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Se hizo la luz en Mali

En las comunidades rurales del oeste de Mali, la oscuridad llegaba con la puesta de sol. Con un poco de suerte, si había luna, podían seguir con las actividades pendientes en un extraño ciclo de sueño y vigilia que les hace seguir activos durante partes de la noche. Ahora han conseguido desarrollar Foroba Yelen, un proyecto mediante el cual tienen lámparas en torno a las cuales organizan actividades lúdicas, laborales y sociales.

El arquitecto italiano Matteo Ferroni viajaba habitualmente a Mali. Allí observó que al final del día venía la noche lo cual, más allá de obvio, no le pareció reseñable. Sin embargo, observando que los habitantes de las comunidades rurales que visitaba seguían, durante la noche, haciendo cosas en ciclos intermitentes de en los que dormían y despertaban. En ese escenario, la carencia de luz sí suponía un problema. Solo las noches con luna eran aprovechables. Hasta que apareció Matteo y se le encendió la bombilla. Literalmente.

Ferroni ha creado un sistema de iluminación colectivo, móvil y reciclado basado en un estudio antropológico realizado en las comunidades rurales de Mali. El arquitecto comenzó la investigación junto a sus estudiantes en la Biblioteca Nacional de Bamako y en los pueblos más cercanos a la capital del país. No tardó mucho en ampliar la actividad a aldeas más lejanas, donde otros colectivos de voluntarios como JICA, de Japón, o los Cuerpos de Paz desarrollaban su labor.

«Cuando hice el primer prototipo y lo compartí con las mujeres locales, casi la totalidad de las 72 aldeas de la comunidad se interesaron por esta luz», explica el propio Ferroni. Así nació la Fundación eLand, una institución que «une activismo e investigación» y que trabaja junto a Nadlec Lighting, una empresa italiana que les aporta la parte tecnológica, la comunidad rural de Cinzana y el colectivo de mujeres Tassidoni. «Con el tiempo hemos establecido un consejo de asesores formado por europeos y malienses para ayudar en las investigaciones», explica el propio Ferroni.

Foroba Yelen, que se hace a partir de restos de bicicletas inservibles y tiene la característica de que puede ser llevado de un sitio ha otro, ha conseguido adaptarse a las peculiaridades sociales propias de la comunidad de habitantes de la zona. No se trataba de crear luz para ser situada en farolas en las calles o cualquier otro punto estático sino que la idea era que estas luces fueran el foco, nunca mejor dicho, de actividades sociales específicas. «Las luces eran enviadas a colectivos de mujeres. Desde ese momento, eran ellas las que comenzaban a idear posibles usos para el invento», dice el arquitecto.

La lámpara se utiliza principalmente para actividades que puedan generar ingresos para las mujeres que trabajan bajo su luz. Con esos ingresos invierten en mejoras sanitarias, educativas o de cualquier otra índole que repercuten directamente en beneficio de su comunidad. «También son usadas con frecuencia en bodas o funerales», señala Ferroni, por lo que estas lámparas adoptan un acusado rol social. «La idea era que fuesen una herramienta ‘antropológica’, una tecnología que entra en las vidas de los habitantes y los modifica lentamente», cuenta el arquitecto.

Además de a las mujeres de las aldeas, que es donde han centrado el esfuerzo integrador, han implicado también a las niños animándolos a portar con las luces. «Aquí, ayudan a sus madres con cualquier tarea». También a los trabajadores de aluminio y otras tareas que les ayudan a construir cada lámpara.

Una colaboración con el Departamento de Antropología Cultural de la Universitat Autonoma de Barcelona les está ayudando a medir el impacto en las comunidades donde han centrado los esfuerzos. Además, ya le han llegado solicitudes de Benin, Burkina Faso, Ghana, Senegal o Costa de Marfil. «Cada africano que conoce esta luz comprende perfectamente lo que significa para África», señala. «El empoderamiento social para por los instrumentos colectivos. Hemos creado una herramienta que dista mucho de ser un bien personal o algo público como una farola. La utilizan para actividades y propósitos comunes».

El proyecto comenzó con la financiación directa del propio Ferroni a través de la Fundación eLand. Poco después se sumó Nadlec aportando el material e incluso los propios habitantes de la aldeas crearon colectas para poder fabricar las luces. A pesar de que sigue haciendo falta ayuda para el desarrollo de Foroba Yelen y para su divulgación, de la que se ocupa la asociación local ADM, cada vez brilla más luz cuando cae la noche en Mali.

La iniciativa ha obtenido una mención especial en City to City de FAD, el proyecto que premia las ideas que hacen mejores a las ciudades del mundo.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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