No se trata de crear nuevos gadgets porque sí, sino de pensar en lo que la gente necesita de verdad. Las capas sociales y los dispositivos conectados sorprenden cada vez menos. ¿Cómo podría innovar un objeto de uso cotidiano para ser realmente más efectivo? Por ejemplo, como lo hace el cepillo de dientes Quip, que además de ser atractivo estéticamente presenta un modelo de negocio cuanto menos curioso.
Quip no se entretiene con florituras: no nos lavamos los dientes para disfrutar, sino por higiene. En lugar de añadir funcionalidades innecesarias, sus fundadores, Simon Enever y Bill May, volvieron a lo básico: se preguntaron cuál era el problema real de la gente a la hora de mantener una higiene bucal adecuada.
«Puede que los emprendedores o inventores pequen de olvidar las necesidades básicas de las personas. Pero los diseñadores pecamos más de querer solucionar demasiadas cosas a un tiempo», confiesa Simon Enever. Por eso, al promocionar este producto, decidieron callar algunas de sus características —que los compradores podrán descubrir cuando lo tengan en sus manos— y centrarse en destacar lo más relevante: que el cepillo resuelve las tres recomendaciones básicas de los dentistas. Casi todos las conocen (hay que lavarse los dientes al menos dos veces al día, hay que hacerlo durante dos minutos y hay que cambiar de cepillo cada tres meses) pero, sencillamente, no tienen la fuerza de voluntad, la memoria o el interés necesarios para ponerlas en práctica.
«Hablando con dentistas, descubrimos que los problemas relacionados con la higiene bucal eran conductuales. Es más importante que el afeitado o el cuidado del cabello, pero no le prestamos atención y por tanto no lo hacemos correctamente», explica Enever. Quip nació con la intención de ayudar a aquellos que prefieren emplear su tiempo en pensar en otras cosas pero no quieren descuidar su salud. «Como diseñadores, creímos que podíamos abordar estos problemas con un buen diseño», relata el cofundador de Quip, que se decidió, junto a su socio, a proponer a los usuarios «una experiencia de cuidado bucal más agradable que mejore los gestos básicos que todos olvidamos».
El cepillo tiene un mecanismo para asegurar que te afanas en limpiar tus dientes durante dos minutos ininterrumpidos: cada treinta segundos, una vibración especial te avisa de que es momento de pasar al siguiente cuadrante de la boca. Otras marcas también presentan ayudas de este tipo para el cepillado. Lo realmente innovador de Quip es su modelo de negocio: el kit inicial, que solo cuesta 40$, incluye, además del mango, el estuche y un cabezal, un tubo de pasta de dientes que, utilizando la cantidad recomendada, dura exactamente tres meses. Y, después, aquellos clientes que estén satisfechos continúan con un modelo de suscripción: cada tres meses reciben un nuevo cabezal y un tubo de pasta de dientes por 10$. «¿Cuál es la única forma de forzar a la gente a cambiar su cepillo cada tres meses? ¡Poner uno nuevo físicamente en sus manos!», explica Enever. Así surgió la idea del servicio de suscripción por correo postal.
Tratándose de diseñadores, Enever y May quisieron asemejar la apariencia de Quip a la de otros artefactos que las personas usan en su vida moderna. El cepillo presenta un diseño minimalista y sus cerdas son todas iguales: los fabricantes que proponen patrones más llamativos y elaborados lo hacen para diferenciarse de la competencia, pero estos no son más útiles en el cuidado bucal que otros cuyo cabezal tiene una apariencia más simple. «Muchos productos en el mercado son meros trucos», asegura Simon Enever.
El diseñador explica así el apoyo que han recibido por parte de dentistas y periodistas que han probado el producto durante unas semanas: «A todo el mundo parece gustarle el “masaje suave” de las cerdas vibradoras y el tacto de un mango bonito y metálico con un buen agarre, el hecho de que sea tan delgado, de que el soporte se pueda colocar en el espejo…».
Atendiendo a la buena aceptación que ha tenido la idea, cabe preguntarse si las grandes marcas de higiene bucal seguirán los pasos de estos diseñadores: «Estoy seguro de que lo harán», asegura Simon Enever. Y apoya su respuesta en el ejemplo de las cuchillas de afeitar en suscripción: «Si miras al impacto que han tenido Dollar Shave Club y Harry´s en el mercado del afeitado en Estados Unidos, ves que Gillette ha tenido que reaccionar a sus pérdidas ofreciendo sus propios servicios. Pero las grandes marcas de higiene dental han subido tanto los precios de sus cabezales de repuesto que su servicio sería dos o tres veces más caro que el nuestro. Así que será un reto para ellos y para los clientes justificarlo».
Quip ya hace envíos internacionales, aunque avisa en su página de que estos pueden experimentar retrasos y tener costes adicionales. Enever declara con firmeza su propósito de mejorar el servicio fuera de Estados Unidos próximamente: «¡No queremos dejaros sin disfrutar de Quip, especialmente teniendo en cuenta que yo nací en Gran Bretaña!».
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