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¿Con qué poder te quedas?

Cuando un verbo comprende a la vez todo lo bueno y todo lo malo. Cuando es capaz de definir una cosa y su contraria. Cuando una palabra lo recoge todo: luz y tiniebla, vida y muerte, esperanza y terror, probabilidad y certeza…, quizá entonces estemos hablando de poder.

Poder es «dominio, imperio, facultad y jurisdicción que uno tiene para mandar o ejecutar una cosa», explica asépticamente el diccionario. Y también es «tener expeditas la facultad o potencia de hacer una cosa». Frías definiciones que poco aclaran todo lo que contiene.
Es más, es mucho más. Poder es el mazo con el que un dictador arrasa la voluntad de un pueblo. Y poder es también la ilusión que despliega un mago al leve toque de su varita.
Poder es Gobierno. Es Estado. Es juez y fiscal capaz de salvarte o llenar de sombras tu vida para siempre. Contrapoder, anarquía, rebelión ante lo inamovible y el abuso del poderoso.
Poder es también la fuerza con la que nos levantamos por la mañana, aun cuando el cuerpo ya no quiere seguir respirando. Y es la energía que mueve al superhéroe que llega a salvarnos de todo mal.
«Control es poder», decía el nazi Amon Göth a Schindler en la película de Spielberg. El empresario le contestaba: «Poder es cuando tenemos justificación para matar y no lo hacemos». Y aparecía el miedo. El miedo al poder y a sus conjugaciones. Podemos, podremos, pudimos. Resumen de millones de vidas en todo el planeta.

Podemos, amenaza al poder establecido o ilusión regeneradora. Todo depende del ojo que lo vea. Pero asuste o ilusione es fuerza, es vigor, es energía.
Poder y sus probabilidades. Puede que sí, puede que no, margarita cruel a veces que deshoja el tiempo y los tiempos. Podría. Quién sabe. Quizá los sueños lleguen a cumplirse en otras dimensiones, en un futuro que aún no somos capaces de ver.
Poder y sus derivados. Poderoso, soberbio, altivo y magnífico a la vez. Poderío y belleza, fortaleza, apresto, alegría sureña de feria de abril y tarde de toros. Todopoderoso atributo deífico que salva y humilla, que da permiso para entrar o salir. ¿Se puede?
Y dinero, poderoso caballero, ya lo decía Quevedo. Riqueza, abundancia. Pudiente actor de bolsillos repletos de oro. Erótica del poder que transforma en bello lo que es imposible de tragar.
¿Con cuál quedarnos? El devenir irá diciendo. Pero como dijo algún sabio, por qué escoger una sola pudiendo quedarnos con todas.

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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