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Raúl Goñi: el diseñador gráfico que ilumina las noches de Barcelona

Raúl Goñi quería crear una herramienta para que los ciudadanos recuperaran la calle. Pero el destino quiso que la lanzara cuando bajar a la calle estaba prohibido. Public Protest Poster, «o PPP, que se puede pronunciar mejor», es un proyecto que pretende proyectar pósters en las paredes. Pardiez.

La idea le surgió a este diseñador en una manifestación. «Yo iba por la calle y veía mensajes muy cañeros, pero mal resueltos a nivel gráfico. La gente piensa y tiene ideas interesantes, pero no tiene las herramientas para plasmarlas». Fue entonces cuando empezó a rumiar una idea hasta darle forma. Pensó en crear una aplicación para dar cuerpo a estos mensajes, usando tipografías estéticas, esquemáticas y fáciles de leer a distancia.

Raúl Goñi es diseñador gráfico, pero lo que le gusta de verdad es enseñar. Y aprender. Por eso compagina los encargos de grandes marcas (que hace desde su empresa Goñi Studio) con sus clases en Elisava, donde es profesor y alumno. Como parte del proyecto final del máster que está cursando, decidió presentar esta idea. «Y al empezar esto me pilla el confinamiento», comenta Goñi con sorna. «Entonces me digo, ‘bueno, quería conquistar los muros de la ciudad y dar voz a la gente, así que, ¿por qué no hacerlo ahora?’». Raúl Goñi se compró un proyector, pidió ayuda a Santi Grau, responsable de la parte digital de este proyecto, y se puso a trabajar.

Public Protest Poster ha llenado de luz y palabras las fachadas de Barcelona. Goñi ha ido proyectando cada noche un mensaje diferente. O varios. Hasta 40 carteles de distintos diseñadores gráficos se han llegado a proyectar al día. «La gente se lo ha tomado sorprendentemente bien», explica. «Una vecina me está haciendo las fotos, otros me felicitan o me preguntan, aunque algún vecino sí se ha quejado un poco», reconoce. En cualquier caso, la eventual molestia no dura demasiado. «No más de 20 minutos». Este carácter efímero da cierto encanto a la intervención.

Anthony Burrill, Chris Clarke, Sarah Boris, Mario Eskenazi, Patrick Thomas, Ibán Ramón, Loesje o Carles Murillo. Todos estos reconocidos diseñadores gráficos han prestado sus carteles al proyecto. «Esto me ha dado la posibilidad de conocer a gente a la que admiro», explica Raúl Goñi. «Como el director creativo de The Guardian».

En muchos casos, los interpelados no se han limitado a pasarle pósters del pasado. Han pedido hacer algunos ad hoc sobre la situación actual. «Tampoco demasiados, no quiero hablar solo del virus», añade. También intenta huir de la ilustración y otros formatos. «Aquí hay una parte de comisariado, tiene que ser un contenido muy ligado a la herramienta».

CUANDO RECUPEREMOS LAS CALLES

La herramienta será la responsable de que el proyecto pase a una segunda fase, en la que los ciudadanos tomarán la palabra y serán ellos y no famosos diseñadores quienes iluminen las noches de Barcelona con sus mensajes. La web Public Protest Poster permite a cualquiera diseñar su propio póster tipográfico en muy poco tiempo y compartirlo con la comunidad en su galería, en las redes sociales u obtener un PDF listo para imprimir para usar en espacios públicos.

Cuando se pueda. «De momento los carteles anónimos los voy a proyectar desde mi terraza», explica Goñi sobre un proyecto cuya génesis fue analógica, pero que las circunstancias han convertido en virtual. Y mundial. «Me ha contactado gente y el proyecto se está replicando en varias ciudades. Que yo sepa en Londres, México DF y Lima», confirma orgulloso.

La génesis de este proyecto nace de la pretensión de devolver las calles a los ciudadanos. «El neoliberalismo solo permite a las marcas que se expresen a través de los soportes clásicos. Si pegas un cartel te pueden denunciar», explica Goñi. Lo cierto es que en Barcelona hay un tipo de mobiliario urbano con cartelería abierto a todo el mundo, pero es difícil que un particular pueda competir con la maquinaria de una promotora de conciertos, por ejemplo. Esto, que aquí asumimos con naturalidad, asombraría en otras ciudades, como Londres, París o Berlín. Allí la cartelería está más institucionalizada y la propia administración reserva un espacio a los carteles ciudadanos.

La calle tiene que ser más que un mero lugar de tránsito, no solo las grandes empresas tienen derecho a lanzarnos sus mensajes. Hay que dar voz a las personas, a los barrios, a las ciudades. Esta era la idea de Goñi cuando la crisis del coronavirus nos hurtó la calle de una forma más dolorosa y literal de la que nadie hubiera imaginado.

Pero eso, opina el diseñador, puede darnos fuerza para recuperarla con más fuerza cuando todo esto pase. Solo basta mirar cómo las calles de nuestras ciudades se han llenado de guirnaldas y banderolas, en un movimiento tan espontáneo como repetido. Como los paseantes reivindican los espacios reservados a los coches. Como los carteles han ido proliferando en cada balcón. Public Protest Poster es una herramienta más, una herramienta para dar la voz al ciudadano. Para que cuando las calles vuelvan a ser nuestras, las llenemos de bonitos mensajes.

Por Ximena Arnau

Ximena es redactora de Yorokobu y Ling

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