El género procedimental no se agota porque es simple: un crimen, un tipo que lo sabe todo que lo resuelve y un compañero que le hace la ola. Por lo general, el que resuelve los crímenes es un hombre, y quien hace la ola es una mujer.
EL TIPO QUE LO SABE TODO
El tipo que lo sabe todo está lleno de manías. Sus conocimientos son tan amplios que van desde las lenguas muertas a la física de partículas, si menospreciar estadísticas deportivas y un conocimiento profundo del cine y la literatura universal. Esto le permite tener a mano una frase para cada ocasión de Yeats, Shakespeare, Walt Whitman o Lao-Tse. Es sin duda, el candidato perfecto para los reclutadores de talento: con apenas treinta y tantos, tiene tantos conocimientos y habilidades como si hubiera tenido tres o cuatro vidas. Y (casi) todos tocan un instrumento musical en la intimidad.
EL IGNORANTE COMPAÑERO DE AVENTURAS
La otra pata del procedimental (muerto aparte) es el compañero que se asombra. Su única misión es representar al espectador. Está ahí para hacer preguntas. Y cuando no las hace, el hombre-que- lo-sabe-todo le dice qué acaba de averiguar: «¿Ves estas marcas en el marco de la puerta?»
CUANDO HAY DOS DETECTIVES HOMBRES, SUELE HABER RUMORES
Si el compañero que se asombra no estuviera en la trama, el detective o sabelotodo colaborador de la policía debería recurrir a la voz en off. Pero, ¡oh!, eso impediría que apareciera eso que llaman URST (unresolved sexual tension) o daría lugar a maledicencia por parte del público al que le gusta conjeturar sobre la homosexualidad de Holmes y Watson, Hércules Poirot y el capitán Hastings, Tintín y el capitán Haddock, Batman y Robin.
EN LOS 70 y LOS 80 TODOS ERAN MACHOTES
Hasta los 80 los detectives iban solos o iban de dos en dos, tíos machotes que arramplaban, sí, arramplaban con toda hembra que apareciera menor de 25 años: Tony Curtis & Roger Moore, Starsky & Hutch, Crockett & Tubbs… Uno no recuerda sus casos, vistos de niños, si no sus coches y las gemelas rubias en jacuzzi. Así, tan machotes ellos, los espectadores puritanos de los 70 y los 80 no podían elucubrar sobre su sexualidad.
Poco a poco se rompe el modelo, no tanto para evitar malentendidos sexuales (que también) sino porque se pone de moda eso que llaman URST.
ÉL RESUELVE CRÍMENES, ELLA DICE «OH»
La ruptura del modelo Holmes-Watson (las distintas variantes hombre-hombre) da lugar a que Watson acabe siendo una rubia con media melena, pantalón y camiseta o blusa y chaqueta. De manera que, evitando las murmuraciones sobre la sexualidad de los personajes, el procedimental cae en el machismo de manera más o menos torpe.
El detective o sabelotodo (escritor, embaucador, profesor de matemáticas…) es un hombre, y el compañero asombrado es una mujer. Es curioso cómo un aficionado que no ha pasado por la academia de policía sea capaz por sí mismo de resolver un crimen, mientras que su superior, a menudo una capitana o investigadora en un cuerpo de élite, es incapaz de distinguir una huella de neumático en un camino embarrado.
ELLAS SE FIJAN EN «COSAS DE MUJERES»
Ellas, las compañeras del sabelotodo, están para comentarios como “es gay, no se ha fijado en mí”, “ninguna mujer saldría de casa sin su gloss”, “nadie se pone unos Manolos para un picnic”.
RARA, ANCIANA, AMARGADA… RETRATO DE UNA MUJER QUE RESUELVE CRÍMENES
Los guionistas (o los que mandan sobre ellos, que no lo sabemos) creen que para que una mujer resuelva crímenes debe hablar con los muertos, tener un alto coeficiente de inteligencia (y mencionarlo cada dos por tres) o ser una amargada solterona que dedica todo el tiempo al trabajo descuidando a sus padres e hijos. Estas mujeres, las amargadas, resuelven por testarudez más que por inteligencia, como las protagonistas de Forbrydelsen y The Closer. La otra opción para resolver crímenes es que la mujer sea una anciana cotilla.
Al menos The Closer tiene entre sus virtudes exponer el machismo. La subjefa de policía Brenda Leigh es a menudo cuestionada por sus compañeros, lo mismo superiores que subordinados. No importa cuántos casos haya resulto con sus inteligentes interrogatorios, ¡es mujer!
¿Por qué una mujer debe ser ‘rara’ o anciana para resolver crímenes? ¿No aceptaría el público que una mujer ‘normal’ resolviera los casos? Una mujer que no vea muerto ni tenga el aplomo del hielo.
¿Recordáis a Laura Holt? Ella es joven, monina, inteligente, modesta, que resuelve los crímenes a la mayor gloria del embaucador, inútil y arrogante Remington Steele. Esto es crítica social a través de la comedia de crímenes.
ELLOS SON ARROGANTES
Otra de las cualidades del sabelotodo es mostrarse arrogante. Mientras que Patrick Jane (El mentalista) puede esgrimir su pasado como feriante y Castle como escritor (como si eso fuera una garantía), Temperance Brennan (Bones) se ve obligada a apelar en más de una ocasión a sus títulos o su alto coeficiente de inteligencia para que nadie refute sus descubrimientos. Por otro lado, Bones viene a decirnos que una mujer solo puede tener una mente analítica si tiene síndrome de Asperger. (En las novelas de Kathy Reichs, Temperance Brennan es alcohólica porque no soporta tanta maldad).
¿Y qué decir de la encantadora y pobre Allison DuBois (Medium)? Ella no acude a programas de telerrealidad, como posiblemente haría un colega masculino, sino que considera su don como una maldición (¿habrá dormido de tirón alguna ocasión?) y trata de mantenerse alejada de las cámaras.
EQUIPOS DE INVESTIGACIÓN
En los equipos de investigación de las series «todos son iguales, pero unos más que otros».
En la franquicia CSI, en Las Vegas, Miami y Nueva York, los jefes de los equipos de investigación son hombres sabelotodos, que a menudo muestran una comportamiento paternalista con las mujeres. Ellas, aún teniendo capacidades y altos conocimientos de criminalística, llegan como mucho a convertirse en jefa del turno de mañana o de tarde. Catherine Willows, la rubia de CSI Las Vegas, siempre ha estado a la sombra de Gil Grissom, y después a la sombra de las sombras de Grissom.
Otro ejemplo lo encontramos en la unidad de análisis de conducta del FBI de Mentes criminales que reúne a los agentes más brillantes en su campo. En el grupo, una mujer es relaciones públicas, otra está porque tiene contactos con la Interpol y hay una friqui de Linux (Penélope García) a cargo de las comunicaciones, los ordenadores y otras cosas tecnológicas. Si estamos atentos, veremos que Penélope García lo descubre todo a golpe de ratón, pero queda eclipsada por las mentes enciclopédicas de ellos y sus pistolas.
LAS MUJERES RESUELVEN CRÍMENES EN PAPEL
Curiosamente, la literatura contemporánea está plagada de mujeres detectives que resuelven los casos sin la ayuda masculina. Por otro lado están los ‘videojuegos de buscar’, aventuras gráficas que tienen como protagonistas a mujeres, jóvenes en muchos casos, que resuelven crímenes o misterios respondiendo preguntas, acertijos, encajando puzzles o utilizando objetos encontrados en el escenario. Algunos de estos juegos son realmente difíciles de concluir sin usar el botón de “ayuda”.
De alguna manera, las series industriales perpetúan un estereotipo que dice que la mujer no está interesada en la Ciencia o la investigación.
EL MÉDICO MUJER EN LA INGLATERRA VICTORIANA
Una revisión valiente de Sherlock Holmes (siguiendo a Doyle) no sería aquella que convirtiera a Watson en mujer, si no aquella en la que Holmes fuera una mujer en la Inglaterra victoriana, y que debiera ‘transformarse’ en hombre para ganar credibilidad. No sería descabellado. James Barry era un médico del ejército británico a mediados del siglo XIX. Cuando murió, se descubrió que era una mujer.
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