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Cuando el arte urbano dejó de pedir permiso

Principios arte urbano

Hay ciudades que se leen en los muros más que en los mapas. Valencia es una de ellas. A comienzos del nuevo milenio, justo antes de que las redes sociales colonizaran nuestra vida diaria, sus calles se convirtieron en una escuela abierta, en una sala de exposiciones sin horarios ni entradas. Bastaban una plantilla, un espray y una cámara digital para que lo que nacía en una esquina llegara a Londres, Berlín o Buenos Aires. Internet fue la catapulta. Con un blog y algo de inglés, los grafitis locales se transformaron en pasaportes globales.

Principios arte urbano

«El arte urbano en Valencia nació de esa necesidad de expresarse sin pedir permiso, de la urgencia de ocupar un espacio que no estaba pensado para nosotros», recuerda Vinz Feel Free, comisario y uno de los protagonistas de la muestra Principios. «Todos empezamos con nocturnidad, jugándonos la multa o el borrado al día siguiente, pero convencidos de que merecía la pena dejar huella».

Principios arte urbano

Principios arte urbano

El arte urbano ofrecía algo que ninguna galería podía igualar: accesibilidad total, gratuidad y espontaneidad. Era democrático, incómodo y nocturno. No pedía permiso y, al hacerlo, cambió la manera en que Valencia se entendía a sí misma. De repente, la ciudad era un epicentro creativo que absorbía influencias de fuera y exportaba las suyas a todo el mundo. Ese intercambio marcó a una generación de ilustradores, que aprendió a convivir con estilos, lenguajes y discursos muy diferentes, pero con valores en común, como la tolerancia, la libertad de creación y la diversidad.

Principios arte urbano

La exposición Principios, que ocupa hasta el 26 de octubre la Sala Carlos Pérez del Centre del Carme, traza la genealogía de esta generación pionera que hoy ya tiene reconocimiento internacional. Diez nombres dan cuerpo a este relato: Barbiturikills, Cachetejack, David de Limón, Deih, Dulk, Hyuro, Julieta xlf, Pichiavo, Vinz Feel Free y Xelon. Diez trayectorias distintas que arrancaron de la misma urgencia de pintar en la calle lo que no cabía en ningún otro lugar. Hoy exponen en festivales internacionales, museos y colecciones privadas, pero todos ellos comenzaron bajo la sospecha y el riesgo, con la adrenalina de quien dibuja sabiendo que puede ser borrado al día siguiente.

Principios arte urbano

Principios quiere reconocer esas trayectorias y, a la vez, inspirar a los jóvenes artistas. «El arte urbano ha pasado de ser visto como vandalismo a formar parte de la historiografía del arte contemporáneo valenciano», explica Vinz. Y este recorrido lo demuestra, exhibiendo desde los grafitis más primitivos hasta murales icónicos en Nueva York o encargos de instituciones internacionales.

Principios arte urbano

Cada uno de los muros de Principios funciona como una cápsula biográfica. En ellos hay piezas originales, publicaciones, objetos personales y un mural creado para la ocasión. Todos menos uno, el de Hyuro (Tamara Djurovic), fallecida en 2020, cuya ausencia se convierte en homenaje. Su vacío es también presencia, un recordatorio de que la memoria en el arte urbano se escribe tanto en lo que permanece como en lo que desaparece.

Principios arte urbano

El Consorci de Museus de València lo resume en una idea: Principios no encierra el arte urbano, lo dignifica. Reconoce que ha alcanzado una madurez, pero lo devuelve a sus raíces. Porque esta muestra no es un punto final, sino una coma, la constatación de que aquellos principios siguen latiendo, de que los muros todavía hablan, y de que Valencia sigue siendo un lugar donde las paredes tienen más memoria que las placas de las calles.

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