El primer golpe de vista supone un salto a un pasado que huele a pegamento y a viejo álbum de cromos. Al fin y al cabo, eso es lo que parece Retroscifiart, una enorme colección en Instagram de ilustraciones retrofuturistas que modera el argentino Mariano Arrigo.
Hace seis años abrió una cuenta en Tumblr «en la cual reposteaba trabajos de ciencia ficción creados por artistas de hoy en día. Poco a poco me sumergí en este mundo y encontré un género olvidado en el tiempo que cautivó completamente mi gusto por el arte: el retrofuturista. Ahí fue donde comencé la recopilación de las miles de obras que tengo almacenadas. Y como soy un aficionado de fotografiar mi ciudad y mostrarlo en mi cuenta personal de Instagram, decidí llevar este arte a esa red social».
Tumblr y Pinterest son las dos fuentes principales de las que bebe Retroscifiart, así como la comunidad The ISFDB (The Internet Speculative Fiction Data Base), «que es de donde extraigo la información de cada obra», y su fin es catalogar todo trabajo (ya sean artes plásticas o trabajos literarios) relacionado con la ciencia ficción, fantasía y horror».
Arrigo cree que «el magnetismo de estas ilustraciones se centra en la libertad que tienen los artistas para imaginarse cualquier tipo de escenario intergaláctico totalmente ajeno a nuestra realidad». Contemplar este tipo de ilustraciones le provoca una sensación extraña. Tanto que podría pasar horas observando cada detalle y tratando de entender qué está pasando en cada escena.
«Los artefactos, megaciudades o lugares difíciles de comprender creados por los artistas crean una atmósfera de extrañeza al espectador. No estamos acostumbrados a eso porque todavía no hemos dado el siguiente paso en la carrera por la conquista cósmica. Creo que esa es la parte más interesante de este arte, saber que todos esos seres o mundos pueden ser posibles, que todo puede ser posible más allá de nuestro sistema solar».
Este tipo de arte tuvo su apogeo a lo largo del siglo XX. Revistas, cómics y cubiertas de libros eran sus principales escaparates. Después dejó de interesar al gran público y desapareció casi por completo. «Todo lo que hoy está disponible en internet está escaneado o fotografiado», comenta Arrigo. «Es por esto que la gran mayoría de las veces, al buscar obras, nunca encontrarás algo de excelente calidad (sí de los artistas más reconocidos, como Michael Whelan o Angus McKie). Y, en algunas ocasiones, en las obras que publico se pueden ver las tapas de los libros gastadas o con líneas, que es algo que me encanta porque le da un toque todavía más retro».
Fruto de ese desinterés, comenta el argentino, es la nula información que hay sobre las obras. El «Unknown artist» es la firma más frecuente que encontramos en las ilustraciones que sube a su página de Instagram. «Si nos preguntáramos por qué pasa esto, creo que una respuesta acertada sería que el sci-fi es un género al cual nunca se le prestó mucha atención en el pasado, y la gente que sabía apreciarlo era ultrafanatica o nerdie; y por supuesto que todos hombres».
De hecho, explica, los seguidores de su página son un 78% de hombres frente a un 22% de mujeres, pero esto es algo que empieza a cambiar. Igual que hace 40 años era extraño ver a una mujer como comandante de una nave espacial en películas de este género, el mismo cine ahora es el que está ayudando a superar ciertos clichés. «Películas como Interstellar o Arrival atrajeron espectadores de todas las edades. Gente que nunca antes se había interesado por la ciencia ficción ha comenzado a hacerlo. Es imposible escapar a la era tecnológica, el mundo está expectante y con ansias por el futuro incierto que nos espera».
A pesar de ese resurgimiento de la ciencia ficción, la iconografía entre una época y otra es totalmente diferente. En el arte futurista actual, opina Arrigo, las representaciones de los mundos o ciudades espaciales son muy robóticas o mecánicas, algo así como el planeta Cybertron (de donde provienen los Transformers).
«El arte retrofuturista, si bien también cuenta con mundos mecánicos y chatarreros, tiene una apertura mucho más grande en cuanto a las formas de vida y la naturaleza que cada artista se imagina. Es por esto que creo que tenían muchas más libertades a la hora de idear especies y sociedades cósmicas». Pero no siempre tuvo un carácter tan fantástico y ahí cree que está la similitud entre el pasado y el presente
«El arte retrofuturista también comenzó a gestarse con mundos industriales y robóticos. La imaginación humana todavía no estaba preparada para crear mundos tan biológicos como los de segunda mitad del siglo XX. Un claro ejemplo de esto son los magníficos trabajos del ilustrador pionero Frank R. Paul (1884-1993), donde a finales de los años 30 publicó ideas sobre cómo lucían nuestros vecinos asentados en cada planeta y luna del sistema solar. Sus ciudades industriales y detalladas con sus especies alienígenas simplistas denotaban el comienzo de un nuevo género en el mundo del arte».
La visión apocalíptica que refleja en gran parte de sus ilustraciones la ciencia ficción también estaba presente en aquellos dibujos del siglo pasado. A pesar de que la NASA hizo todo lo posible por vender una imagen positiva del espacio, los artistas no veían tan brillante ese futuro. «El arte retrofuturista nos viene advitirtiendo hace mucho tiempo», afirma Arrigo, «es una crítica en estado puro a la desidia humana. Entendemos que estamos haciendo algo mal y que estamos perjudicando a las generaciones futuras y aun así no nos detenemos».
El futuro de nuestro planeta, en su opinión, es negro y su salvación está en nuestras manos. «Al arte retrofuturista no solo hay que tomarlo como ejemplo por el lado malo o destructivo, también tiene un lado alentador y esperanzador del cual tenemos mucho que aprender. Lean sobre las razas creadas por el ilustrador Wayne Barlowe o la especie Na’vi de la película Avatar y entenderán de lo que estoy hablando… Especies extraterrestres como ejemplo a seguir sí que las hay».