No es habitual que las personas tengan una marca distintiva y menos aún los autores de libros. Sin embargo, Roald Dahl Literary Estate consideró que contar con una sería una magnífica forma de dar a conocer la obra del escritor inglés en el año de su centenario. Para ello contactó con la agencia londinense The Sunshine Company, que acaba de presentar un proyecto de branding que, a partir de ahora, estará presente en todos los productos relacionados con Dahl.
«Crear una marca para uno de los escritores más queridos por los niños de todos los tiempos es una oportunidad que solo se plantea una vez en la vida, y eso sin mencionar que es uno de mis héroes», dice el director de arte Simon Holmes. «Ha sido algo emocionante».
Los famosos, sean del sector que sean, acostumbran a ser utilizados como prescriptores de productos, pero son pocos los que acaban teniendo su propia marca. Si nos paramos a pensar, tal vez se nos vengan a la cabeza los nombres de Paul Newman y sus salsas para ensalada o Bertín Osborne y su gazpacho, pero son los menos.
En el caso de la literatura es aún más extraño. Si bien hay ciertos personajes como Poirot o Maigret que han disfrutado de marcas distintivas para que los lectores reconocieran fácilmente los libros en los que aparecían, sus autores a lo máximo que han aspirado ha sido a tener su firma en algunas colecciones. Hitchcock tuvo una marca para la colección de los Tres investigadores, pero evidentemente él no escribía los libros.
Hay que remitirse al mundo de la novela rosa y a ejemplos como Corín Tellado, para encontrar algo similar a lo que ha realizado la agencia The Sunshine Company, y aún así tampoco nos acercaríamos demasiado al caso de Roald Dahl.
«Roald Dahl no es un narrador al estilo Disney o Pixar. Aunque es conocido principalmente por las historias para niños, sus libros están escritos para grupos de edad muy diferentes y no se parecen a los de otros autores.», cuenta Keeling. «Además, el mundo de Roald Dahl se extiende más allá de sus libros. Sus historias han inspirado estupendas películas, musicales u obras teatrales, incluido El Gran Gigante Bonachón, el próximo filme de Steven Spielberg. Por tanto, cabe el inconveniente de que mucha gente no sepa que toda esa increíble obra procede de la misma mente creativa. Por eso el reto ha sido crear una marca que unificase todo lo relacionado con las historias de Roald Dahl, tanto en lo que se refiere a lo visual como a lo emocional, para que así la gente pueda descubrir más y más cosas sobre él. De esa forma, si a una niña le gustó Matilda, el musical, nuestra intención es que eso le anime a leer Los Twist o ver El fantástico Mr. Fox».
Una marca sintetiza aquellos elementos que diferencian y caracterizan a una compañía o producto de los demás. ¿Pero qué sucede cuando lo que se pretende transmitir es la personalidad de un autor? ¿Cómo se individualizan esos elementos? ¿Hay que buscar solo en su obra o cabe también incluir elementos de su personalidad?
«El branding no es una ciencia exacta. En ocasiones toma la inspiración de un hecho o de una historia, como hizo Pixar con su lámpara, que está tomada de su primera película Luxo Jr., o puede ser todo lo contrario, buscar deliberadamente una nueva dirección que se aleje de lo anterior», indica el director de arte. «En ambos casos lo que se busca es crear conexiones entre la identidad y la marca que estás creando. Con un autor es ligeramente diferente por el hecho de estar influenciado por por su forma de escribir, los hechos que han conformado su personalidad o sus historias, especialmente en el caso de Roald Dahl. En todo caso, el principio de intentar conectar la marca con el público sí que es la misma».
Establecido este punto, el reto está en determinar cuáles son esos elementos representativos del autor que conectan con el público.
«Antes de iniciar el proceso de diseño tuvimos mucho cuidado para re-inspirarnos en Roald Dahl porque, aunque ya hemos mencionado las diferencias que hay entre cada una de sus historias, también es cierto que hay algo especial que todas tienen en común. Por tanto, después de leer (y releer) sus libros encontramos tres temas claves que consideramos se extendían a lo largo de las historias y los personajes y que nos permitieron desarrollar la marca: ‘maestro del ingenio’, ‘la travesura’ y ‘campeones de cosas buenas’».
Por último, llegó el momento de volcar todo eso en un signo gráfico que fuera fácilmente reconocible y transmita dicha información de manera atractiva y de un solo vistazo.
«En ese punto, en lugar de buscar la inspiración en un título en concreto, preferimos fijarnos en la persona. El avión de papel que parece está hecho con el característico papel amarillo en el que él escribía. Eso hace referencia a su imaginación y creatividad, además de a su experiencia como piloto y pasión por la aviación. De la misma manera, el avión de papel es en sí mismo una travesura. Para la colorida tipografía del logotipo sí que nos inspiramos en algunas de las creaciones y de esta forma, la paleta de color de Roald Dahl contiene una gama de colores como el ‘Púrpura Willy Wonka’ o el ‘Verde Cocodrilo Enrome’».
Después la investigación previa, los bocetos, la determinación de la estrategia creativa, la creación del logotipo y el establecimiento de las directrices para desarrollar las diferentes aplicaciones, la «Marca Roald Dahl» ya estaba lista para ser presentada a nivel mundial, una dificultad añadida, pues debía ser entendida por diferentes lectores de diferentes culturas e incluso con diferentes alfabetos.
«Que el lanzamiento fuera mundial nos permitía dar a conocer las historias de Roald Dahl a una nueva generación de niños. En muchos aspectos, el mercado inglés es el que menos necesita esta marca porque aquí ya es muy famoso. Es una marca que está pensada para aparecer en una amplia gama de publicaciones de Dahl, incluidos apps u otros productos, en lugares como Corea del Sur o Noruega», relata.
De hecho, uno de los grandes momentos de la marca aún está por llegar y lo hará de la mano de Steven Spielberg. «Será el año que viene. Es un trabajo en colaboración con Not to scale, con los que hemos desarrollado la animación de nuestro avión de papel y que será utilizada al comienzo de El Gran Gigante Bonachón, la nueva película de Steven Spielberg».
El escritor Roald Dahl convertido en una marca
