionado para convertirse en algo más que lugares de ocio. En climas tropicales pueden integrarse en el diseño de la vivienda para crear microclimas que regulen la temperatura interior. Y hacerlo en escenarios desérticos es una forma de dominar y humanizar el entorno hostil, al concebir un oasis artificial de frescura en medio de un paisaje árido.
Existen numerosos ejemplos en los que la piscina se ha convertido en el eje articulador de todo el proyecto, siendo una pieza clave en el diseño residencial con diferentes objetivos. Un modelo icónico es la Stahl House, también conocida como Case Study House Nº 22, que fue diseñada por Pierre Koening en Los Ángeles.
En esta casa, la piscina se encuentra en el corazón de la composición y tiene accesos desde los dormitorios, la cocina, el salón y el comedor. El hecho de que la vivienda vuele sobre una de las colinas de West Hollywood, con unas vistas sensacionales, convierte la piscina en un lugar privilegiado desde donde contemplar uno de los mejores atardeceres de la ciudad.
Otro caso modélico es la Casa del Infinito en Cádiz, diseñada por Alberto Campo Baeza. Aquí, la piscina se eleva sobre el plano horizontal de la casa y se funde visualmente con el océano Atlántico. Esta integración perfecta entre la piscina y el paisaje circundante crea una sensación de infinito, donde el agua de la piscina parece fundirse con el horizonte marino.
En São Paulo, la vivienda diseñada por SPBR Arquitetos enfrenta el desafío de la sombra proyectada por los edificios vecinos. Tanto es así que, si se incluía una piscina al nivel del terreno, esta iba a quedarse sin luz directa. La solución que adoptaron los arquitectos fue la de elevar el vaso a la altura máxima permitida, para dejar que sus propietarios disfrutasen del sol durante todo el día.
Este enfoque demuestra cómo el diseño arquitectónico puede superar las limitaciones del entorno para maximizar la funcionalidad de cada una de sus piezas edificadas.
Las termas de Vals que diseñó Peter Zumthor en Suiza también son un ejemplo de cómo una piscina puede integrarse armoniosamente en su entorno natural. Al utilizar la piedra local y crear espacios que se conectasen visualmente con el paisaje, Zumthor proyectó un spa que no solo ofrece relajación, sino que también respeta y realza la belleza natural de su entorno.
En Australia, el proyecto Living Screen House de CplusC Architectural Workshop incorpora una piscina en el interior de la vivienda. Esta piscina no solo proporciona un lugar para nadar, sino que también actúa como un elemento decorativo y funcional, al colorear los espacios interiores con reflejos de luz azul y crear un ambiente fresco y acogedor.
Las piscinas, a lo largo de la historia y en diversas culturas, han sido más que simples lugares para nadar. Han servido como espacios de encuentro social, se han convertido en elementos arquitectónicos esenciales y han aportado soluciones para mejorar el confort y la calidad de vida en diferentes entornos.
Al diseñar y construir piscinas, es crucial considerar no solo su funcionalidad y estética, sino también su impacto en el medio ambiente y cómo pueden integrarse de manera armoniosa en el entorno. En un mundo donde las temperaturas urbanas continúan aumentando, las piscinas ofrecen un refugio refrescante y un lugar para la relajación.
Sin embargo, también representan un desafío para la sostenibilidad y la ingeniería. A medida que avanzamos, es fundamental que continuemos innovando en su diseño y funcionamiento, con el objetivo de que sean tanto funcionales como respetuosas con el medio ambiente.
Quizás, algún día, todas las piscinas dejen de ser simples cuerpos de agua y se conviertan en verdaderos oasis de bienestar y sostenibilidad, donde se refleje no solo la belleza del entorno, sino también nuestro compromiso con el planeta.
Este post fue modificado por última vez el 20 de octubre de 2024 18:14
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