¡Bienvenido a 1917! Esta semana, una jueza ha secuestrado un libro, la feria de arte ARCO ha censurado una obra y un rapero se va a comer tres años y medio de cárcel por cantar versos de manifiesto mal gusto. Tres años y medio de cárcel son tres meses menos que la condena a este paisano por abusar sexualmente durante cinco años de su vecina menor de edad.
Todavía no se ha quemado a ningún pelirrojo en una hoguera y eso es algo que hay que celebrar este fin de semana. Salvo que odies a los pelirrojos, claro.
Pasemos a la sección de secuestros de libros. La jueza Alejandra Pontana ha acordado el secuestro cautelar de Fariña, un libro en el que el periodista Nacho Carretero hace un repaso por la historia del narcotráfico gallego.
Lo que cuenta Carretero es un relato periodístico acerca unos hechos que han invadido la realidad cotidiana de Galicia en los últimos 40 años. Resulta que una de las personas mencionadas en el libro es el exalcalde de O Grove (Pontevedra), José Alfredo Bea Gondar. Este demandó al autor y a la editorial, Libros del KO, por supuesta vulneración de su derecho al honor.
El libro menciona a Bea Gondar en dos líneas y cuenta la condena por narcotráfico del susodicho. Aquella sentencia fue revocada por el Tribunal Supremo por un defecto de forma. Lo que cuenta Carretero en el libro, la implicación de Bea Gondar en aquella operación de narcotráfico instruida por el juez Baltasar Garzón, es el relato periodístico de hechos probados.
Eso no ha sido argumento suficiente para que la jueza Alejandra Pontana haya decretado la paralización cautelar de la impresión y comercialización de Fariña que, dicho sea de paso, es un pepino de libro.
Digamos también, de paso, que el libro se puede seguir comprando en diversas tiendas y, por supuesto, en la web de la editorial Libros del KO.
Hablemos, también de paso, del buen gusto para la edición de Libros del KO y de lo bien que les vendría ahora mismo un achuchón para capear el temporal.
¡Ah!, y hablemos de la inutilidad de la medida, que ha convertido a Fariña en un cañón en las listas de ventas, en un objeto de culto y se ha beneficiado de un Efecto Streisand de manual.
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Como las noticias que te dejan los ojos abiertos como platos nunca vienen solas –es mentira, a veces sí–, también tenemos en el menú una de censura artística.
El genial Santiago Sierra es ídolo personal por varios motivos. El primero, por su proyección de un gran NO en la visita del papa Ratzinger en 2011. El segundo es su rechazo al Premio Nacional de Artes Plásticas en 2010 porque «se considera un artista serio».
La noticia llega porque Sierra ha visto como ARCO, la feria de arte que ZZZZZZZzzzzz…, ha censurado una de sus obras cuyo foco se colocaba en personas que él considera presos políticos.
Su trabajo, Presos políticos contemporáneos, incluye una serie de 24 retratos fotográficos pixelados entre los que se intuyen los de Oriol Junqueras y Jordi Sànchez.
IFEMA, el complejo en el que ARCO tiene su sede estos días, ha pedido a los responsables de la feria que la obra de Sierra sea retirada.
La galerista ha accedido porque, imaginamos, pa’ qué va a meterse en líos, si de algo hay que vivir. Toda la prensa se ha enterado. Toda la prensa está delante del muro vacío en el que se colgaba la obra del artista español en ARCO. La gente está dándose machetazos por conseguir el catálogo en el que figura la obra. Sierra ya ha vendido su obra por una pasta y su nombre aparecerá en todos los medios. Master move, IFEMA!
Por cierto, el comprador ha sido el empresario Tacho Benet, que cederá la obra a todo aquel que quiera exponerla, según dice. Objetivo conseguido.
Mientras todo esto ocurre, el populacho conversa acerca de si Junqueras y Sànchez son presos políticos o no cuando eso tiene la misma relevancia que lo que voy a comer yo hoy (que, por cierto, es una sopita de fideos y luego un filete de bacalao a la plancha con unos tomates que cultiva un vecino mío).
La gracia de todo esto es que haya que explicar que Sierra tiene todo el derecho a expresar una discrepancia acerca del estatus de los mencionados; que, por supuesto, podría incluso mentir en una obra de arte si quisiera; y que IFEMA va por ahí decidiendo por ti qué arte es crispante y cuál no. Porque tú eres gilipollas a juicio de IFEMA y lo permites.
La guinda la ha puesto Margarita Robles, jueza y diputada en el Congreso por el PSOE, que ha afirmado que está a favor de este acto de censura porque «en este momento, todo lo que contribuya a tranquilizar el ambiente y la crispación es positivo. Por tanto, si ARCO ha valorado que una determinada exposición o cuadro podía favorecer la crispación, nosotros tenemos que intentar rebajar la tensión».
Otras cosas que crispan el ambiente son las elecciones generales, los debates, los Madrid-Barça, la reserva de mesas en la sobremesa de los centros de la tercera edad, los garbanzos en los cócteles de frutos secos y si la tortilla de patatas debe llevar cebolla o no. Y aquí va una cosa que contribuye a relajar el ambiente.
Aquí van tres cosas que no nos van a censurar
- ¿Será el éxodo de los jóvenes el final de Facebook? ¿Vamos hacia la tuentificación de Facebook?
- ¿Por qué es tan fácil y peligroso engancharse a la droga digital?
- Aquí se gestó la forma del agua: el santuario de ideas de Guillermo del Toro.
Una respuesta a «Gaceta del 23 de febrero de 1917»
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