Hay un Madrid que sabe a taberna, a vino y a tabaco de liar. Un Madrid donde aún se respira ese aire de lumpen trasnochador, callejero y chulesco que una vez tuvo la capital. En ese Madrid es donde se ubica El Porrón canalla, un lugar donde puedes comer un bocadillo como los de antes, como los hacía tu madre. Un espacio limpio en el que la cocina, abierta al público, y el colmado, un espacio de venta de productos que pueden consumirse en el local, son el centro de atención.
El local está situado en la calle Ballesta, una de las calles de la capital que antes fue ‘canalla’. Basta decir que antaño hubo dos prostíbulos ubicados allí. Toda la imagen del local, desde su logo hasta su interiorismo, es obra de Gabriel Corchero Studio, un estudio multidisciplinar, como ellos mismos se definen, ubicado también en Madrid. «Nos dedicamos al diseño gráfico, identidad corporativa, diseño de producto, interiorismo, espacios, packaging, desarrollo web y dirección de arte», explican.
El encargo que recibieron fue montar un local en la calle Ballesta que quiere servir bocadillos de toda la vida, sin modernidades. «Nos cuenta la historia del local y nos da referencias de la zona donde se encuentra, y todo esto lo quiere envolver en un mundo diferenciador y sinvergüenza, «el canallismo»», comentan desde el estudio. Y se pusieron manos a la obra.
Este proyecto no empezó buscando un logotipo claro y definido. De hecho, son varias las ilustraciones y tipografías que podrían actuar como tal, desde la calavera, símbolo canalla por excelencia, hasta el porrón que da nombre al local. La idea era darle una personalidad única y desenfadada. «La identidad se caracteriza por una imagen abierta, con ilustraciones, tipografías y colores que permiten miles de combinaciones, pero que todas se recogen en un mismo concepto».
Sin embargo, es esa calavera la que más llama la atención, máxime cuando estamos hablando de un lugar donde sirven comida. «Cierto es que la calavera es la que ha tomado más protagonismo pero no quiere decir que sea su «logo definitivo». La finalidad es que haya una evolución con la identidad y esa falta de logo formal sea su marca personal», insisten desde el estudio de Gabriel Corchero.
El espacio está dividido en cuatro zonas distribuidas en dos plantas. Arriba, cocina, barra, colmado y mesas; abajo, baños y almacén. Pensaron para la decoración dar un aspecto informal y sin ostentaciones, así que decidieron conservar parte de las paredes y suelos y optaron por materiales como el cemento pulido, azulejos blancos y la madera de pino en un tono natural. El mobiliario, diseñado también por el propio estudio, lo forman grandes mesas y bancos que ofrecen a los clientes la posibilidad de elegir cómo y dónde quieren comerse su bocadillo.
El proyecto se completa con el diseño de productos de merchandising como pines, camisetas y bolsas.
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