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Pummelvision, la vida ante tus ojos


Si me dicen que no han escuchado alguna vez aquello de «vi la vida pasar ante mis ojos» cuando alguien se come un yogur caducado o es revolcado por una ola de levante, mienten. Sencillamente mienten. Pummelvision (¿quién puñetas le ha puesto el nombre?) es una aplicación web que consigue un efecto similar, ¡sólo que en un montaje de vídeo de director modernete!
El asunto es muy simple. Demasiado simple. La cosa va de coger todas las fotos que tiene uno en los distintos servicios capaces de alojar imágenes como Instagram, Dropbox, Facebook, Flickr, Dailybooth o Tumblr. La aplicación web captura todas las imágenes pertenecientes a una cuenta concreta, les añade una música de esas electrónicas que bailan los jóvenes yeyés de ahora y crea un vídeo como el que queda aquí debajo, que retrata la triste vida del redactor que escribe esto para ustedes. Sí, no se puede elegir otra música. Pummelvision sube además de manera automática el vídeo a Vimeo o Youtube.
Un último consejo. Cuando la aplicación les pida elegir la velocidad a la que quieren que discurran las imágenes en su videomontaje, elijan la lenta. está espectacularmente sincronizada con el audio y quedará todo como un corto de los que salían en Nosolomúsica.


Este post se publica simultáneamente en The App Date, la web del evento mensual en torno al mundo de las apps del que Yorokobu es media partner.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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