Era el mayor territorio del planeta. Se llamaba internet y decían que era un lugar libre.
No era cierto.
La red era «una gran empresa», un lugar aplastado por la moral puritana estadounidense.
Muchos jamás habían mirado así a este espacio donde pasaban la mitad de sus vidas, pero un personaje híbrido entre la lingüística y el monólogo humorístico llamado Xosé Castro salió al escenario de Lenguando y lo soltó sin titubeos.
En este lugar, la ley del más fuerte era conocida como SEO. Los que aparecían en la primera página de Google se convertían en los amos del mundo.
El SEO era, más o menos, un asunto que determinaban unos algoritmos y unas leyes lingüísticas. La mayor aspiración de los habitantes de este cosmos (textos, imágenes, vídeos…) era alcanzar la máxima relevancia, es decir, estar lo más alto posible en las páginas de búsqueda de Google.
Estar bien situado en el mapa era imprescindible. Al distrito de los píxeles no acudían «lectores». Eran, según el traductor y presentador de TV, «escáneres» humanos. «Miramos las pantallas siguiendo el patrón de una E o una F, según los estudios de seguimiento ocular. Las zonas donde hay más imágenes y botones es donde más se mira».
En internet la sucesión de pantallas agota. Xosé Castro recomendó reducir al máximo el número de clics que dirija a un destino. «Las secciones han de ser prácticas. Hay que llevar al lector desde el principio a algo que le interese. (…) Hay muchas tentaciones a un solo clic de distancia. Tenemos que mantener su atención».
Tampoco es un lugar para recrearse en lecturas inmensas. «En internet, consultamos más que leemos», indicó el TV host. «En una visita promedio, los visitantes leen la mitad de la información en artículos con 111 palabras o menos, según Jackob Nielsen». Y el novelista y profesor universitario canadiense Crawford Kilian llega a recomendar en su libro Writing for the Web (Escribiendo para internet) que «los segmentos de información no contengan más de 100 palabras».
La mejor medida para una información digital parece ser el golpe de vista. Xosé Castro, siguiendo a Guillermo Franco, aconsejó «limitar los mensajes al tamaño de una pantalla». Eso implica no escribir más de 100 o 150 palabras y que, «al abrir un mail veas ‘Atentamente, Fulanito’. Si no lo lees y ves que el texto se desparrama, lo cierras y dices: ‘Ya responderé luego’. Los mensajes que más se contestan son los que se leen en una sola pantalla».
Las parrafadas son irritantes en internet. Demasiadas conversaciones, demasiadas palabras innecesarias. «Se ha creado la burocracia del correo electrónico», indicó Castro. «Escribimos más que nunca. Antes se enviaba un fax de vez en cuando. Ahora se escriben decenas de emails en un día. Por eso la comunicación oral, sin duda, siempre es más práctica que un mensaje entre los miles que recibimos».
En la era de la reducción y la condensación, es importante distinguir entre «ser breve» y «ser conciso». Lo primero significa escribir pocas palabras. Lo segundo es aún mejor: «exprimir el jugo al mensaje, decir lo máximo posible en el menor número de palabras». Jakob Nielsen lo expresa así: «No escribir más del 50% del texto que se emplearía para decir lo mismo en una publicación impresa». Y en números esto se traslada a que, por lo general, «no se recomienda escribir más de 600 palabras».
En este planeta sin tierra el concepto de ‘relevancia’ marca la diferencia entre el amo y el paria. «Google posiciona en función de la relevancia, es decir, de la capacidad que tengas de enlazar. Tanto de que te citen como lo que tú cites. De atraer enlaces de entrada y salida. Cuando Google ve que generas mucho tráfico, piensa que eres alguien que corta el bacalao». Pero Castro advirtió que lo ‘relevante’ no es lo ‘importante’. «Puedes escribir un texto buenísimo y si no tiene tráfico, no se indexa bien».
El «cuarteto ganador» de este mundo, para Castro, es así:
1. Utiliza palabras clave con sentido común. No redactes para máquinas, sino para humanos.
2. Usa imágenes y enlaces en tu artículo. «Está comprobado que en las redes sociales se leen más las entradas con fotos. El texto no expresa emociones; las imágenes, sí». Además, según el experto en SEO, «citar fuentes o escribir una bibliografía al final del artículo (crear enlaces de entrada y salida) es un signo de profesionalidad».
3. Tu artículo ha de ser ‘SEPSI’ o atractivo. «Lo fácil es escribir», indicó. «Lo difícil es narrar. En internet nos atraen más los textos que tienen sentimientos. Las entradas que más se republican son las que incluyen llamadas a la emoción y las que plantean interrogantes».
4. Sé conciso.
Castro también habló de la identidad digital. Para que Google te reconozca y te indexe bien no debes marearlo con varios nombres distintos. Si en todos los perfiles de tus redes sociales utilizas el mismo nombre (vanity URL), mejorará tu posicionamiento. «La vanity URL es la piedra angular de nuestra identidad digital», explicó. «Intenta que tu marca personal sea fácil de recordar. No utilices fórmulas como Silfli64».
Para el SEO en webs y blogs, Xosé Castro habló de otros tantos magníficos.
1. No incluyas preposiciones, pronombres o conjunciones en tu dirección web.
2. Las URLs deben contener un máximo de 6 u 8 palabras intercaladas por guiones.
3. Haz estructuras de directorios intuitivas. Por ejemplo: Pagina.com/traduccion/programas/memorias-traduccion-gratis.html
4. Incluye etiquetas y categorías.
5. Aplica el SEO en los títulos.
6. Haz enlaces en palabras clave y no en términos como ‘aquí’ en frases de este tipo ‘Presiona aquí para ver el glosario’.
7. Los títulos de las imágenes y los pies de foto también se indexan. Usa imágenes de tamaño reducido.
Sus consejos de redacción:
1. Narra algo. Lo relevante se coloca primero.
2. Engancha, incita, despierta curiosidad o suspense.
3. Pregunta o pide consejo. Los tuits que piden ayuda consiguen mucho éxito. A la gente le gusta ayudar.
4. Como decía Hemingway, céntrate en lo positivo. No vendas, dialoga.
5. Los nombres propios, los sustantivos en plural y los verbos en tercera persona del singular atraen más atención de los seguidores y son más retuiteados. Los adverbios y los sustantivos generan menos interés.
También aconsejó usar la pirámide invertida:
Título de unas 6 palabras (URL con guiones).
Escribe entradilla e incluye las 5 W.
Desarrollo. Escribe de mayor a menor importancia en unos 4 párrafos.
Cierra tu relato siempre con un broche. Un recurso clásico es volver al principio y que el lector vea que el discurso ha sido pensado de principio a fin.
Además…
1. Hay signos (: , . ¿?) que se utilizan más que otros (;).
2. Los tuits con enlaces multiplican hasta tres veces la posibilidad de ser retuiteados.
3. Incluye negritas (una por párrafo) y etiquetas (#) en Twitter.
4. Cita fuentes.
5. Voz activa y evita perífrasis.
6. Las historias son memorables. Los hechos son olvidables.
7. La gente busca resolver dudas, no literatura.
Evita:
Adjetivos redundates (por ejemplo: merecido descanso)
Adverbios
Solecismos (es por eso que…)
Acumulación de monosílabos
Y te ayudará a enganchar a tu público incluir:
Una cita
Un testimonio
Un dato bien dado
Una serie de claves o consejos
Una pregunta retórica
Una anécdota
Una novedad
Una palabra curiosa (por ejemplo, «tróspido»)
Este artículo sigue al pie de la letra los consejos de Xosé Castro. Por eso vamos a cerrar volviendo al principio. A ese mundo que nos prometieron libre pero, en realidad, era tierra de cuatro terratenientes. A ese lugar llamado internet donde tu forma de escribir podía hundirte en el olvido o llevarte a la gloria de la popularidad. Algo que básicamente dependía de que siguieras estas listas de consejos.
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Imagen: Estructura del universo expandido, reproducido bajo licencia CC.
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