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Recycling Culture: regalar los libros y discos que abarrotan las estanterías de casa


El síndrome de Diógenes es una estafa. Murió la época en la que la cultura de una persona se medía en relación al número de estanterías cargadas de libros en su hogar. El vicio de acumular ha perdido la magia de otro tiempo en un mundo que empieza a comprender que el reciclaje y el uso colectivo es más ecológico, más responsable y más sensato.
Él era un coleccionista más. Raúl Casañas encerraba cultura (discos, libros, películas…) en su casa y les otorgaba una función de florero. No era esa su intención, pero, al fin y al cabo, ¿qué diferencia hay entre un libro que no se lee y unas flores de plástico?
Hasta que un día miró su colección de discos. Miró su colección de libros. Miró toda esa música y esas historias que ya no decían nada porque nadie las escuchaba ni nadie las leía.
“Me di cuenta de que tenía acumulados muchos libros, cds, películas, etc., en casa que, aun siendo interesantes, no iba a poder volver a disfrutar en mucho tiempo. Esta razón, unida al sentimiento un poco naïve de disfrutar pensando que puedo sorprender a alguien cada día, me hizo tomar la decisión de desprenderme de una forma diferente de esta cultura y, por supuesto, favorecer desde mi pequeña aportación al intercambio de cultura que yo en algún momento ya he disfrutado. Si, además, consigo que más gente comparta, pues fantástico”, comenta el director de cuentas de Ogilvy.
El proyecto nació el pasado agosto y lo llamó Recycling Culture. Casañas aprovechó sus vacaciones para ordenar todo el material que iba a entregar a otras personas. La primera misión tenía como destino los diez países por los que pasaría durante el verano. Allí ha regalado 30 obras.
¿Extrañeza? ¿Agradecimiento? ¿Cómo es la respuesta? “Cuando das un libro o un disco a alguien en persona, la respuesta es muy positiva. Siempre te queda la sensación de que estás haciendo algo bueno”, indica.
El reparto ahora se hace fundamentalmente en Barcelona porque es la ciudad donde reside Casañas. “A veces aviso mediante mis redes sociales del lugar donde voy a dejar algo y, a menudo, me escribe la persona que lo ha encontrado”, cuenta el publicitario.
El nuevo dueño siempre puede saber quién regaló el libro. Raúl Casañas pega una etiqueta en todos los objetos de los que se deshace con información sobre el proyecto, una web y un hasthtag (#recyclingculture) para poder hablar del tema en Twitter.

En lo que queda de octubre, repartirá en Barcelona “un progama de VJ Modul 8 (valorado en 299€), una colección de libros de Edgar Alan Poe que guardo para el día de Halloween y uno de los primeros directos de Hot Chip en HorseShoe London que compré cuando vinieron por primera vez a la Sala Bikini de Barcelona”.
El publicitario dice que tiene una razón importante para seguir con Recycling Culture. “Las caras de los niños que reciben libros, su interés y curiosidad; los mensajes de agradecimiento y pensar que cada día puedo sorprender a alguien nuevo. Esto es más que suficiente”.
Aunque la cosa parece estar yendo a más. Cuenta Casañas que hace unos días fue a comprar un libro de Haruki Murakami y se hizo con dos ejemplares. ¿Dos? “Sí, uno para mí y otro para dejarlo en la calle”. Y el suyo, en un tiempo, acabará igual. En algún lugar del mundo lejos de su hogar. “He aprendido a que me guste más disfrutar de que otra persona encuentre un artículo cultural que a guardarlo”.

 
Hasta ahora Recycling Culture ha repartido:










 








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