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Las estrías son brillantemente sexis

Estrías, celulitis, cicatrices… son marcas corporales que hacen sentir vergüenza a quienes las tienen. La moda y los cánones de belleza no consienten en su ideal estético este tipo de imperfecciones físicas y es mucha la gente que se deja seducir por un ideal de belleza imposible de asumir, cuasiperfecto e inalcanzable. Pero ¿y si cambiara la perspectiva y la manera de mirarlas? ¿Y si el mensaje fuera de aceptación? ¿Y si fuera el arte quien ayudara a las personas a aceptarse tal y como son?

La artista pakistaní Sara Shakeel remarca con purpurina y cristales brillantes las estrías que se dejan ver en el cuerpo, sobre todo de mujeres. Su mensaje: « ¡Aceptación! Sin juicios! Simplemente aceptar lo que somos, cuán bellamente hemos sido esculpidos. Ningún humano es idéntico a otro, somos únicos con cada marca y cada cicatriz. El brillo simplemente le agrega un poco de glamour. Eso es todo, una sensación de satisfacción con uno mismo. Es igual que cuando nos ponemos maquillaje para quedar bien. ¡No hay nada de malo en ello!».

Shakheel usa las fotografías de su propio cuerpo y de otras muchas mujeres que se las envían a través de Instagram para embellecer las estrías corporales. No descarta hacerlo también con cuerpos masculinos, pero por el momento los hombres no se han atrevido a enviarle sus fotos.

No hay nada que esconder en esos cuerpos, afirma. Y el brillo de los cristales o de la purpurina resalta la belleza que se oculta detrás de lo que muchos consideran imperfecciones.

La idea se le ocurrió cuando quedó con una amiga con el fin de hacerle una sesión de fotos para su serie de collages. «Recuerdo que siempre me pedía que borrara sus estrías con photoshop. Esto, sinceramente, me daba lástima. Primero me sorprendió que una chica tan esbelta y delgada tuviera estrías. Yo misma soy una chica gordita con muchas estrías y también celulitis», explica Shakeel.

Volvió a casa sin tener planeado hacer nada al respecto con las estrías de su amiga, pero una imagen distinta de estas se le vino a la cabeza. Tomó una de esas fotos, le añadió purpurina y se quedó observando el resultado un momento.

«Tengo el hábito de la autocrítica sobre mí y sobre mi arte y todavía recuerdo aquel sentimiento al hacerme esta pregunta: ¿por qué demonios estaría alguien interesado en esto que acabo de hacer?». Para convencerse, tiró de imaginación. «Me imaginé que cuando la piel se estira, brilla por dentro. Mientras más se estira, más brillante eres». Así que subió la foto a su Instragram y la respuesta por parte de sus seguidores fue «superbrillante».

Sara Shakeel piensa que todos debemos estar orgullosos de nuestras imperfecciones porque «eso es lo que somos». «Cuando nacemos somos perfectos, pero al final acabamos siendo una de las especies más imperfectas. Arrugas, celulitis, calvicie… ¡acéptalo! ¡Somos humanos! Aceptémonos. Eso es lo mejor que podemos hacer».

Sus collages recuerdan mucho al trabajo de otra artista, Zinteta, que también busca resaltar el cuerpo de la mujer poniendo color a su menstruación y sus estrías. Shakeel, sin embargo, afirma no haberse inspirado en ella. Ni siquiera sabía que existía. «Vengo de un país donde las estrías no son un tema de conversación que trates a diario. Así que para mí, ser una artista de Pakistán que habla de estrías es algo muy importante», explica a Yorokobu.

Para conocer el trabajo de Zinteta, Sara Shakeel buscó en Google su nombre y descubrió que no fue esta la primera artista en dar color y brillo a las estrías corporales, sino Allison Kimmey. «Así que sí. Si el objetivo es reforzar el cuerpo de hombres y mujeres con rayas, dice riéndose, permitidme que yo también sea Zinteta y Kimmey».

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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