Puede que de obvio se llegue a pasar por alto: el éxito de una empresa no depende únicamente de la idea en la que se asienta, por muy innovadora que esta sea. Encontrar el equilibrio entre potencial creativo y viabilidad empresarial resulta crucial en el caso de las industrias culturales y creativas.
«Por mucho talento creativo que una persona tenga, si no sabe llevar una compañía es muy probable que el proyecto no salga. Saber gestionar una empresa es como saber nadar: es lo que te permite mantenerte a flote y no hundirte».
Cierto es que, como sigue explicando Juan Pastor-Bustamante, director de Red de Industrias Creativas (RIC), Laboratorio de Empresas de Fundación Santillana e IED, en el sector de la industria creativa abundan aquellos a los que la sola idea de inscribirse en un máster para formarse en estos menesteres les produce cierta urticaria. Él mismo se ha topado con varios profesionales con síntomas claros de alergia a conceptos como escuela de negocio.
Y cree saber cuál es una de las causas que los provoca: «Para los emprendedores, autónomos y empresarios del sector creativo hacer un máster, que viene a suponer 9 meses, es demasiado tiempo de dedicación».
De ahí que el Programa de Diseño y Crecimiento para empresarios del sector creativo de RIC, cuyo plaza de inscripción para su 7ª edición acaba de abrirse, se desarrolle en apenas cuatro meses –de abril a julio de 2018–. Tiempo suficiente para que, según el propio Pastor-Bustamante, el empresario o autónomo pueda definir su proyecto o abrir una nueva línea de negocio.
«El Programa Ejecutivo RIC está pensado para el microempresario del sector cultural y creativo. El participante trabaja sobre su propia empresa desde el principio».
El carácter eminentemente práctico de la metodología y el profesorado, compuesto por profesionales de larga experiencia y en activo en estos sectores, hacen posible que los alumnos aprendan y consoliden nociones sobre diseño de negocio, finanzas, innovación, estrategia o inversión, entre otras, en tal corto espacio de tiempo.
«El programa crea un espacio de reflexión que permite salir de la rutina del día a día y hace posible la puesta en marcha de un plan de crecimiento, desarrollo empresarial e innovación». El participante dispone, además, de una bolsa de consultorías formativas junto a diferentes profesionales. «Será él mismo quien decida cómo, cuándo y con quién realizarlas, teniendo en cuenta sus propias necesidades».
Un método que, según el director de RIC, se aleja del de una escuela de negocios convencional: «En Red de Industrias Creativas nos gusta definirnos como Laboratorio de Empresas. Un lugar al que los autónomos y microempresarios del sector acuden para pensar, repensar y hacer crecer sus negocios de la forma más sostenible: económica, social y medioambiental. Y lo más interesante es que esto lo conseguimos potenciando su creatividad».
Desde el inicio del curso, además, el participante entra a formar parte de la Comunidad RIC, formada por más de 100 empresas, y que le permite entrar en contacto con profesionales de distintos ámbitos de la industria.
Para Pastor-Bustamante, el valor del sector cultural y creativo va más allá de su aportación al PIB: «Ahora mismo, en España, está por encima del 3%, pero yo destacaría el impacto social del sector en generación de puestos de trabajo y compromiso social». De ahí que la evolución experimentada en la formación empresarial en estos sectores durante los últimos años («el nivel es muy alto y siempre está actualizándose») sea, en opinión del director de RIC, una excelente noticia.