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Más polaroids, menos postureo: El verano según Mario Barrachina

El verano que ha dibujado Mario Barrachina en esta portada remite a uno de los de antes del postureo. Aquí no hay selfis, aquí hay escenas cotidianas que un ojo ajeno capta con su cámara. No hay poses, no hay encuadres cuidados. Todo es espontáneo y natural. Y tremendamente representativo también.

«Cuando me propusieron hacer esta portada me dijeron que tenía que tratar sobre el verano y empecé a pensar en diferentes cosas que podían representarlo: el calor, viajar, los helados, bañarse, y un largo etcétera —explica Barrachina—. Pero al final llegué a la conclusión de que el verano es una suma de todas esas cosas, tanto buenas como malas, y que no podía elegir solo una. Así que decidí ilustrar diferentes situaciones que se dan en esta estación, plasmándolas como recuerdos mediante el recurso de las fotografías instantáneas».

A las polaroid representadas por este ilustrador nacido en Yecla no les falta ni un tópico, es cierto. Pero lo que las diferencia y las hace especiales es que estas escenas random forman la palabra Yorokobu. Un mensaje subliminal, quizá, que no pretende convencer de nada ni manipular la voluntad del espectador. O bueno, un poco sí, porque funciona como invitación amable a vivir el verano con la revista como compañera de viaje.

Barrachina es murciano, pero guarda un vínculo importante con Valencia, donde además estudió el grado en Diseño y Tecnologías Creativas en la UPV, así que de sol, playa y calor sabe mucho. Hace unos meses, desde noviembre de 2023, comenzó a trabajar como ilustrador autónomo. «Últimamente he centrado mi trabajo en la cartelería y en la ilustración, con la música y el humor como mis principales fuentes de creatividad».

Para dibujar esta portada, comenzó haciendo un boceto en su cuaderno de papel. Él se lo toma como un ensayo, una manera de ordenar las ideas. «Siempre que trabajo mis ilustraciones empiezo con bocetos en papel en mi cuaderno, normalmente a una escala bastante reducida y simplemente para dar una primera forma a mis ideas y ver si funcionan como imagino. Es una fase de dibujo rápido, en la que no borro y pruebo a dar forma con el lápiz a todo lo que se me ocurre hasta llenar la página (las que hagan falta)».

Después pasa al digital, donde los bocetos ya son más detallados, hasta llegar a la ilustración final. «En este caso no fue diferente. Por un lado, trabajé las letras de manera individual y, por otro, la posible composición una vez estuvieran todas juntas». Y a partir de ahí, llegó la diversión, jugar con aquellas imágenes hasta que consiguieran representar las letras que buscaba: Esta puede ser la K, esta la Y… No, esta no funciona…

«Siempre tiendo a buscar parecidos con otras cosas en los objetos, especialmente con letras, así que esta era una ocasión ideal para ello. Aunque no fue tarea del todo fácil; para algunas letras, como la o, tenía ideas de sobra y tuve que acabar eligiendo las tres que más me gustaban, mientras que otras, como la k o la b, sí que supusieron un reto mayor y hubo que tirar de recursos más versátiles».

Y ahora, a darle color a todo el conjunto. ¿Qué paleta elegir?, ¿colores brillantes, como los que se suelen utilizar para representar el verano? ¿O buscar el lado sosegado del estío? Pues mejor seguir sus propios gustos y preferencias.

«Opté por utilizar una paleta de tonos pastel porque no soy especialmente amigo de los colores muy brillantes o muy saturados, a menos que sea lo que busco en concreto para mi diseño. Suelo trabajar en una línea de colores más amable y cálida, que es algo que consideré apropiado también para esta ilustración».

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