Al recibir un regalo siempre surge una incógnita… En voz alta o dentro de la cabeza. “¿Qué será? ¿Qué será? ¿Qué será?“. Y si todo el mundo se lo pregunta, ¿por qué no lo va a hacer el propio papel de regalo?
La idea es de Molaría y lo que hicieron fue convertirla en un papel de regalo de verdad. “Todos, de alguna manera, lo hemos inventado cuando hemos recibido un regalo. Pero nadie todavía lo había creado. Si además de preguntártelo tú, se lo pregunta el papel, hay más suspense, es más emocionante. El misterio no está sólo en tu cabeza, sino también en tus narices”, indica María Rufilanchas, directora creativa de Molaría.
Para Rufilanchas, “hay dos tipos de personas. Las que disfrutan más recibiendo regalos y las que disfrutan más haciéndolos. Creo que los fans de pensar pertenecemos a la segunda categoría. Nos gusta pensar el regalo, el envoltorio, cómo darlo… Cuanto mayor sea la sorpresa, más mola. Cuanto más pongas de ti, aunque el regalo sea el mismo, el detalle es mayor. Los mejores regalos son los emocionales. Pero llevan tiempo y ganas, justo lo que la gente no tiene, sólo prisas y obligación de regalar porque es navidad”.
Dice la directora creativa que este papel “activa la emoción y es visualmente bonito, parece que estuviera vivo, le coges cariño, te da pena romperlo, el momento de abrir el regalo se retrasa, la emoción es cada vez mayor… El papel se convierte en protagonista del momentazo regalo”.
La intención de Molaría es convertir este papel en un regalo en sí “porque es una sorpresa, es inesperado y es plano, pero sólo en el sentido formal de la palabra”.
Un obsequio que, además, puede salvar un mal obsequio. “Si el regalo que has comprado no gusta, el papel suma puntos. Si te falta imaginación para comprarle a alguien algo que le sorprenda de verdad, pues que le sorprenda el papel. Seguro que una colonia envuelta en este papel huele mejor”.