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Riki Blanco: «La poesía me mantiene a flote. No usar esto de titular, por favor»

La contraportada de La poesía que nos merecemos (Reservoir Books, 2021) es algo así como el comodín del público de ¿Quién quiere ser millonario? Todo el mundo puede y necesita acogerse a él. Es una declaración universal.

«Lo más sensato es que abras el libro por cualquier página, da igual  la que sea; y si lo que ves te hace gracia, te ofrece una nueva perspectiva, te escuece o te pone triste, tal vez este sea el libro que te mereces».

La explicación está bien, porque si el libro de Riki Blanco ni te hace gracia, ni te ofrece una nueva perspectiva, ni te escuece, ni te pone triste, puede que no sea el libro, sino tú. Así que serías tú quien tiene la culpa. Y como nadie escribe un libro para hacer sentir culpable a quien lo lee, esa posibilidad deja de ser plausible.

Aunque esto no tenga ni puta gracia, lo que sí se apoya en el humor es la propuesta de Riki Blanco. El ilustrador ha creado un compendio de poemas visuales, greguerías gráficas o ripios dibujados para, como él mismo dice, acercarse al mismo objetivo que la filosofía. «Desordenar para volver a ordenar de forma diferente. Busca y rebusca en el fondo de las cosas, y trata de mostrarlas con crudeza, pero con una apariencia formal coherente y armónica. Pero lo hace únicamente para que ese viaje sea más apetecible. Para embaucar. Porque, aunque necesario, no es cómodo lo que muestra».

El libro es una especie de examen de conciencia de la especie humana, con lo que eso toca la moral a aquellos que se creen inmaculados. «Todas esas deficiencias están en nosotros y en el mundo que nos rodea», añade Blanco. «Pero el objetivo que persigue [el libro], además de hacernos pasar un buen rato sin saber por qué, es el de invitarnos a la reflexión y al enriquecimiento emocional».

 

La poesía que nos merecemos es una continuación natural del anterior volumen de Riki Blanco, El camino más largo (Autoeditado, 2017). En él, el ilustrador afianzó el estilo lírico y surrealista que llena sus páginas.

Riki Blanco se abre paso a través de la maleza de sus ideas con machete respetuoso, eliminando solamente aquella maleza que sobra para poder seguir explorando la selva. «Es un proceso que se basa principalmente en la escucha y el respeto profundo por la idea, aunque sea aparentemente una parida. Por así decirlo, lo que hago es remangarme los pantalones y seguir el curso del río para ver si consigo llegar hasta el manantial», explica.

[bctt tweet=»«Acabo de caer en la cuenta de que ‘creativo’ es un anagrama de ‘reactivo’. Este podría ser un buen titular», dice @Riki_Blanco» username=»Yorokobumag»]

Los manantiales de Blanco son emocionales y, como casi todo en este turbulento presente, se ven afectados por la realidad que nos rodea. Dice el autor que sus historias no están marcadas por la actualidad. Y es cierto que no cuentan hechos presentes. Pero sí están barnizados con una capa de sentimientos crudos perfectamente reconocible en los tiempos que corren.

«La rabia, la pena, la incertidumbre, incluso el hastío y la apatía, son energías renovables. Cuando estamos con el agua al cuello y nos arrastra la corriente, nuestro instinto de supervivencia hace que seamos capaces de aferrarnos a cualquier cosa. En mi caso, me aferro a las figuras retóricas. La poesía me mantiene a flote. No usar esto de titular, por favor».

Así, el ilustrador ha construido un catálogo visual en el que no existen corsés. Explica su gusto por dejarse llevar por la «exploración expresiva. En definitiva: no aburrirme, no morirme del asco. Lo que más me gusta es tomar decisiones, ser el director de arte de mí mismo».

El menú incluye sutilezas, acertijos, patadas en la boca del estómago, páginas en negro, páginas en blanco y bastante heterogeneidad gráfica. «En última instancia, ese abanico de registros diversos pienso que contribuye a que los lectores no se aburran», dice. Y si se aburren, es culpa suya. Bueno, no, que nadie edita un libro para hacer sentir culpable a quien lo lee.

«La presentación del libro es un podcast en el que hablo sobre él, respondo preguntas, cuento nuevas ideas, se narra una historia sobre la libertad de expresión, Galicia y la Audiencia Nacional. Además, está sazonado con notas de voz de diferentes personas que libremente opinan, se recrean o reflexionan después de haber leído La poesía que nos merecemos. Se puede escuchar aquí».

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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