Los bancos de tiempo nacieron por culpa de Ronald Reagan o por lo menos proliferaron gracias a el. A principios de la década de 1980, el presidente estadounidense agarró la tijera y capó ayudas económicas en concepto de tickets de comida a decenas de miles de ciudadanos americanos; recortó el presupuesto destinado a educación y abolió diversos beneficios sanitarios. Ocho años más tarde, la primera potencia mundial contaba con 35 millones de pobres.
Visto el progreso imparable del reagonomics, el abogado Edgar Cahn, activista incansable contra la pobreza, escribió No more throw away people (No más gente de usar y tirar).
Cahn proponía combatir la reducción del gasto público mediante el timebanking, los bancos de tiempo. “Si no podemos conseguir más dólares, ¿por qué no creamos una nueva moneda que ponga en común a las personas y sus problemas?”, planteó. Ya en 1827, el Cincinnati Time Store creó un modelo de truque basado en en el intercambio de trabajo (gracias @Logseman) pero los ochenta representaron la primera vez que se empezaron a extender por distintos barrios de Estados Unidos.
Desde entonces han llovido guerras, crisis petroleras, burbujas inmobiliarias, Twitter, Facebook, hipsters… El timebanking creció y se expandió por todo Estados Unidos y dio el salto a Europa. En España, el primer banco de tiempo apareció en Barcelona en los noventa. Su filosofía apenas variaba de la propuesta en América: el dinero aquí es el tiempo; una hora de tu tiempo equivale a una hora del tiempo de cualquiera.
La cantidad de experiencias relacionadas al movimiento aumentó sin pausa. En 2006, el diario El País publicaba un reportaje sobre un banco de tiempo que funcionaba muy bien en San Javier, Murcia. El punto diferencial es que en San Javier se había involucrado hasta el instituto de secundaria; los jóvenes acompañaban a los ancianos a actividades que organizaba el ayuntamiento y los ancianos ayudaban a los jóvenes en sus estudios. Horas de unos por horas de otros. El año pasado, el número de iniciativas en España llegaba casi a 300.
La evolución de los bancos en España y Estados Unidos resulta parecida, aunque no idéntica. Mientras que en España muchos han nacido al amparo de ayuntamientos y asociaciones vecinales, en Estados Unidos lo han hecho bajo el manto de instituciones médicas. La diferencia, claro, es puramente económica. En un reportaje publicado en 2011 en The New York Times, la autora contaba que en Richmond, Virginia, un programa de banco de tiempo destinado a apoyar a los enfermos con asma, había logrado recortar el gasto en tratamientos y las admisiones en el hospital en un 70%.
En España, sin embargo, la motivación aparenta ser puramente altruista. Cristóbal Marín, del banco de tiempo De persona a Persona, explica que “vivimos en una sociedad que se rige por la norma del tanto tienes, tanto vales. Es decir”, añade, “que si no tienes dinero, no eres nadie y tampoco puedes hacer ni consumir nada. Sin embargo, las actuales circunstancias de grave crisis económica, han provocado que surjan muchas iniciativas solidarias y altruistas de personas que ofrecen lo que tienen, simplemente a cambio de lo que ofrecen los demás”.
De persona a persona es un banco de tiempo online, modalidad en boga en la península. Hace apenas tres meses abría otro en Valencia, Tic Tac Bank. Su responsable, José Luis Torres, indica que su intención es expandir Tic Tac por toda Valencia y luego por otras ciudades de la región.
«Es otra forma de hacerlo. Al principio, la expansión era analógica, de asociación en asociación, de barrio en barrio; ahora es digital».
La popularidad de estas propuestas ha provocado incluso la aparición de un grupo de economistas que cuestiona sus bondades. Su tesis vendría a señalar que este tipo de propuestas informales, ajenas a cualquier regulación y por supuesto del pago de impuestos, podría echar por tierra la recuperación de la economía. Torres, de Tic Tac, estima que puede que los bancos de tiempo pongan en peligro la economía, cosa que no ve “ni bien ni mal”, pero que, en todo caso, “es la economía la que debería transformarse si los bancos de tiempo prosperan”. Quizá incluso Reagan estaría de acuerdo.
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Imagen de portada: Open Source Way bajo licencia CC.
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