El ascenso meteórico ya no es el sueño dorado de las nuevas generaciones. Mientras las empresas se rascan la cabeza intentando entender por qué sus jóvenes talentos no quieren convertirse en jefazos, una nueva filosofía laboral se extiende como la pólvora: la quiet ambition o ambición silenciosa.
Este concepto está redefiniendo lo que significa triunfar en el mundo laboral. Ya no se trata de escalar la pirámide corporativa a codazos, sino de crecer personal y profesionalmente sin necesidad de pisar cabezas ajenas.
Lo que se viene conociendo como quiet ambition no es falta de ambición, ni mucho menos. Es una ambición diferente, adaptada a los nuevos tiempos y prioridades. Según un estudio de Mahand y Caldwell, los jóvenes con ambición silenciosa trabajan duro, pero no por el beneficio de la empresa o para trepar en la jerarquía, sino para alcanzar sus sueños y realizarse personalmente.
¿Y qué es lo que realmente quieren estos jóvenes ambiciosos? Pues resulta que sus prioridades son bastante sensatas:
Vamos, que el objetivo es vivir y no solo sobrevivir entre reuniones interminables y PowerPoints soporíferos.
Aquí es donde muchos jefes de recursos humanos se llevan las manos a la cabeza. «¿Cómo que no quieren ser directores generales?» «¿Acaso no tienen ambiciones?», se preguntan mientras ven cómo su plan de sucesión se va al garete.
Lo que no entienden es que en la mayoría de estos jóvenes no adolecen de falta de ambición ni significa que sean unos vagos conformistas. De hecho, pueden acabar siendo más exitosos al canalizar su impulso hacia algo que realmente les importa. Porque la clave está precisamente en entender que para ellos el éxito no se mide en títulos rimbombantes o despachos con vistas, sino en satisfacción personal y calidad de vida.
¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? Pues como casi todo lo que ha pasado en los últimos años, la culpa es en parte de la pandemia. El COVID-19 nos obligó a todos a replantearnos nuestras prioridades y a darnos cuenta de que hay vida más allá de la oficina.
Pero no todo es cosa del coronavirus. Esta tendencia también puede desencadenarse por experiencias personales o simplemente por el deseo de tener una vida más equilibrada. Vamos, que la gente se ha dado cuenta de que trabajar 60 horas a la semana para impresionar al jefe no es precisamente la receta de la felicidad.
Claro que este cambio de mentalidad no viene sin consecuencias. Las empresas se enfrentan a un auténtico desafío: ¿cómo mantener el talento y asegurar el futuro de la organización si nadie quiere ascender?
La solución pasa por adaptarse a estas nuevas definiciones de ambición y éxito. Ya no vale con ofrecer un aumento y un despacho más grande. Las empresas tienen que crear entornos donde los empleados se sientan seguros para expresar sus necesidades y sentimientos. De ahí que el teletrabajo o la fliexibilidad horaria sean requisitos cada vez más exigidos por los demandantes de empleo, casi tanto o más en algunos casos que el salario.
Aunque la quiet ambition es especialmente prevalente entre millennials y la Generación Z no es exclusivo de estas. Este fenómeno representa un cambio profundo en los valores laborales que está afectando a todas las generaciones.
La realidad es que cada vez más trabajadores, independientemente de su edad, están buscando un propósito más allá del simple ascenso profesional. Quieren sentir que su trabajo tiene un impacto positivo, que contribuye a algo más grande que los beneficios trimestrales de la empresa.
La ambición silenciosa comparte algunas similitudes con otros fenómenos laborales como el quiet quitting, donde los empleados limitan sus esfuerzos estrictamente a lo que marca su contrato. Sin embargo, hay una diferencia fundamental: mientras que el quiet quitting puede interpretarse como una forma de desconexión o rebeldía pasiva, la quiet ambition es una redefinición activa y positiva de lo que significa el éxito profesional.
Los quiet ambitious no están renunciando a nada, sino que están eligiendo conscientemente un camino diferente. No es que no quieran crecer profesionalmente, es que quieren hacerlo en sus propios términos y sin sacrificar otros aspectos importantes de sus vidas.
Las organizaciones que quieran retener y motivar a sus empleados en esta nueva era tendrán que replantearse muchas cosas. Ya no basta con ofrecer un plan de carrera lineal y ascendente. Ahora hay que pensar en trayectorias profesionales más flexibles y personalizadas.
Algunas ideas para adaptar las estrategias de desarrollo del talento a esta nueva realidad:
La quiet ambition no es una moda pasajera, sino un reflejo de un cambio profundo en nuestra relación con el trabajo. Las nuevas generaciones están exigiendo algo más que un sueldo y un título: quieren un trabajo que les permita crecer como personas, no solo como profesionales.
Este cambio de paradigma presenta desafíos, pero también enormes oportunidades. Las empresas que sepan adaptarse y crear culturas que fomenten este tipo de ambición equilibrada serán las que atraigan y retengan al mejor talento en el futuro.
Quizás ha llegado el momento de preguntarnos: ¿Qué pasaría si en lugar de obsesionarnos con «llegar lejos» nos enfocáramos en «llegar bien»? La ambición silenciosa no es una renuncia a la excelencia, sino una invitación a redefinirla en nuestros propios términos.
Según una encuesta realizada por Visier en 2023, el 62% de los trabajadores priorizan el equilibrio entre vida personal y laboral por encima del salario o el título. Esto demuestra que la tendencia de la quiet ambition está ganando fuerza en el mundo corporativo.
Incluso gigantes como Fortune están empezando a valorar y reconocer esta nueva forma de entender el éxito profesional. En su ranking de Mejores lugares para trabajar de 2023, la revista destacó especialmente a las empresas que ofrecen oportunidades de crecimiento no tradicionales y que ponen énfasis en el bienestar y la salud mental de sus empleados.
El liderazgo del futuro tendrá que adaptarse a estas nuevas realidades. Ya no se trata solo de dirigir equipos hacia objetivos corporativos, sino de inspirar y apoyar el crecimiento personal de cada individuo. Los líderes que sepan valorar y fomentar la quiet ambition en sus equipos serán los que marquen la diferencia en el competitivo mercado laboral actual.
La revolución silenciosa está en marcha. Y promete cambiar para siempre la forma en que entendemos el éxito profesional.
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