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Racer, un arcade de carreras… de cartón

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Son un clásico al que, el que más y el que menos, ha dedicado más horas que a su educación. Los videojuegos de carreras automovilísticas han estado siempre ahí, como los especiales de Nochevieja. Racer, que acaba de presentarse, rompe algunas tendencias del momento actual del mundo del videojuego.

Out Run, Gran Turismo, Colin McRae o Wipe Out, el título en el que se han inspirado los creadores de este proyecto… Siempre han estado ahí y la mayoría de veces ofreciendo altos niveles de diversión. Racer también es así aunque por motivos diferentes. En primer lugar, es extraño en los tiempos que corren que se cree un máquina de arcade, un objeto que forma parte de la historia de los tiempos. Por otro lado, en un momento en que las consolas tienden a la miniaturización, su tamaño no lo hace, digamos manejable. Ni con grúa.

Este nuevo arcade de clara inspiración vintage y totalmente analógico ha sido diseñado por Malte Jehmlich y la gente de Sputnic.tv y mide aproximadamente 9 metros de largo y 7 de ancho. Un pelín bestia, ¿no? Pues sí, el circuito que se ve por pantalla está construido en cartón y montado junto a los controles del arcade. El ‘coche’ funciona por radio control y se encuentra provisto de una cámara que proporciona la visión en primera persona al jugador. Si tienes espacio suficiente y amor por los orígenes de los videojuegos, Racer es para ti.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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