Iván Sarnago lleva dibujando desde que tiene uso de razón. Sin embargo, en 2007 decidió comenzar con una aventura que ahora se acerca a su clausura. Su padre, a punto de fallecer por lo que los timoratos denominan como «una larga enfermedad», le hizo prometer que le convertiría en un personaje de historietas. Nacía así Chica de Serie B, un cómic autoparódico de las vivencias de Sarnago.
11 días. Eso es lo que tardó Iván Sarnago en resucitar a su padre en el papel. No es cómo el judío de barba que resucitó a los tres días, pero no está nada mal como lección de superación del duelo. El 12 de diciembre de 2007, el dibujante empezó a contar algo parecido a su vida y, de paso, cumplió con lo prometido. «Siempre he querido hacer algo WoodyAlleniano, el Slice of Life humorístico en el que, partiendo de experiencias vividas, poder construir una historia. Es algo harto difícil si lo aplicas al formato de la tira de prensa, que siempre quise hacer y ofrecí en diversos proyectos a distintos periódicos. La tira cómica es probablemente el formato más complejo al que puedas enfrentarte y yo quería, encima, hacer un Slice of Life en tiras de 3 viñetas», cuenta Sarnago.
Chica de Serie B muestra a un Iván ficticio, «con sus gustos frikis, sus aficiones, sus relaciones… Un tipo que aspira a conocer a la chica de sus sueños, y que ésta sea una “chica de serie b”, alguien con gustos similares, que esté buena, que pudiera protagonizar una peli de guerreras o aventureras o que parezca un personaje de Frank Frazzetta o Frank Thorne». El personaje fue creciendo y la legión de seguidores de la historia también.
Eso hizo que el autor planteara las temporadas de manera diferente, que se tomase licencias creativas inusuales y diálogos con el lector mucho más directos. «Comencé a jugar con la cuarta pared, a romperla, desgajarla. Los personajes son conscientes tanto de que salen en la tira, como de que lo que dibuje Eliván dentro de la misma es la tira en sí. En la temporada 2, un personaje muy importante cambia, lo interpreta “otro actor”, como suele pasar en las series de televisión», explica el dibujante.
La historia da ahora sus últimos pasos. Sarnago se dio cuenta de que no podía seguir dedicando tanto tiempo y tanto esfuerzo a dibujar gratuitamente. «No llegaban las editoriales, no había acuerdo para encontrar patrocinadores que permitieran a la página seguir viva», dice. Había otra cosa. Con esto de trasladar algún elemento autobiográfico al personaje, hay quien piensa que la vida es tal y como se muestra en el papel. «no podía evitar notar alguna vez cierta incomodidad, fans que se lo tomaban con una literalidad increíble en la lectura. Si por ejemplo, el personaje tiene relaciones sexuales distintas en un lapso de tiempo de 5 o 6 tiras, ¿interpretas que yo, el dibujante, soy un casanova barato que va de cama en cama cada 5 días? Quizás en España no estemos muy acostumbrados a estas cosas», remarca.
Por eso, ahora busca financiación para recopilarlo todo en dos volumenes en papel y dar carpetazo al asunto. Lo está haciendo a través de una campaña de crowdfunding en Verkami a la que le quedan 17 días de plazo de captación de fondos. Sarnago ha elegido esta vía ante la imposibilidad de encontrar una editorial que encajara con el proyecto.
El ilustrador es crítico con la situación de la industria del cómic en este país, pero mantiene la esperanza con «editoriales independientes que comienzan a editar cómics populares, no sé si a precios populares. Podría recuperarse un poquito de grapa y de escuela Bruguera evolucionada», opina.
En su caso, por actitud desde luego no hay nada que reprochar. Sarnago es capaz casoi de cualquier cosa con tal de llamar la atención para dar visibilidad a sus proyectos. Ha hecho maratones de tiras de 24 horas, a razón de una tira por hora. También ha ido subiendo un web cómic conforme lo iba dibujando, otra vez durante 24 horas. El viernes comenzará a dibujar a las 8.30 de la mañana una serie de 12 pin ups y lo retransmitirá por streaming. «Lo divertido será que algunos de nuestros espectadores podrán decidir sobre la marcha, si aportan dinero, qué quieren que suceda en cada pin-up, su adornos, ropa o situación. Después, la semana siguiente, el streaming será casi continuo, y se subastarán algunos de estos dibujos a la puja más alta que entre en Verkami, además de la recompensa que merezca ya el mecenas».
Chica de Serie B está acercándose a su muerte en una paradoja que la llevará a hacerse inmortal en papel. Una vez terminada la serie, Iván Sarnago podrá pasar página con la seguridad de que ha cumplido con los lectores… y con su padre.
La experiencia de Iván Sarnago con las editoriales
Yo sólo me he topado con problemas. En primer lugar, una editorial que no manejaba cómics, me ofreció apoyarme en un proyecto en el que íbamos a editar un libro por cada temporada, con un formato barato de tapa blanda, algo similar al formato de “Liberty Meadows” o “Garfield”. Las negociaciones no fueron mal al principio, pero días antes del Expocómic de 2009, en el que yo había pagado un stand para empujar las ventas de mi libro, aún no estaba ni la prueba de imprenta.
Al final de ese Expocómic, llegaron los libros el jueves por la mañana, y vendimos 100 libros en ese fin de semana. Dicho por otros amigos con editorial, fue todo un éxito. La gente venía expresamente a por el “Chica de Serie B” sin pensarlo. Muchos me decían que no leían cómics pero que mi tira les tenía enganchados a diario. 100 libros es mucho. Eso me dio una idea de que esto podría venderse muy bien de la manera adecuada, pero la editorial sólo había impreso esos 100 y además me pedían la pasta de lo recaudado en esos 100 libros. Teniendo en cuenta que yo había pagado el stand y les estaba dando un empujón yo a ellos, no me pareció justo ni lógico.
Intenté autoeditar bajo demanda unos cuantos ejemplares más tras romper relación con dicha editorial por burofax, pero fue imposible. Muchísimo gasto para imprimir pocos libros, y en España si no haces una tirada de 1000, ni te compensa el gasto, ni te lo van a distribuir. Distribuirlo yo sólo por tiendas, sin ayuda, tampoco funcionaba.
Después tuve una extraña experiencia, una editorial sólida que creía me apoyaría en ello, y después, por teléfono justo cuando iba a ir de viaje al día siguiente a reunirme con ellos, me dijeron que mi proyecto era inviable. ¿Inviable? Mi tira llegaba a un público ajeno al mundo del cómic y además, claro está, al inmerso en él. Había vendido en un fin de semana 100 ejemplares de una tacada, y en la autoedición liquidé otros 200 y eso sin buenas opciones de distribución. Pero bueno, los criterios editoriales son inescrutables.
Después de casi arruinarme entre autoediciones, ediciones y disgustos de todo tipo a este nivel, decidí hacer el crowdfunding de la obra completa: 2 libros de 170 páginas, cerrados, que además supondrán el inicio de una etapa editorial y de asesoría a otros autores que se las hayan visto como yo y que hagan cómics de esos que las editoriales rechazan por que no parecen dibujados por Manu Larcenet.