Algo tienen que tener las marcas de toda la vida cuando llevan ahí eso, toda la vida. Para Ro Muñoz lo que fundamentalmente les diferencia del resto de enseñas son las historias que tienen detrás, “historias de personas e historias muy vinculadas a los acontecimientos de nuestro país”.
Ella las comenzó a descubrir hace años. “Todo empezó cuando terminé Erasmus y comencé a trabajar en ABC”. Dice Muñoz que lo que más le entusiasmaba de su labor en el departamento de Relaciones Institucionales del centenario diario eran las visitas de los grupos escolares. “Tenía que enseñarles la rotativa y la redacción y contarles de forma divertida las historias que había detrás de aquellas máquinas y de aquellas paredes”.
De ABC, Ro Muñoz dio el salto a una gran multinacional encargada del diseño de tiendas para grandes cadenas comerciales. “Pasé cinco años viajando por todo el país construyendo Massimos Duttis, Stradivarius, Benettons, Burberrys, Armanis, y un largo etcétera…”
A medida que estos establecimientos abrían, otras tantas tiendas de toda la vida veían forzado su cierre, con Ro como testigo: “Entraba en mercerías y droguerías con el encanto inigualable que tienen esos locales de principios del siglo pasado y tras nuestro paso, salían tiendas de lo más fashion y modernas. Y local tras local, esto iba dejando huella… Pude hablar con muchos tenderos de siempre y comprobar de primera mano cuántos pequeños comercios se iban cerrando y cuántas familias, pequeños empresarios con varias generaciones dedicándose a hacer las cosas con amor iban quedando atrás”.
Al cabo de un tiempo, Ro decidió dar un nuevo giro. Una amiga y una furgoneta iban a ser sus compañeras de viaje. Con ellas recorrió otros países y conoció nuevos modelos de negocio. “Algunos de ellos destacaban por la gran pasión hacia los productos y tradiciones de sus países”.
Estos últimos dieron qué pensar a Ro. “Al volver, decidí comenzar una Tesis de Doctorado con un tema: Comercio Tradicional en España. La idea era investigar sobre los productos centenarios que aún se siguen comercializando y analizar los puntos que tienen en común todos ellos, para sacar conclusiones de por qué unos sobreviven y por qué tantos otros se quedan por el camino”.
Para realizar la investigación académica, Ro comenzó a viajar por todo el país “buscando y rebuscando entre tiendas de barrio y también en fábricas de los pueblos más recónditos de España”.
El punto de inflexión llegó cuando, viendo las condiciones en las que se encontraba ya el coche con el que su hija recorría el país, el padre de Ro le ofreció 3.000 euros para comprar otro de segunda mano.
“Tenía 3.000 € en el bolsillo, un coche viejo, una tesis a medio hacer y mucha mucha mucha ilusión. Año y medio después nacía Real Fábrica”.
Ahora la tienda cuenta con 450 productos, seleccionados personalmente por Ro durante su periodo de investigación. “Esos 450 están aquí porque son los que, por diferentes motivos, más he valorado. A la hora de llevar a cabo la selección ha influido mucho la historia que había detrás de cada producto, así como las anécdotas, la pasión y el trato humano de las personas y familias que producen cada marca, si conservan o no el packaging con el que nacieron o se inspiran en ellos…”
Ahora que la gente comienza a conocer Real Fábrica, es posible que la lista se siga ampliando. “Cada día alguien nos envía algún nuevo ‘tesoro’. Alguno de ellos lo incluiremos en nuestro catálogo en breve”.
De todas las marcas que pueden encontrarse en su tienda online, Ro no se decanta por ninguna aunque reconoce tener sus preferencias: “Me alucinan los polvos Maderas de Oriente, los chocolates Amatller que es la marca más antigua de España con más de 200 años y muy apreciada internacionalmente, la vaselina de la Perfumeria Gal, los caramelos de violeta, las mantas de mohair Ezcaray, las conservas Palacio de Oriente o las míticas grapadoras El Casco”.
En cuanto a los compradores, Ro asegura que, por ahora, son curiosamente los extranjeros los que más valoran las marcas patrias: “En el mes que llevamos online un porcentaje alto de nuestros clientes han sido personas de otros países. Curiosos y apasionados por la historia de España que valoran, por ejemplo, el jamón 5J Sánchez Romero Carvajal con más de 130 años de historia, o el abrillantador para el pelo Ryellis, o las barajas de cartas Fournier”.
No está mal cuando uno de los objetivos de Real Fábrica, según la propia Ro, es promocionar España, “dar a conocer mejor nuestro país, nuestros secretos, nuestra industria, nuestros comercios, el modo de fabricación de nuestros productos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras”.
Lo próximo de Real Fábrica es su tienda física, “la abriremos en el centro de Madrid para que también se puedan tocar, oler y sentir todos estos tesoros hechos con mucho amor”.