La aparición de Santiago Ramón y Cajal en el curso de la historia de la neurociencia supuso «un cambio radical» en esta disciplina. Para el autor de la aseveración, el neurocientífico Javier de Felipe, Ramón y Cajal, a diferencia de otros grandes investigadores, «no se limitó a realizar un único descubrimiento de gran importancia. Aportó numerosas e importantes contribuciones al conocimiento de la estructura y función del sistema nervioso».
Desde sus primeras aportaciones, hace casi siglo y medio, el científico navarro contribuyó de manera excepcional a desentrañar algunos de los muchos misterios que (aún) rodean al órgano que rige nuestro organismo y conducta, «el que representa el fundamento de nuestra humanidad», según explica De Felipe.
Ramón y Cajal lo hizo sin poder valerse de los medios que cuentan los científicos modernos. A cambio contaba con unos amplios conocimientos fotográficos y un gran interés y talento para el dibujo. «Es bastante raro que un científico sea un verdadero artista al mismo tiempo y que ilustre su trabajo de manera brillante». Cajal era, sin duda, una de esas rara avis a la que se refiere el neurobiólogo Larry Swanson en The New York Times.
Swanson es uno de los autores del libro The Beautiful Brain: The Drawings of Santiago Ramón y Cajal (Abrams), y en el que también participa el propio De Felipe. La publicación recoge algunas de las ilustraciones con las que el padre de la neurociencia moderna ilustraba sus estudios y descubrimientos. En aquella época ya existían aparatos de microfotografía, si bien esta técnica no se había desarrollado todavía. «De ahí que la obtención de una buena imagen microscópica, especialmente de gran aumento, era una tarea difícil», explica De Felipe.
Santiago Ramón y Cajal se desquitó. En su día, su padre, temiendo que su hijo se dejase llevar por su interés y dotes innatas para el dibujo, le obligó a seguir sus pasos y estudiar Medicina. Él accedió al deseo de su progenitor aunque sin prescindir de sus inquietudes artísticas. A ellas recurrió a lo largo de su carrera científica al considerarlas una eficaz herramienta para sus estudios. En un discurso, de 1877, impartido en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Ramón y Cajal animaba a sus colegas a dibujar sus hallazgos mediante imágenes:
«Si nuestros estudios atañen a la morfología, ora macro ora microscópica, será de rigor ilustrar las descripciones con figuras copiadas todo lo más posible del natural. Por precisa y minuciosa que sea la descripción de los objetos observados siempre resulta inferior en claridad a un buen grabado»
Aunque el dibujo no sólo era para él un recurso funcional. En el mismo artículo donde recoge esta cita, De Felipe incluye otra del propio Ramón y Cajal, ya en 1917, donde reconoce abiertamente el placer estético que suponía para él la representación gráfica de aquello que veía a través de un microscopio:
«(…) Dejando aparte los halagos del amor propio, el jardín de la neurología brinda al investigador espectáculos cautivadores y emociones artísticas incomparables. En él hallaron, al fin, mis instintos estéticos plena satisfacción. ¡Como el entomólogo a caza de mariposas de vistosos matices, mi atención perseguía, en el vergel de la sustancia gris, células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental! […]. La admiración ingenua de la forma celular constituía uno de mis placeres más gratos. Porque, aun desde el punto de vista plástico, encierra el tejido nervioso incomparables bellezas. ¿Hay en nuestros parques algún árbol más elegante y frondoso que el corpúsculo de Purkinje del cerebelo o la célula psíquica, es decir, la famosa pirámide cerebral?»
Belleza celular
Fue en 1887 cuando Ramón y Cajal conoció el método de tinción descubierto por Camillo Golgi unos años atrás. El sistema del científico italiano permitía colorear células cerebrales, lo que favorecía el estudio de estas. La manera aleatoria en que lo hacía, sin embargo, constituía su principal pega. Ramón y Cajal mejoró la técnica de Golgi para paliar este y otros inconvenientes hasta el punto de lograr imágenes más nítidas con las que pudo fortalecer su tesis. Frente a la teoría reticular que imperaba por aquel entonces, Santiago Ramón y Cajal sostenía que las neuronas eran células cerebrales individuales capaces de enviar y recibir información. Con su Teoría Neuronal estaba cimentando la neurociencia moderna.
La genialidad de Ramón y Cajal debía mucho a sus dotes como observador e intérprete de las imágenes microscópicas. «Cuando analizaba una preparación histológica veía de forma clara detalles que muchos otros –que disponían de los mismos microscopios y de las mismas preparaciones– eran incapaces de interpretar».
De Felipe pone como ejemplo el descubrimiento de las espinas dendríticas, realizado por el propio científico en 1888. Mientras que la mayoría de los autores de la época consideraban que se trataban de «artefactos» que se producían al utilizar el método de tinción de Golgi, Ramón y Cajal fue capaz de demostrar que, en realidad, eran elementos no sólo reales, sino además clave en la estructura y funcionamiento de las neuronas.
Con el Nobel conseguido en 1906 (y compartido, por cierto, con el propio Golgi) y el apoyo a sus teorías de influyentes colegas como Albert von Kölliker –quien tradujo buena parte de su trabajo al alemán–, Ramón y Cajal vio reconocida su encomiable labor en ese momento. Un reconocimiento que sigue en vigor más de 100 años después en un campo con una rápida obsolescencia:
«La inmensa mayoría de las referencias bibliográficas en la literatura científica actual se refieren a los últimos 5-10 años; es como si las observaciones y teorías prescribieran tras este corto periodo de tiempo. Sin embargo, la obra de Ramón y Cajal es atípica pues sigue siendo una referencia constante en numerosas publicaciones actuales».
Para Swanson, Ramón y Cajal fue tan influyente como Pasteur o Darwin en el siglo XIX aunque sus teorías «son más difíciles de explicar al público en general, lo cual es quizás la causa de que no sea tan famoso».
6 respuestas a «Las ilustraciones con las que Ramón y Cajal demostró cómo funciona el cerebro»
Hola! Me llamo Emilia y me resultan fantásticas sus notas! Son sumamente interesantes y novedosas parami, es decir que aprendo cosas con ustedes y a la ves me generan dudas y curiosidad, por eso los sigo y espero que si cambian algo no pierdan todo lo bueno que tienen para contar! Por mi parte soy diseñadora textil, estoy recién largándome con mi proyecto de diseños de estampados para la industria, vivo en Argentina, soy mamá de dos hermosos niños, y creo q de todo siempre se aprende! Saludos! Sigan tan geniales como hasta ahora!
Qué bonito comentario Emilia 🙂
También el artículo me ha hecho ver de otra manera el legado de Ramón y Cajal. No solo como un científico adelantado en cuanto a sus estudios y la forma de plasmarlos, sino como un artista que ha encontrado su inspiración. Muy curiosa esta forma de verlo.
Genial artículo 🙂
Gracias
¡Qué interesante! Ciencia y arte son primas hermanas, ¿no es cierto?
[…] Las ilustraciones con las que Ramón y Cajal demostró cómo funciona el cerebro Un magnífico paseo por los modelos mentales o interfaces que utilizó Ramón y Cajal no sólo para representar lo que veía en el microscopia, sino sobre todo para interpretarlo y entenderlo. La imagen no como representación, sino como auténtico pensamiento, como creadora de un modelo de realidad, y su capacidad también para emocionarnos por medio de la misma experimentación artística. […]
[…] reinterpretar la teoría durante los años de formación en las universidades. Aquí en España, ya lo sabía Ramón y Cajal, hay algo en la ilustración que completa a las […]
[…] reinterpretar la teoría durante los años de formación en las universidades. Aquí en España, ya lo sabía Ramón y Cajal, hay algo en la ilustración que completa a las […]