¿Cuál es el internet que queremos para el futuro? ¿Uno encerrado en un escaparate donde pagas el 30% a una compañía por el privilegio de cada transacción o volver a las raíces del medio que permite a cada uno llegar directamente a quién tiene que llegar sin pagar a intermediarios?
No hay que situarse necesariamente en uno u otro bando, hay sitio para todo. Pero si quizá es hora de volver a reivindicar la esencia de internet libre ante la fiebre de las apps que han dominado la atención de los medios de comunicación en los últimos años. El caso del cómico Louis CK, que en cuatro días ha ganado más de 200.000 dólares vendiendo grabaciones audiovisuales de sus monólogos directamente a través de su web, lo pone en bandeja.
El éxito del humorista pone de relieve el poder que sigue teniendo la web para cambiar la industria de contenidos al margen de los cauces tradicionales.
Hace unos meses CK se marcó un reto: autoproducir un vídeo de uno de sus monólogos, ponerlo a la venta en su página web por 5 dólares y esperar a ver el resultado.
Según explica en su página web, invirtió 170.000 dólares en la producción del vídeo que se rodó durante dos noches en el teatro Beacon de Nueva York. Los costes fueron sufragados mayoritariamente por la venta de entradas de ese mismo espectáculo.
El desarrollo de la web que tenía que ser «robusta y bien diseñada» costó 32.000 dólares. «Pasamos semanas intentando ofrecer una experiencia óptima, sencilla y humana para comprar el vídeo».
El 10 de diciembre llegó el día D y CK lo puso a la venta en su site. Doce horas más tarde ya había recibido más de 50.000 compras que a su vez generaron 250.000 dólares. Había recuperado su inversión en un día. A los cuatro días de su lanzamiento ese número ascendió a 110.000 copias y más de 500.000 dólares. «Quitando impuestos, los beneficios han sido de 200.000 dólares», explica.
«Esto es menos de lo que me hubiera pagado una empresa grande por limitarme a protagonizar un vídeo y dejar que ellos se encarguen del resto con una importante diferencia. Ellos te lo venden a 20 dólares. Te habrían dado un vídeo encriptado y restringido a tu región con un valor limitado y se quedarían en su propiedad tu información privada para su propio uso», añade.
Una vez más, volvemos a ver la grandeza de un internet libre. CK ha logrado vender su producto cuatro veces más barato, mantener su libertadad creativa y no ceder ni un derecho sobre su obra. La pieza se puede ver igual en Dublin que Dubai. El dinero ha acabado en quién tiene que recibirlo, el creador de todo esto. El único perjudicado de todo esto es el intermediario.
Su ejemplo nos enseña que sigue habiendo muchas oportunidades para artistas dispuestos a ensuciarse las manos. Por eso no dejéis que os vendan la moto con que el futuro son solo las apps cerradas. Caer en ese error solo acabaría remplazando una industria obsoleta por otra nueva sin ningún reparo en dictar las reglas del juego.
Lo mejor de todo es que ese vacío no tiene por qué ser usurpado por ellos. Los nuevos cauces están allí para ser aprovechados. Por eso más que nunca reivindico la importancia de un internet libre. CK lo sabe también. «He aprendido que el dinero puede ser muchas cosas. Puede ser algo que se acumula, se lucha por tener, proteger, robar y retener. (…) O se puede juntar para perseguir un interés común, bromas sobre la basura, penes y la paternidad».
Bonus Track: Un monólogo de Louis CK