Rosalyn Yoon ve las películas con una libreta y un boli. «Lo primero que hago es ver la película que pienso ilustrar. Mientras la veo, apunto los puntos clave que describen el argumento y las citas que destacan. Anoto los personajes principales y los detalles que los definen, como un accesorio, una prenda de vestir, etc.». Y después, con toda esa documentación, empieza a ilustrar su propia versión de la película que acaba de ver.
Yoon, de ascendencia coreana, es natural de Los Ángeles. Aunque se graduó en Bellas Artes, pronto inclinó su carrera profesional hacia la ilustración. «A través de mucho ensayo y error, desarrollé un estilo que se adaptaba a las narrativas que pretendo crear en mi trabajo. En mi tiempo libre, me sigue gustando pintar utilizando las técnicas que aprendí en la carrera, pero con la ilustración trabajo principalmente de forma digital».
Además, cuenta, es capaz de cambiar de estilo sin ningún problema cuando ilustra cine. «Como tengo una formación en Bellas Artes y soy capaz de dibujar figuras anatómicas, me siento segura al ir y venir entre los estilos que tengo. Quiero que la gente reconozca al instante una película, por lo que opto por ilustrarlas de forma más precisa».
No cualquier película le sirve a Rosalyn Yoon para ilustrar. Evita, por ejemplo, las que están en blanco y negro, y del resto, se queda con las que son visualmente más atractivas y con un argumento fácil. «El argumento es muy importante», explica. Por eso descarta las experimentales, abstractas y las que pertenezcan al género mumblecore. Su objetivo, comenta, es compartir con sus seguidores sus intereses cinematográficos y hacer que la gente sienta curiosidad por las películas que ilustra.
«Al igual que prefiero las películas que tienen narración, prefiero narrar a través de mis ilustraciones. Ya sea algo personal o una opinión, siempre hay algo que se puede comunicar a través del arte».