No te hubieras imaginado nunca que pedir un café al camarero es un acto contaminante. Si eres de los de mover cucharilla unas cuantas veces al día, que sepas que solamente un 0,2% del molido que se ha utilizado para preparar la taza es lo que acaba en tu barriga. El resto, es decir, un 99,8% de lo que se utiliza de café, es lo que sobra en cada operación.
Teniendo en cuenta que esta infusión es el segundo commoditie a nivel mundial, estamos hablando de que cada 500 sacos de café utilizado 499 van a parar al vertedero. «El problema es que generan una cantidad ingente de residuos que emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero», explican unos jóvenes emprendedores con una idea para amortiguar este mal. Su invención, una oda a la modernización de su galaica tradicionalidad con la visión puesta en un planeta sostenible, no ha sido otra que reciclar los posos para utilizarlos como abono de setas autocultivables a domicilio. Resetea es el nombre de su emergente empresa micológica y sustentable.
En específico trabajan con la Pleurotus Ostreatus, Seta Ostra para los amigos, «un hongo que se adapta excepcionalmente al sustrato a base de posos de café», y que según Iñaki Mielgo, el biólogo del equipo, «además de tener una textura y un sabor magníficos es un alimento muy nutritivo, rico en vitaminas B y C, proteínas, minerales y antioxidantes». «Hasta se le atribuyen propiedades medicinales para la mejora de los niveles de colesterol, la arterioesclerosis y el efecto antitumoral», sostiene.
Él fue quien tuvo la idea de este proyecto tras «horas y horas de investigación» y convenció a sus amigos y actuales socios Luis López, Cristian Suárez y Beltrán Orío de montar el negocio. «Iñaki se topó con el estudio de un micólogo suizo que probaba el cultivo de hongos sobre diferentes sustratos orgánicos, uno de ellos era la cáscara del grano del café», explica López, «y al leer esto se imaginó el mismo proceso pero sobre los propios posos del café». «Así que bajó a la cafetería de enfrente de su casa y comenzó a experimentar en la cocina de su pequeño apartamento».
Se enteraron de la existencia de un grupo de trabajo internacional llamado Economía Azul, liderado por Gunter Pauli, que basa sus trabajos en el comportamiento de los ecosistemas. «El cultivo de setas sobre los posos de café, por ejemplo» añade el portavoz, «por eso nos pusimos en contacto con ellos y nos animaron a seguir adelante y luchar por el proyecto».
Manos a la Ostra, decidieron dar el paso. Llevarían a cabo ese modelo de negocio en el que se planteara un servicio al medioambiente por partida doble y a la vez pudieran sacar beneficio de ello: por un lado, en menos de un año de trabajo, ya han conseguido evitar que 6.068 kilos de café acabasen en un basurero contaminando el aire; y por otro, le han dado al hongo que producen una salida digital.
«Actualmente estamos reciclando algo más de 100 kg de café a la semana», esgrime López. A pesar de haber empezado «de cero» y casi sin posibilidades de inversión, a través de su página web, algunas tiendas y en ferias y mercados sus cajas de cultivo de diseño van haciendo una clientela atraída por la posibilidad de convertirse en hortelanos de andar por casa. «Los posos nos los facilitan diferentes cafeterías de Vigo, nuestra ciudad, a las cuales les estamos muy agradecidos», hacen saber el origen de la materia prima.
El kit, que por unidad reutiliza casi dos kilos de café, consiste en unas bolsas de semillas de la seta ostra cultivadas en esos posos. En apenas unos días, y en un limpio proceso, el cliente puede tener en su casa una pequeña huerta de setas tamaño cajita que le proporciona hasta 700 gramos del producto en tres cosechas.
Aseguran que su proyecto no es solo un negocio. «A través de la reutilización de un residuo contaminante generamos riqueza, empleo y cooperación», afirman. Para alcanzar ese triple objetivo quisieron dotar de una filosofía a Resetea que diera una respuesta a la alarma de «ver cómo los recursos naturales se están viendo afectados por la acción del hombre y la globalización, y los países están dando más importancia a la sociedad de consumo que a su propia historia y su herencia cultural».
«Nuestras setas son responsables porque usan como sustrato un desecho que emite grandes cantidades de CO2 y metano a la atmósfera, y una vez cultivadas y recolectadas, el sustrato se convierte en un magnífico abono natural. De este modo creamos una empresa de ciclo cerrado, algo sostenible». «Se trata de buscar la innovación por el camino más lógico».
Como consideran que «ante la destrucción de recursos los gobiernos no hacen prácticamente nada para poner freno, y que la Tierra no da abasto para saciar el imparable nivel de consumo», piensan que «teniendo los conocimientos, los recursos y las soluciones para afrontar el desafío ha llegado el momento de decir basta». «Es necesario que se inicie ya una conciencia de desarrollo sostenible para salvar el planeta, que cada uno sea consciente de la necesidad y responsabilidad que conlleva cuidar el medioambiente y conservar los recursos que nos identifican como personas y sociedades».
En cuanto a las Ostreatus como experiencia culinaria, López opina que más que la preparación el secreto del éxito está en que el hongo esté bien fresco, «y nada te asegura más eso que cosecharlas en casa», añade. «Pero ya que me preguntas, simplemente con un poco de aceite, ajo y sal ya se puede disfrutar de una deliciosa ración de setas responsables».
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