Desde que he visto a Eduard Punset anunciar el pan Bimbo algo se ha roto dentro de mí…
Su rostro y sabiduría antediluvianos son difíciles de olvidar, así como los de otras celebridades que se han lanzado en brazos de la publicidad, como Concha Velasco y sus televisivas pérdidas de orina… Nunca he merendado con Concha Velasco, pero sí con Rosa María Sardá. Hablábamos de un papel en mi segundo largo, que al final hizo otra actriz. Con su estilo inimitable me confesó en el salón de su casa de Barcelona, algo muy gracioso, con ese acento tan característico:
Mira Antonio. Mi representante me contó que los de Gulas del Norte me querían en un anuncio. ¿Por qué yo? Bueno, le dije, pide una cantidad absurda y astronómica, para que nos digan que no… Pero dijeron que sí.
Agradecí la confidencia, pero no me atreví a preguntar la cantidad. Bien es sabido que Gulas del Norte amortizó de largo su inversión, ya que el impacto del anuncio fue brutal y nadie habló de otra cosa (si hubiera existido Twitter habría sido topic trending).
Cuando la secretaria de Punset se puso en contacto conmigo para entrevistarme en “Redes” yo no podía creerlo. Era el año 1999, en primavera, y yo acababa de publicar “Mundo Artificial” (Temas de Hoy). Al sabio catódico le había gustado el enfoque de mi librito, y quería discutirlo en el programa.
Su asistente japonesa y su mujer Isabel me atendieron mientras era maquillado. El largo tunel desde Barcelona a Sant Cugat del Vallés aparecía lleno de promesas. Si en aquel momento alguien me hubiera dicho que vería la mirada penetrante de Punset en las marquesinas de autobús rodeada de tiernas rebanadas no lo habría creído.
Lo cierto es que la relación entre famosos y anuncios tiene zonas de penumbra, o directamente, de sombras inconfesables. A menudo (aunque no siempre) los deslices se producen antes de alcanzar la celebridad. Vayan algunos suculentos ejemplos.
Brad Pitt fue la cara visible de Pringles y ahora es un gran defensor de la comida sana y baja en grasas.
Morgan Freeman anunciaba Listerine en todas sus formas, lo que podría ser un reconocimiento público de su aliento lagarterano.
Angelina Jolie puso rostro a Shiseido, y Julia Roberts se embolsó millón y medio de dólares por sonreir y parpadear en un spot de Lavazza. Todos hemos visto a su amigo Clooney trabajar para Nespresso, su competencia más directa.
Más bizarro es el anuncio que protagonizó Chuck Norris para la división checa de T-mobile. O Sylvester Stallone en un anuncio ruso de vodka que Rocky no habría aprobado. Harrison Ford ha hecho spots para el video juego Uncharted 3… y para la cerveza oriental Kirin.
Jodie Foster y el payaso de McDonald’s protagonizan un anuncio que roza lo escatológico por sus colores y su mensaje… La mejor amiga de Hannibal Lecter es ahora conocida por su estricto vegetarianismo.
Me gusta el pan Bimbo. Admiro profundamente a Eduard Punset. Asi que… ¿dónde está el problema? He observado de cerca una rebanada de pan de molde y me ha recordado demasiado a la estructura de las redes neuronales que la levadura caprichosa teje en torno a un sandwich… He creído ver el Universo contenido en una miga.
¿A qué genio del márketing se le ha ocurrido relacionar a Eduard Punset con el pan Bimbo? ¿No sería el mismo que hace ocho años hermanó para siempre a la Sardá con las Gulas del Norte?
En EEUU se vigila que las celebridades que recomiendan un producto en una campaña, realmente utilicen ese producto en su vida normal. En caso contrario se enfrentan a multas o algo peor. Si Punset viviera en Connecticut y fuera sorprendido por un periodista comiendo pan de molde marca Wonder pasaría la noche en el calabozo.
No me consta que la Sardá no coma angulas de verdad…
Antonio Dyaz es director de cine.