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Relatos ortográficos: ¿Hace 38º o hay 38º? ¡Qué demonios!, ¡hace calor!

hay o hace 38 grados

Fuera, el aire era irrespirable. Dentro tampoco se estaba mejor, pero, al menos, el sol no quemaba. Huir del calor le suponía vivir en semipenumbra prácticamente el día entero: persianas bajadas, ventanas cerradas y el ventilador (no podía costearse el aire acondicionado) a todo lo que daba.

Siempre se había considerado una persona afortunada, de esas a las que la suerte le sonríe. Encontraba entradas para conciertos que habían colgado el cartel de Sold Out meses antes, consiguió su plaza de funcionaria en una oposición con miles de candidatos para tres plazas y los melones que compraban nunca salían pepinos. ¡Qué más le podía pedir a la vida! Bueno, sí, tan solo una cosa: vivir un verano eterno.

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