Los desahucios son un acto de violencia que vemos en las noticias con triste abundancia de detalles, pero interrumpir el servicio eléctrico a un hogar es un acto igualmente violento que debería estar prohibido.
(Opinión)
Unos tipos vienen con sus acreditaciones, sus monos de trabajo y su cajita de herramientas; pulsan el telefonillo de otro piso para que alguien les abra el portal sin causar sospechas en el afectado, luego buscan el cuarto de contadores, localizan el cajetín y ¡zas!
Según la OCU, al 5% de los españoles le cortan la luz alguna vez en su vida. A mí me la han cortado tres veces, así que sé de lo que hablo. Y solo en una ocasión fue por falta de pago real, aunque ocasionada por un malentendido con el banco, que también puede pasar, especialmente si uno viaja mucho o cambia de domicilio con cierta frecuencia.
Por ejemplo, si la carta certificada que envía la compañía advirtiendo del inminente corte va a nombre del antiguo inquilino titular del contrato, que ya no figura en el buzón, el cartero devolverá la carta, y el actual inquilino no podrá saber que está a punto de comerse un gran marrón, pues pocas cosas hay menos divertidas que quedarse sin electricidad.
Cuando se produce el impago de un recibo estas compañías, que cotizan todas en el IBEX35, normalmente ni se molestan en facilitar esa información a las listas de morosidad (Asnef, RAI, etc.) como sí hacen las empresas de telefonía móvil. La razón es el tremendo poder que tienen: el de dejarnos a oscuras. Por si esto fuera poco, en España la factura de la luz, además de ser un galimatías incomprensible, es tremendamente cara.
No nos engañemos, hemos llegado a un nivel de dependencia de la electricidad que sin ella no somos nada. No hace tanto tiempo cuando se iba la luz uno podía usar el teléfono fijo, pues se alimentaba a través del par de cobre enchufado a la pared. Pero ya ni eso. Agua caliente, cocina, música, comunicaciones… y por supuesto la luz propiamente dicha. ¡Ni siquiera podemos ver porno en el ordenador!
Si un inquilino entra de alquiler en una vivienda y el anterior tiene una deuda con la compañía eléctrica, la luz se la cortan al nuevo, por supuesto. Por esa razón se recomienda hacer el cambio de titularidad del contrato de suministro de energía casi a la vez que se firma el contrato de arrendamiento. Como las compañías no permiten efectuar ese cambio si existen cantidades pendientes, es un modo de asegurarnos que todo está en orden. Hay quien opta por comodidad a que sea el casero quien mantenga la titularidad del contrato, pero esto no es nada aconsejable, pues nunca sabremos si se están pagando los recibos correctamente.
Si se va la luz en casa lo primero que uno hace es salir a la escalera a comprobar si es solo en su piso o en toda la finca. Si es en toda la finca es una buena noticia; no tiene que ver con el impago sino que puede ser una avería.
Pero ¡ay si los únicos que nos hemos quedado sin luz somos nosotros! Tendremos que llamar a la compañía, y la cosa será más o menos así:
—Le recordamos que por su seguridad esta llamada puede ser grabada.
[Musiquita de los cojones]
—Todos nuestros operadores están ocupados. Espere, por favor.
[Musiquita de los cojones]
—Fulano de tal, ¿en qué puedo ayudarle?
—Quería comprobar si hay alguna avería, me han interrumpido el suministro.
—Deme los datos.
—Bla, bla, bla, número tal, piso cual.
—Un momento, por favor. No se retire.
[Musiquita de los cojones]
—Pues aquí me aparece que no es una avería, así que usted puede imaginarse de qué estamos hablando…
—Pues no me lo imagino, si usted fuera tan amable de decirme qué estamos hablando exactamente…
—Es que este es el departamento técnico. Diríjase a «Comercialización», y allí le dirán lo que quiere saber.
Cuando llamamos al citado departamento -y esto confiando en que nuestro móvil tuviera batería suficiente ya que tampoco podemos recargarlo- y hemos escuchado casi diez minutos de [Musiquita de los cojones], lo primero que nos preguntarán tras identificarnos es:
—¿Lo va a pagar con tarjeta?
Pero es que cuando uno efectúa el pago, tan raudo y veloz como puede, la operadora le dice, con una media sonrisa que usted casi puede ver:
—Una vez que se ha comprobado el pago, se restituirá el servicio en un plazo máximo de 24 horas.
—¿Qué? ¿Tengo que estar 24 horas sin servicio?
—Sí, y además le cobraremos 20 euros en la próxima factura en concepto de reconexión.
Según la OCU ese plazo puede llegar a los 5 días en algunos casos.
Y ahora volvamos a esos operarios de las eléctricas que alegremente van por ahí haciendo ¡zas! y creando pequeños dramas que pueden llegar a ser trágicos.
Porque en ese hogar puede haber un bebé, o una persona enferma, o simplemente ciudadanos que se han gastado lo poco que tenían en llenar la nevera y ahora toda la comida se echará a perder. Si es invierno no habrá calefacción ni agua caliente. Si es verano no habrá hielos ni ventilador ni aire acondicionado. Cortar la luz es una forma de desahucio; nadie deja de pagar por chulería o por cara dura.
Por ello, esos tipos cuyo trabajo de 8 a 15h. consiste en dejar a la gente sin electricidad y luego marcharse a sus casas tan tranquilos no son mejores personas que los antidisturbios armados hasta los dientes que sacan arrastrándose a una anciana de su casa porque debe el alquiler.
Piensen en ello.
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