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¡Hoy no salgo!: qué es el ‘nesting’ y por qué no querer salir de casa da tanto gustirrinín

La semana ha sido intensa: reuniones interminables, marrones de última hora en el trabajo, atascos de ida y atascos de vuelta, apretujones en el metro… ¡Uf! Y todavía falta superar el fin de semana, con una agenda social cargada de comidas, cenas y copas para no pisar por casa más que para dormir.

Pero ¿y si cambiáramos esa inercia, al menos durante el fin de semana? ¿Y si optáramos por quedarnos en pijama y zapatillas y organizar algún plan casero que nos permita relajarnos? Pues esa tendencia ya existe y a lo que toda la vida hemos llamado quedarse en casa hoy lo han bautizado como nesting.

¿QUÉ ES ESO DEL NESTING?

Nesting proviene de la palabra inglesa nest (nido) y hace referencia metafóricamente a eso de anidar en el sofá de casa para disfrutar del fin de semana viendo películas; o simplemente dedicar nuestro ocio a otras actividades como cocinar esa receta que lleva su tiempo, leer un buen libro y escuchar música o hacer algo tan loco como ordenar armarios. Pero, sobre todo, descansar y reconectar con uno mismo, lo que los anglosajones llaman el Me Time. Y para logarlo, hasta el aburrimiento es bueno.

«El hogar es, en muchos casos, un símbolo de refugio. Un lugar donde te sientes en paz, tú mismo. Sin máscaras, sin pretensiones», explica Laia Giménez Jori, psicóloga y miembro de la plataforma Top Doctors. «Cuando una persona siente las interacciones sociales como algo que le exige de sí mismo —en su falta de coherencia y autenticidad, todo sea dicho de paso—, entonces es comprensible y habitual que necesite relajarse y reconectar en su hogar, sin la percepción de expectativas ajenas, o demandas que cumplir, que complacer etc.».

Igual que el hygge, la práctica ha llegado hasta nosotros desde los países nórdicos. Esa necesidad de no salir de casa tendría mucho que ver con el ritmo estresante que llevamos en nuestras rutinas diarias. Tratar de rebajar el estrés es fundamental para nuestra salud física y mental, por eso hay mucha gente que opta por no salir de casa en todo el fin de semana y despejar, así, la mente.

«Vamos estresados perdidos todos», remarca la psicóloga María Esclapez. «Llevamos un ritmo de vida muy acelerado; generamos mucha tensión emocional, corporal, mental… Al final, vivimos en una sociedad muy exigente enfocada siempre en la productividad y en el logro de objetivos. Y eso hace que vayamos siempre rápido para poder conseguir esas metas».

Para Esclapez, igual que para muchos psicólogos, un poco de estrés es bueno porque nos ayuda a estar activos. Es el responsable de que podamos responder con la huida o con la lucha ante una situación de peligro, por ejemplo. Pero también de que podamos llevar a cabo nuestro día a día. «Un poquito de estrés nunca nos viene mal», concluye la psicóloga. El problema viene cuando se mantiene en el tiempo y no está provocado por ningún estímulo.

«Nuestras células y órganos necesitan del descanso para repararse. Un cierto grado de diversión es necesario. Pero si se vuelve una forma de vida es absolutamente insano, física y mentalmente. Cada persona tiene su propio punto de equilibrio. Para encontrarlo es necesario el autoconocimiento», explicaba el doctor Vicente Saavedra, de la clínica Medicina Integral de Barcelona, en un artículo publicado en El País.

Se trataría, pues, de dejar de lado el FOMO y apostar por un recogimiento que contribuya a potenciar un organismo más saludable.

Además, la moda del nesting puede suponer un ahorro económico al no gastar tanto dinero en salir. Y permite a las personas disfrutar de su hogar y estrechar lazos familiares.

BENEFICIOS DEL NESTING

Lo de quedarse en casa está muy bien si es una decisión propia, consciente, voluntaria, y no por seguir una moda.

«Está bien hacer introspección, está bien pensar en uno mismo, tener ratitos de paz, pero la metodología depende mucho de las personas», aclara María Esclapez. «Hay quien medita en una clase de yoga con más gente y que hace introspección mientras pasea por la playa. No necesariamente necesitamos reconocernos y reconectar con nosotros estando solos en casa».

Teniendo esto en cuenta, quedarnos en casa nos produce una sensación de tranquilidad, de refugio, de seguridad y de pertenencia. Y eso, por sí mismo, ya es bueno. Pero también aporta otros beneficios:

  • Fomenta la creatividad, en especial si encontramos ratitos de aburrimiento.
  • Reduce el estrés y la ansiedad ya que nos ayuda a compensar la carrera loca en la que vivimos a diario.
  • Proporciona equilibrio emocional al desconectar de las redes sociales y de las obligaciones.
  • Fortalece los vínculos familiares.
  • Contribuye a reforzar los lazos de pareja ya que podemos dedicarles más tiempo, más tranquilo y más pleno.
  • Nos ayuda a desarrollar nuevas habilidades. A lo mejor eres bueno con la jardinería o la cocina, pero nunca habías tenido tiempo para ponerte.
  • Mejora nuestra autoestima porque, al reconectar con nosotros mismos, nos obligamos a conocernos mejor, a escucharnos y a querernos.

Y en ese reconocimiento propio es posible que descubramos que no sabemos estar solos, algo que María Esclapez ve como algo bueno. «Es algo positivo que has sacado de estar solo en tu casa. No creo que descubrir cosas sobre ti sea peligroso, al contrario; siempre es algo bueno. Yo, que soy superdefensora de trabajar en uno mismo, creo que siempre nos aporta algo que nos permite avanzar, descubramos lo que descubramos de nosotros mismos».

LA MODA DEL NESTING Y LA DECORACIÓN

Lo de querer quedarse en casa y convertirla en tu santuario está muy bien si antes se ha conseguido que ese nido sea lo más cómodo y cálido posible. Por eso la moda del nesting está muy ligada a la decoración y al interiorismo.

Lourdes Treviño, CEO y fundadora de Freehand Arquitectura, habla del homefulnes, que consiste en conseguir un espacio agradable, que transmita paz y nos ayude a conectar con nosotros mismos. «Esta decoración consciente se pone en práctica escogiendo materiales naturales y piezas artesanales, aprovechando la luz natural y apostando por un espacio limpio y ordenado, fundamental para lograr también un orden mental», aconseja Treviño.

«Además, para alcanzar un confort máximo, se recomienda apostar por un ambiente templado (ni demasiado caliente en invierno ni helador en verano). Se recomienda sustituir los aires acondicionados por otros sistemas más suaves como la geotermia. En otoño e invierno, siempre es un must contar con chimeneas de gas que inviten a no querer salir de casa».

Una casa ordenada ayuda (y mucho) a la relajación y a la sensación de bienestar. Que le pregunten, si no, a Marie Kondo. «El orden, la limpieza y la ventilación son imprescindibles para aclarar las ideas y gozar de un espacio armonioso», remarca Lourdes Triviño. «Hay que mantener orden riguroso con todos los objetos que van a permanecer en nuestro hogar; si, además, nos rodeamos de imágenes y objetos con un significado emocional, aumentará la sensación de bienestar. Las puertas correderas generan sensación de orden. Hay que contar con armarios y lugares de almacenamiento panelados para evitar tener demasiados objetos a la vista».

También la luz juega un papel importante para crear hogar. «Con una buena luz aumentan los niveles de energía, mientras que una iluminación deficiente contribuye a la depresión. Hay que procurar organizar el espacio para dejar pasar la luz natural, ya que estimula la producción de serotonina y endorfinas», aconseja la CEO de Freehand Arquitectura.

En cuanto a la decoración, Treviño también aporta algunas ideas. «Las líneas y formas simples y la redondez impulsan la sensación de descanso e invitan al nesting. Si te gustan las geometrías, mejor que estimulen la vista y sean agradables a los ojos».

«Los tonos cálidos como el rojo y el naranja favorecen la sensación de alegría y dinamismo, pero llevados al extremo, pueden provocar agresividad. Lo ideal es usarlos en la tapicería y elegirlos para el salón o la parte del hogar para compartir momentos con allegados», explica sobre los colores que decidamos lucir en la decoración de nuestro nido. «Los colores fríos como el verde, el azul y el malva transmiten serenidad, tranquilidad y relajación. Son ideales para dar más amplitud a espacios pequeños y para fomentar la creatividad, pero si los usamos en exceso, la habitación puede adquirir un carácter impersonal y deprimente».

Y una última recomendación por parte de la fundadora de Freehand Arquitectura: llevar la naturaleza a casa. «Tener plantas y flores en casa disminuye el estrés, aumenta la productividad y la concentración y mejora la calidad del aire. Además de ser una fantástica opción en cuanto a lo estético se refiere».

 

CÓMO PRACTIAR EL NESTING EN CASA

Quedarse en casa el fin de semana no implica que tengamos que hacer una lista intensa de actividades que rellenen las horas de nuestros días de asueto. Basta con dejarse llevar por lo que nos apetezca hacer en cada momento; como si disfrutáramos de unas minivacaciones caseras.

«Siempre y cuando haya un equilibrio entre quedarse en casa y socializar, el nesting es una opción interesante que permite ser más consciente de las propias necesidades y darse a uno mismo lo que se necesita. Pero como en todo, la clave está en el equilibrio», opina Laia Giménez.

Son pequeñas cosas como decidir quedarte en pijama todo el día o echarte una buena siesta. Si tenemos niños, el nesting nos permite reforzar vínculos familiares con ellos y dedicarles ese tiempo que no podemos darles a diario.

Jugar a un juego de mesa, ver una peli todos juntos en el salón, hacer la comida entre todos y hablar con ellos, tener esas conversaciones tranquilas, divertidas e intranscendentes que nos hacen sentirnos más cerca. E incluso aburrirse, porque permitirá desarrollar nuestra creatividad y la suya.

En cualquier caso, hay una serie de reglas que conviene saber si optamos por hacer planes caseros.

Lo primero, hacer aquello que más nos guste: pintar, leer, cocinar, jugar con el gato, podar las plantas… Lo que sea, pero que nos produzca placer y no lo entendamos como una obligación. Da igual si terminamos aquello que empezamos o no: la cuestión es disfrutar haciéndolo. Por eso es también importante no hacer una programación intensiva y estresante de las actividades a las que queremos dedicar nuestro tiempo en casa.

Si esas actividades nos ayudan a relajarnos, mejor que mejor. Y si practicamos algo de mindfulness, obtendremos un plus.

CUÁNDO NO ES ACONSEJABLE PRACTICAR EL NESTING

A pesar de que disfrutar de quedarnos en casa puede ayudarnos a encontrar bienestar, también es cierto que no siempre es aconsejable o no, al menos, para algunas personas.

«No podemos segmentar ni etiquetar, cada persona es un caso, y más que cada persona, cada etapa», objeta la psicóloga de Top Doctors Laia Giménez. «Cuando la persona está muy colapsada y desbordada en sus interacciones, su cuerpo le pedirá retraerse hacia dentro. Obviamente, esto es un mecanismo de regulación y compensación, que no una solución definitiva. El problema sigue siendo cómo la persona afronta las situaciones diarias, cómo percibe e interpreta su mundo, qué le lleva a necesitar desaparecer y refugiarse. Tampoco es aconsejable en personas que ya son muy introvertidas, con dificultades sociales y de interacción. Todo lo que nos lleve a comportamientos radicales no es aconsejable».

Ambas psicólogas coinciden es en el peligro de acabar en aislamiento social si la práctica del nesting no se equilibra.

«Si estás mucho tiempo en tu casa solo, sin contacto social más que el que puedas tener por internet o en el trabajo, eso tampoco llega a ser del todo sano», previene, por su parte, la psicóloga María Esclapez. «El equilibrio es la clave. Personas que al final se convierten en hurañas y no quieren contacto social con nadie, eso tampoco es bueno. Al final, somos seres sociales, necesitamos el contacto con los demás, necesitamos generar vínculos y cuidar esos vínculos. Es parte importante de la vida, incluso parte de la fórmula del bienestar, y eso no se puede perder de vista».

Quienes sufren de ansiedad, padecen depresión o están atravesando por una etapa de duelo no deberían practicar el nesting. «Es muy típico en personas con depresión que se queden en casa, que no hagan planes. O personas que están pasando por algún duelo. En muchas ocasiones se recomienda darse un tiempo para recolocar tus emociones, para, digamos, ubicarse de nuevo en el mundo. Pero que esto no se convierta en una costumbre porque, al final, necesitas salir, que te dé el aire, hablar con la gente…», aclara Esclapez.

Tampoco es aconsejable si lo que se pretende al quedarse encerrados en casa es huir de nosotros mismos o por miedo a lo que hay fuera. Todas ellas son situaciones donde el aislamiento no está vinculado al disfrute y eso, el placer de no hacer nada y quedarse en casa, es el leitmotiv del nesting. Pero, al final, todo se resume en una palabra para que el nesting sea una práctica saludable: equilibrio.

 

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